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Aproximación a la obra de "Benxa" (1907-1989) por Baltasar y Covadonga Álvarez Quintana se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Este blog está bajo una licencia de Creative Commons: Reconocimiento No Comercial - Sin Obra Derivada./ Se permite copiar, distribuir y citar públicamente esta obra, con la doble condición de que se reconozca y mencione a los autores y no se utilice con fines comerciales. Tampoco, y en modo alguno, se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de ésta. Es voluntad expresa de los autores.

domingo, 21 de abril de 2019

235. Reportajes

Letra>Reportajes
Entrada 235. Publicada 21-4-2019










Benxa recreó en sus hijos, por distintos medios y géneros, sus inquietudes culturales.
A su primogénito dedicó el reportaje presente durante su primer año de vida,
 y poco después lo caracterizaría como uno de sus filósofos más leídos de la antigüedad griega,
Diógenes el can, según figura de su puño y letra en la fotografía. Lo retrata acompañado
de sus atributos más representativos: el tonel por vivienda, el farol y indumentaria clásica de
la túnica y las sandalias. Una iconografía bien conseguida o una instantánea escénica, otra de las
facetas creativas a contemplar dentro de su repertorio.






Reportajes (1934-1983). Autobiografía, cultura tradicional, historia de familia, historia social, literatura popular.

Reportaje Historia de un hombre de un año. 1942 (final).

Fragmentos, comentarios y notas

El miedo. ¡Duerme mi ninín, que vien el coco! ¡Duerme mi ninín que vien el papón! ¿Quién es el papón? El papón es el coco de los nenes de Asturias. El coco no existe en ninguna parte […]. Los niños asturianos son privilegiados para la formación de su coco. Allí donde el clima es seco y la atmósfera diáfana, no se ve más que el mundo real: en este país de cendales de niebla, de llovizna y de sombrajes, en el paisaje opaco y borroso, se ve otro mundo además del real y la misma Naturaleza ayuda a la imaginación a albergar en la fantasía infantil este engendro que es el papón.[Pág. 87].

A los cuatro meses su madre pesó al niño […]. A su edad le correspondía [un peso inferior], según tabla que figura en un libro que prestaron [a la madre] y que trata de la crianza de los niños. La madre tomó muy a pecho la lectura de este libro y continuamente le consulta. Yo, aunque también tengo fe en sus máximas e instrucciones, me rió de ella porque hizo de su texto un artículo de fe […]. Para su estado apreciar / debes al niño pesar. / Pésalo cada semana / y así sabrás lo que gana. [Pág. 93].

Ayer se me ocurrió llevarle al cuarto donde doy clase y los dos chicos a quienes explicaba celebraron mucho verme aparecer con el bebé en el cuello, pero yo me arrepentí de dar este espectáculo porque parecía quitar seriedad a la labor ¡con la importancia que doy yo a esto de la enseñanza!. [Pág. 95].

Hoy le (1) llevamos a Gijón donde pasamos el día. Tenía yo muchas ganas de que lo conocieran los primos […]. A nuestro nene Minerva [hermana de Benxa] le tenía hecho un abriguito azul con caperucha. [Relación con el apodo del bebé y el traje con el que aparece fotografiado recortado en silueta en la página de cortesía que sigue a la portada del reportaje (Entrada 234, 20-4-2019)][…].Hace unos días recibimos las fotografías que le hizo Rómulo [en el mismo viaje] […]. Cuando me entregó Emilia las fotografías me olvidé […]. Nunca gocé tanto viendo un retrato como entonces y creo en aquel momento sentí esa alegría que me anunciaban mis amigos, que esperaba recibir al nacer el niño y que sin embargo entonces no experimenté. [Págs. 97-99].

No sé donde leí acerca de una tesis que una estudiante defendió o rebatió sobre el porqué el cariño de los hijos hacia los padres es inferior al inverso […] Yo estaba convencido de esta verdad y celebraba, para no pagar a mi hijo con mayor cariño que el que él me habría de profesar, para curarme en salud, ser una excepción, no queriendo exageradamente, con amor paternal, al nene y dando así una patada a esta injusta correspondencia del amor filial con el paterno. [Pág. 99].

No sé lo que Caperuchito estimará el día de mañana estas memorias; dependerá de la clase de espíritu que revele; si ha de ser un utilitario nada las apreciará, pero si ha de parecerse a mí, es decir, si va a ser un platónico y un romántico, encontrará en ellas un venero inestimable para su autobiografía. Yo quisiera legarle, en vez de unas memorias, una porrada de miles de duros o mejor las dos cosas, pero no podrá ser porque yo no sé ganar duros, soy un platónico y no puedo triunfar en la vida. [...]. Pero esto de ser triunfador de la vida [“de la vida” aparece subrayado]es una fortuna intransferible y lo más que puedo hacer en atención a mi hijo, es desearle que tampoco tome en serio las cosas de este mundo bajo y fugaz. [Pág. 101].

¿Será travieso o será formalito? No; que sea travieso, que sea travieso, que sea por lo menos durante una temporada travieso para cumplir con su condición de niño. […] Yo de niño era casero y aposentado. Llegué a ser travieso tarde, como también me casé tarde: soy en todo un “serondo” como decimos, empleando una voz itálica, los asturianos. Cuando vine de Mieres para Olloniego fue cuando comencé a salir de casa y del cascarón y a eso creo que debo la salud. [un maestro de Olloniego le decía:]”_Si hubieras seguido en Mieres te hubieras muerto” (2).[Pág. 106].

Este día le llevamos a una huerta que su abuelo cultiva […] y estuvo allí la mar de contento. Tendrá más afición que yo a la horticultura: siempre fui muy apático para esto […]. De pequeño, en Mieres, iba con mis hermanos a la huerta de Ultramar y me aburría viendo pasar la máquina de la mina Baltasara. [Pág. 111].

Casi de repente notamos en él un cambio, un progreso psicológico notable. Atiende mejor a las cosas y cuando algo le llama la atención se fija mucho y se queda pensativo. También se ríe y llora con más oportunidad; antes prodigaba sonrisas y lloriqueos sin ton ni son; ahora sólo ríe o llora cuando viene al caso y se ve que las cosas le hacen más afectos. Hasta ahora era casi como una célula, un ser organizado y sensible, pero con ausencia de tonalidad afectiva; ahora va apareciendo ésta y perfilándose su personalidad; es cuando comienza a hacer gracia, cuando empieza a “engañar” a los padres, como dicen aquí en la aldea […] este progreso lo notamos de un día para otro […]. Yo creo -lo creo a medias, desde luego- que se trata de un fenómeno de “mutación” verificado en el espíritu, un salto adelante en la naturaleza […]. [Pág. 113].

Todavía no sé lo que es ser padre de un adulto pero creo que en este caso el cariño que se profesa al hijo, hombre hecho, está íntimamente implicado con el recuerdo de cuando era pequeñín: aquél -el mío de hoy- es un entusiasmo perspectivo, el del padre del adulto un entusiasmo retrospectivo; en ambos casos la distancia en el tiempo, jugando un gran papel complicador del afecto como lo juega en el efecto artístico la distancia espacial entre un observador y un lienzo. [Pág. 119].

La sinceridad. Como todos los caminos pueden llevar a la adversidad, si uno llega a ella por ser sincero tiene el lenitivo de la honradez, pero si cae en la desgracia por la doblez y el fingimiento, el daño es peor […]. Ser sincero es la mayor de las satisfacciones... ¡Cómo te interesan, Caperuchito, estas consideraciones morales! Por lo menos ahora callas ¿Es que ya disciernes?. [Págs. 120-121]. 

_Cuándo tendrás más juicio!”, me dice mi mujer. “_Cuándo quiera ser un desgraciado, Emilia”, respondí yo. Hubo quién afirmó que el mundo es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan. [Pág. 130].

En el suelo echado, a gatitas, ¿En qué se diferencia el niño del caracol, del sapo o del perrito? ¿Es más que un animalejo sucio, voraz y molesto? No es nada más. ¿Y por qué en este bichito que es el niño prende la chispa de la razón, la llama de la razón, el incendio de la razón y en los otros no? La razón es maravillosa […]. [Pág. 137].

Le gusta, le gusta la boroña. Y les fariñes también. […] Ya podemos decir que se cría con borona, como los antiguos. Nuestros viejos para explicarse la inferioridad de los actuales mozos, dicen “que no se criaron con borona” como ellos. [Pág. 138].

En la aldea sufre uno el desatinado criterio de la gente sobre los méritos o el valor propios. El medianamente dotado es el pobre tuerto en un país de ciegos, sugestionado con las alabanzas de los indoctos. A mí, por ejemplo, se me hizo creer que pintaba bien. Tuve desde niño gran afición al dibujo y hasta cierta disposición. [Cuando vivíamos en la casa de …], una de las paredes del comedor la llené de dibujos a lápiz. Mi padre veía bien esta inclinación mía, me dejaba hacer y aquella pared tenía ya más interés para los de casa que la de una estancia del Vaticano o la de un abrigo prehistórico. Me acuerdo que una vez la examinó mi primo Vital Buylla y me avergoncé cuando elogió aquellas figuras (3). [Pág. 151].

Hoy cumple el año. Caigo e la cuenta de ello ahora, en la oficina. Por la mañana, antes de venir, le vi en la cuna. Mi mujer también y ambos le contemplamos, como siempre. ¡Pero somos unos padres tan sosos que se nos olvidó lo del cumpleaños y no felicitamos al angelito! [Pág. 156].




NOTAS
    (1) Al comienzo del blog ya advertimos del leísmo de Benxa, del que también participaba su padre. No se advierte de ello por primera vez, pues ya fue objeto de mención en una de las columnillas laterales al texto principal de cada entrada, allá por los comienzos del blog, en el año 2016.
    (2) ¿A qué razones pueden responder de esa debilidad o supuesta enfermedad que maestro y el propio Benxa atribuyen a su niñez hasta los doce años en Mieres?. ¿Fue real su debilidad física o enfermedad tal? Se hacía eco de la topografía higienista tan difundida durante el siglo XIX que atribuía al lugar y su clima factores determinantes para la salud? Ya se apunta a un Mieres villa industrial y, como era común desde el crecimiento urbano decimonónico, al campo, el medio natural y la aldea como fuentes de salud?. U otras razones tantas posibles. Al respecto mencionar que no sería de extrañar que el menor de los hijos de Manuel y Perfecta enfermara y falleciera. Los siete hijos que sobrevivieron a la pubertad suponen menos de la mitad de los habidos en el matrimonio. Mortandad alarmante por tardía (desde fines de 1880). El año de nacer Benxa falleció un hermano de unos once años y los demás no lo hicieron precisamente de neonatos, sino en los primeros años de vida. Los sentimientos de cariño que progresivamente va expresando Benxa sobre su entonces unigénito, no caben en la mentalidad de sus padres cuarenta-cincuenta años atrás. La muerte infantil era un miembro familiar en casa de los Álvarez Rodríguez. Se convivía con la muerte de ataúd blanco con naturalidad, resultando en cambio un dolor insoportable para Benxa el pensarla para su hijo a propósito de unas fiebres, igualmente contado desde las páginas del mismo reportaje. 
    (3) En este pasaje descubrimos con sorpresa el origen de las pinturas murales que por iniciativa de Benxa, pintaban sus hijos mayores, lo mismo en la cocina (bisontes de Altamira, juicio final osiríaco del antiguo egipto), que en las habitaciones de estar (figuras prehistóricas esquemáticas del Levante español). Figura al comienzo del blog una referencia a las mismas acompañada de ilustración [Entrada 35, 18-12-2016]. En todos los casos, los originales de las reproducciones seleccionadas por Benxa coincidián con su naturaleza mural, lo mismo que en el datar de las dos eras más antiguas de la civilización humana: la Prehistoria y la Edad Antigua. Del interés de Benxa por la primera en los años de juventud, remitimos a [Entrada 196, 13-1-2019]. 














sábado, 20 de abril de 2019

234. Reportajes

Letra>Reportajes
Entrada 234. Publicada 20-4-2019









Página inicial del reportaje Historia de un hombre de un año.
En ella figura el protagonista de las memorias, el apodado  Caperuchito,
vestido con el traje que dio lugar al sobrenombre.







Reportajes (1934-1983). Autobiografía, cultura tradicional, historia de familia, historia social, literatura popular.

Reportaje Historia de un hombre de un año. 1942

Fragmentos, comentarios y notas (cont.).

No tengo ningún entusiasmo en que mi hijo estudie una carrera. Quisiera, eso sí, que fuera muy culto, que tuviera muchos conocimientos, pero adquiridos libremente. Una carrera es como un cauce para los conocimientos, como un embalaje en el que se aprisiona una mezquina cantidad de cultura, donde ésta aparece tasada y limitada como una manufactura cualquiera. ¡Fuera trabas! […] La carrera es la expresión bastarda de la cultura, la forma en que ésta se ofrece para hacer ostentación, para tener validez oficial y para rendir alguna utilidad material. “Las artes -dice Ortega y Gasset- nada tienen que ver con estas cristalizaciones humanas”. […] Mi ideal es el de un “hombre indefinible” por contraposición al “hombre de un solo verbo”, al que “para una sola cosa habéis de buscar, porque no vale para dos”, como magistralmente escribe Gracián. […] “Infeliz genio el que se declara por una sola materia, aunque sea única, aún más, sublime” […] ser un espíritu ilustrado […] y adquirir lo que yo me atrevo a llamar “conocimientos de extrarradio”.[Págs. 35-36].

¡Hizo su primer viaje! Y se fue a Oviedo como buen aldeanito ollonieguense […] Salió en el tren de la tarde y regresó en el autobús, de modo que experimentó la tracción de vapor y de gasolina, lo que es mucho para la brevísima experiencia de viajero novel.[Pág. 39].

Yo nunca seré nada en la vida; así como no valgo para mandar, no valgo para otra cosa que para sentir y soñar; todo lo más para escribir lo que siento y sueño. Soy hombre de pasión y no de acción […] para ser algo en la vida me falta ambición [...] Que el Caperuchito se parezca a mi en el idealismo y en otras cualidades, pero en esta indolencia, no. [Pägs. 44-45].

Tengo la pretensión de que el Caperuchito sea unigénito, pero por una parte quisiera que tuviéramos unas ocho criaturas para ver si ella [la madre] persistía en estas contemplaciones para con la octava. […]. Otro viaje […] bajamos en el tren hasta Las Segadas […] El campo estaba hermoso en la tarde de sol, los árboles floridos y la pradería de un verde intenso y renovado.[Pág. 47].

La niñera y el cochecito. Nuestro nene aún no sabe lo que es ir en brazos extraños: no tiene niñera; hacen de niñeras sus tías maternas que se le disputan y su madre que apenas le abarca con el lío de trapos que le envuelve [...]. Hace mucha gracia verla [a su madre] la mar de ufana, sosteniendo en brazos al rorro, pues esto de que la madre sea para el hijito todo: madre, nodriza, niñera e institutriz será ante la sociedad menos distinguido, pero es en sí más natural, más castizo […]. Conmigo, según tengo entendido, no se observó este rigorismo castizo, pues tuve una niñera castellana (1), bastante desidiosa por cierto, que me llevaba sucio a paseo y a las casas de los vecinos de La Pasera […]. [Pág. 49].

El niño aún no está en la edad de sentarse en un cochecito, pero tengo la pretensión de que cuando le vistan de corto y pueda hacerlo (2), se prive de esta comodidad estúpida que le impida hacer ejercicios tan necesarios para su desarrollo. No es sólo una razón de orden higienista (3) la que determina esta intención. El cochecito para el niño es un lujo o una novedad. Antiguamente sólo acarretaban criaturas los padres ricos; ahora cualquier matrimonio modesto adquiere el cochecito […] pero el poder de la reminiscencia da a la posesión de este modesto vehículo cierto aire de distinción […] como elemento de novedad tampoco me agrada: soy tradicionalista en ésta como en tantas cosas y prefiero que mi hijo ande por el suelo como un falderillo descubriendo tantos bichitos y tantas cosas como en él se suelen encontrar […]. Por el suelito, sí, antes que el coche cursi y pretencioso.[Pág. 50].

A mí se me reprocha que soy un adán y un abandonado. Entre ser un adán y ser un currutaco, hay diferencia: para esto último hace falta la molestia de un cuidado continuo, a no ser que sea uno suficientemente rico para tener una docena de equipos y suficiente servidumbre para que adecenten a uno la indumentaria […]. Si sólo tuviera encantos el ser un elegante, merecía la pena molestarse en serlo, siquiera en apariencia, pero como el ser un poltrón y un desarrapado tiene también sus encantos, opto por esto ya que es más asequible y más cómodo. […] Y hay cosas en la vida -juguetes de la vida, como decía Salaverría- tales como la novela picaresca, los lienzos de Brueghel, las canciones populares y el tabaco fumado en pipa, que no se pueden saborear si está uno peripuesto y vestido de señorito. La pipa paricularmente es incompatible con lo “chic”.[Pág. 51].

El cantar a un niño para que duerma es un gran motivo poético y el origen de un género musical y coreográfico: las canciones de cuna […]. Y como asturiano y como asturianista, me emociono con estas canciones cantadas por una madre en un ambiente típico: la paz de la quintana en una tarde triste, húmeda y llorona de orbayo. Así estas canciones monótonas y dolientes obligan a imaginar corredores aldeanos, parvas y balagares, la voz lejana del arrapiezo que “llindia” la vaca, el tintineo de las esquilas y, en fin, todo esto que compendia el paisaje y el alma de “mi Verde Erin, de mi católica y pintoresca (4) Asturias” -empleando la frase precisa de Clarín.[Pág. 53].

¡Pobre Caperuchito! ¡Quisiera que fuese tan asturianista como yo![Pág. 54].

Su tercera salida. […] casi todo el tiempo llevé yo el nene en el cuello […] Subiendo el Padrún cruzábamos con vendedoras que venían con sus borricos del mercado y alababan mi conducta por llevar el niño en brazos. Al parecer son pocos papás los que hacen esto. […] En el regreso muchas personas admiraron al niño por lo desarrollado que está para dos meses […] (5).[Págs. 55-56].

Primeros azotes, precisamente el día que cumplió los tres meses […]. Los azotes y los cogollos de oro. [Título de un epígrafe en los que se divide el reportaje en el que figura anotado a lápiz “Publicado”. Igualmente versa sobre su teoría de la educación por parte de los padres]. [Pág. 63].

El día de la Ascensión […] le hicieron por primera vez la señal de la cruz. Yo no sé qué provecho le reportará este acto cuando aún no se apercibió de él y su manita fue guiada […]. Otra novedad […] se le escapó la primera lágrima. A ver si en la vida se le escapan tan pocas como a mí […]. En diversas ocasiones sentí venirme las lágrimas a los ojos pero sin derramarlas y casi siempre por motivos de emoción poética o patética, no dolorosa, como la impresión que me produjo un lienzo en el museo de Arte Moderno [...].[Pág. 71].

Cuando yo era un chico se me ocurrían frases más o menos filosóficas que apuntaba en mis estropeados cuadernos. Una vez escribí lo siguiente: “Un niño es un hombre puesto en ridículo.” […] Cuando hablamos del hombre “en genérico” nos lo imaginamos en la plenitud de su vigor, de su talento y de sus elevadas facultades. Un niño es categóricamente un hombre y como en él estas facultades están sin desarrollar, la impresión que producen sus actos es dispar con su condición, es lastimosa y ridícula. Claro que esto aparece así visto desde donde lo ven los dioses, desde donde estaba yo cuando se me ocurrió aquella frase. Cuando al pensar lo hacemos con la conciencia de que somos mortales y de que algún día fuimos niños, entonces mi frase ya no será una sentencia olímpica sino simplemente una greguería (6). [Pág. 73].

La madre y la abuela del pequeño héroe insisten en que tiene las manos grandes y feas. Quisieran para él unas “manos ojivales”, como decía en unos versos a su novia el ya aludido Gerardo Diego (7). Ahora que estoy releyendo la “Filosofía del Arte”, Taine me sorprende con esta consideración […].[Pág. 74].

La estridencia de la gaita asturiana la oyó Caperuchito hoy por primera vez. También la canturria del grillo […]. Tres acontecimientos en un día, porque en esta fecha se vistió de corto y le retratamos y trabajó como actor teatral. El vestirle de corto resultó un acierto pues “ya se lo pedía el cuerpo”: está crecido y gordito y le parecían mal aquellas mantas largas que dejando ver solamente la cabeza y los brazos y dan a los bebés el aspecto de sirena.[Pág. 79].

Para celebrar el triunfo/un banquete planeamos,/pero quedó en café y churros/ porque estamos racionados/ (8).Pág. 80].

[…] asistió a una romería [fuimos con él] a Las Segadas para pasar por aquellos hermosos contornos la tarde. Allí nos enteramos [de la romería en otro pueblo vecino] [en la romería, como ambientación] un altavoz, unos incansables (9)y una gaita: vimos bailar al son de ésta a un viejo-mozo y a una niña-vieja. Yo sólo bailé dos piezas […] [el pequeño] muy contento. En esto no se parece a mí. A mí me gustó siempre divertirme pero no en las romerías precisamente. Por la razón de que no soy gregario, siempre opté por el carácter privado de la diversión y cuando asistía a una romería volvía con “spleen” […]. Este tedio de las romerías no es un fenómeno particular; es común en nuestra región donde el refranero y las canciones le reflejan como una psicosis endémica: “El que va a la romería, pésai al otru día”. “Vengo de la romería/vengo triste y fui contenta”. “Fuiste a la romería/yo non te lo mandé/viniste sin el mozu...”. “La primera vez de mió vida/que fui al Carmín de la Pola/subí la cuesta llorando/y vine pa casa sola”.[Págs. 85-86]. 



NOTAS

    (1) La enfermedad que precipitó la muerte de la madre de Benxa debió de manifestarse ya durante el parto. De ahí que el bebé tuviera un ama de cría y que el hijo de ésta, que garantizaba la leche natural para ambos, fuera denominado “hermano de leche”. Este hermano de Benxa lo visitaba con frecuencia, todavía por los años 60, saludándolo efusivamente con un cálido: _¡Hola, hermanu!.

    (2) Se remite de nuevo a la nota nº 5 de la entrada anterior, nº 233.
    (3) La noción de higiene entendida como limpieza, es reciente. Al menos durante el siglo XIX y aún en los años cuarenta del siguiente, observa significados de más amplios. Ha venido siento objeto de estudio monográfico y científico desde varias disciplinas.

    (4) En el enunciado que prometimos referir por última vez los invariantes o constantes que afloran como términos conceptuales en los trabajos de Benxa, omitimos uno igualmente que hace las veces de convidado permanentemente en sus citas: pintoresco, lo pintoresco. En cuanto a las nanas en asturiano continúa escribiendo Benxa que él mismo las utilizaba para adormecer a su primer hijo pero, para su asombro y decepción, le sonaban en sus adentros piezas del cante hondo, en vez de a tonadas asturianas.

    (5) Efectivamente, debía de resultar difícil sacar a una criatura recién nacida adelante durante este segundo año de la posguerra. De ahí la admiración cuando se conseguía, lo que siempre resultaba más factible cuanto más desahogada fuera la posición social de los padres, aunque no fuera éste el caso que aquí se trata. La mortandad infantil entre la base social, más aún en los núcleos industriales y urbanos que en los rurales, se supone que debió incrementarse durante estos años de tan acusada escasez de alimentos de primera necesidad. Cuando el autor menciona esta expectación que suscita el rorro por su buen desarrollo físico, no creemos que se trate tanto del orgullo del padre que lo narra como de la difícil crianza de los bebés por aquellos años de precariedad. Baste la cita de Benxa en el mismo reportaje, cuando el niño recibe de su padrino como bollo nada menos que “una libra de chocolate, regalo que estimamos mucho por lo que escasea el artículo” (pág. 57). 

    (6) Como greguería debió bautizar Ramón G. de la Serna (1888-1963) sus aforismos literarios tan originales. Frases cortas de contenido humorístico muy particular: sorprendentes, agudas, ingeniosas, juguetonas con el lenguaje y la lógica. Su lectura parece ser que fue muy estimada y frecuentada por Benxa (información oral). 

    (7) Benxa conoció en Gijón, siendo estudiante, a Gerardo Diego, según expresa en el reportaje Escuela de Industriales [Entrada 231-, 12-4-2019]. No le agradaba su poesía que la denomina algo así como creadorista; demasiado moderna, sin el tiempo ni la rima a los que sometía el entonces estudiante su poesía a la manera clásica. Incluso le llegó a entregar en persona unos versos -es el término que utilizó Benxa, no poemas y apenas poesía-, por los que el poeta, ya con cierto reconocimiento, no manifestó mayor interés, aportándole su opinión como una simple cortesía, según cita el joven aprendiz de poeta.

    (8) Una tía del niño terminaba el bachillerato, todavía por entonces muy restrigidamente cursado por mujeres y casi siempre, como en este caso, orientado a la formación de maestras nacionales, una de las primeras profesiones femeninas del siglo XX. Se hace observar en este pasaje que en vez de café, se deseaba celebrarlo con un chocolate a la taza, de siempre muy apreciado por Benxa. Esa clase de estrofillas puramente graciosas y pareadas acostumbraba Benxa a componerlas con gran facilidad y sobre la marcha, a propósito de cualquier acto menor. 
    (9) Parece referirse con incansables a una charanga o grupo reducido de músicos que tocan principalmente percusión y metal, recorriendo fiestas privadas o públicas allí donde se les contrataba. Incansables debió ser el nombre que se les daba al menos en Asturias, siendo el de txaranga, en otros lugares, especialmente en el País Vasco, junto con Valencia las áreas de mayor actividad.














jueves, 18 de abril de 2019

233. Reportajes

Letra>Reportajes
Entrada 233. Publicada 18-4-2019










Benxa con su mujer Emilia posan con su primer hijo, el hombre cuyo primer año de vida retrata,
 esta vez de forma literaria un padre en forma de reportaje. Obsérvese que el título del mismo,
muy sugerente, incluye el término historia, apareciendo igualmente en ocasiones la denominación
de memorias. Trátese de un género u otro o de su pluralidad reunida, lo que realmente queda de manifiesto
es la doble participación de ambos sujetos como actores, a la vez inmersos en el ambiente de la época
reflejado en múltiples aspectos de interés, más allá de los relativos a la crianza de un recién nacido o a las
reflexiones que suscitan a Benxa el desarrollo del comienzo de la vida de un hombre.








Reportajes (1934-1983). Autobiografía, cultura tradicional, historia de familia, historia social, literatura popular.

Reportaje Historia de un hombre de un año1942 

Fragmentos, introducción y notas

Hace este ejemplar el número cuatro en el orden cronológico de la colección de reportajes, precedido por Revolución del 34Viaje a Francia Tabor. El autor se encuentra en un momento de plenitud vital e intelectual. Tras las experiencias dramáticas de la revolución octubre 1934 y la guerra prácticamente inmediata, su vida recupera la normalidad del trabajo, disfruta del trato con el paisanaje de Olloniego, se deleita poéticamente en el entorno rural y natural, en lo cotidiano que le llena por completo. No reanuda, porque prácticamente no abandonó, sus aficiones literarias durante los tiempos hostiles. Se incorpora además un cambio decisivo en su estado civil, al contraer matrimonio en 1940 con Emilia Quintana y asiste, al año siguiente, a la experiencia del nacimiento de su primer hijo, a la paternidad que vive en directo y revive literariamente. El reportaje deja testimonio del sentimiento de padre creciente progresivamente, de la evolución del ser humano en general a través de la de su hijo a lo largo de el primer año de vida. Como el resto de piezas de este género, las memorias sobre el bebé, inseparables, incluso notablemente más reducidas que sus propias reflexiones paralelas, aparecen divididas en epígrafes, cada uno de breve extensión, entre una y tres páginas (1). No obstante este reportaje en concreto observa un alcance muy superior en su extensión y, especialmente, en la amplitud y profundidad en sus contenidos respecto a los anteriores publicados [Entradas 222-232, 29 marzo a 13 abril 2019]. Será el lector quién decida sobre el interés de este último reportaje a nuestro juicio especial y superior respecto a los consultados. Con el que se da por concluida esta sección inédita de la línea literaria de Benxa, retomando la sección interrumpida de su labor como recopilador de lo que consideraba piezas del patrimonio asturiano desconsideradas y en peligro inminente de desaparición desde los años 1960.



Estaba sugestionado con aquella biografía de Baroja [Juventud, egolatría] cuando nació [F.M., su primer hijo, 1941] y me puse a escribir los incidentes de los primeros días de su vida; cuando me di cuenta había escrito tanto o más de la mía que de la de él y con la ventaja de que como lo hago para la intimidad, no tengo entre el pensamiento y la pluma ese “abismo ocupado por el amor propio y la vergüenza” que, como decía una escritora francesa, existe entre el pensamiento y las cuartillas, sin que sean unas memorias tan íntimas y tan sinceras como las que León Tolstoy llevaba escondidas en las botas para que no trascendieran a nadie, ni a sus familiares.[Pág. 2].

Escribir, no importa la calidad de la letra (2), escribir siempre fue mi debilidad, aunque no lo practiqué gran cosa, de la misma manera que siendo entusiasta de las cumbres, apenas practiqué el alpinismo […] El escribir es un acto libérrimo y puede expresar lo que se te antoje. Leer es un acto pasivo y escribir un acto dinámico. El que lee siembra y abona en su propio espíritu, pero el que escribe ofrece noblemente el producto de una germinación de ideas.[Pag. 5].

La noche que precedió al nacimiento hube de levantarme a una hora la mar de intempestiva y tomar la carretera de La Mortera que estaba oscura y llena de lodo […] sin afirmar y yo caminaba bajo chaparrones y en las tinieblas, hundiendo los pies hasta las rodillas […] iba a aquel pueblo a buscar una comadrona […] La señora que buscaba, una vieja aldeana, viuda y de muy digna presencia […] se vistió en el acto […] y con ella emprendí el regreso.[Pág. 7].

Por feos que sean los hijos -se dice con frecuencia- a los padres siempre les parecen hermosos”. Yo no he experimentado ese fenómeno que es la deformación del gusto por el sentimiento. A los artistas les ocurre algo por el estilo; el sentimiento artístico es como un espejo anamorfósico, que refleja la realidad de un aspecto diferente.[Pág. 8].

El que ante un cuadrado ve un cuadrado y pinta un cuadrado, pasará por un artista, pero no es más que un artífice. El que ante un cuadrado ve un cuadrado y pinta un rombo, no tiene sentimiento artísticos sino la expresión, no es un artista sincero sino amanerado, para él no existe la facultad artística y precisa para la creación, un esfuerzo que, por una economía inversa, desvalora, en vez de acrecentar, la obra de arte. Por fin un tercero que ante un cuadrado ve un rombo y pinta este rombo que ve, es el verdadero artista, el que crea sin deformación intencional ni esfuerzo: este es el artista por antonomasia y por excelencia.[Pág. 8].

La madre y las tías [de Caperuchito, apodo del bebé en el reportaje] no pueden darle mucha gracia porque apenas la tienen para sí y que no tomen esto a ofensa porque para mí, el ser sosa una mujer es una cualidad que contribuye a su belleza plástica; el prototipo de mujer sosa y nada efusiva es una estatua y al elogiar los atributos de una mujer sacamos a relucir el termino “estatuaria”.[Pág. 21].

Quisiera que fuera para la ciencia y el arte un escéptico en el momento de aprender y una personalidad en el momento de discurrir, yo que pienso, como los griegos, que esto de tener personalidad es la mayor satisfacción de la que puede gozar un hombre.[Pág.21].

Desde luego que estos deseos míos responden a mi índole espiritual y acaso la personalidad de él sea el no tener personalidad. En mí fue una manía casi, esta obsesión por la originalidad, por huir en las costumbres y en las ideas del ritmo y de los conceptos corrientes; prefiero hacer un mal papel a hacer el papel de todo el mundo, juzgando acertadísimos aquellos versos del teatro clásico español: Quien vive sin ser sentido/ Quien sólo el número aumenta/ Y hace lo que todos hacen/ ¿En qué difiere de la bestia?[Págs. 21-22].

¿Ministro o poeta? Que sea ministro, que sea más si puede... pero que no le falte algo de poeta. Recuerdo esta nota de mi adolescencia: “Preciarse de ser poeta, de hacer alarde de sensibilidad, es como jactarse de padecer un mal cualquiera; en ambos casos es poner en evidencia cualidades desgraciadas”. El ultrasensible se encuentra en situaciones morales ásperas que no lo son para un espíritu normal, así como un espíritu normal padece en circunstancias que no afectarían en lo más mínimo a un bruto. Pero el ultrasensible, el poeta, ve idealizada, embellecida la realidad y hasta la realidad dolorosa, a través del prisma de su fantasía y de la fibra de su sentimiento.[Pág. 24].

Yo fui poeta y lo soy. Ser poeta es muy práctico, aunque unánimemente se crea lo contrario, sirve para esto: cuando se encuentra uno en un situación enojosa, se pone en actividad la imaginación, se parangona la situación propia con la de tal o cual héroe e incluso se describe el trance en estrofas bien medidas y rimadas. Entonces el momento pierde mucho de su aspecto sombrío, se embellece y hasta es preferible padecer el trance.[Pág. 24].

En Madrid (3), más suspicaces, descubrieron en mi al poeta, no por las décimas, porque allí no tenía tiempo para escribirlas, sino por la vitola: el indumento un poco descuidado, la “originalidad” en las ocurrencias y en la conducta y sobre todo el pelo, abundoso y enmarañado. Franch, un compañero de estudios, me llamaba el “Fígaro” de la academia y yo estaba ufano con el remoquete. Por entonces -1930- conocí deambulando por Madrid a un individuo mísero que ostentaba el corte y los detalles de los clásicos artistas de la bohemia: largo y raído gabán, sombrero de alas espaciosas, larga melena, ampuloso lazo en el cuello y la característica pipa entre los dientes. Yo le miraba con curiosidad como a ejemplar superviviente de un género desaparecido y le conocía por “el último romántico”.[Pág. 25].

¿Es guapo o es feo el nene? No me da más. Me ratifico en que es la sustancia gris lo que de él más me interesa. […] William Crockes hizo un símil admirable para demostrar la importancia del cerebro […] todos los demás órganos y miembros del cuerpo están supeditados al cerebro y no tienen más razón de ser que el de sostenerle y servirle. “El hombre es un cerebro que se ha creado órganos”.[Pág. 26].

A todas las preguntas que me hagan los importones acerca de la orientación intelectual que he de dar a mi hijo, tengo preparadas adecuadas réplicas, todas ellas de carácter ambiguo e indeterminado: ¿Qué va a estudiar tu hijo?: _Libros./ ¿Para qué va a estudiar tu hijo?: _Para saber./ ¿Qué va a ser tu hijo?: _Cualquier cosa menos futbolista.[Pág. 26].

Yo siempre estimé mucho esta condición de asturiano y, contra lo que se me predique, la antepongo a la de español. Siento y amo más a Asturias que a España y los que me digan que siento disparatadamente, les replicaré que ello obedece a lo que Pascal llamaba “razones del corazón”. […] España no es una realidad, sino una suma de realidades, o más bien un conjunto de realidades heterogéneas y por eso a España no se la puede amar sino con un amor intelectual que implica el conocimiento previo de circunstancias raciales, geográficas, etc.[Pág. 28-29].

Ha cumplido un mes (4) [...]Reír todavía no se ríe con franqueza, no salió aún de la categoría de angelote […] Yo no le quiero gordo porque se me antoja que lo que va en materia irá de menos en espíritu. Será un prejuicio, pero creo que conviene mejor a un sujeto espiritual menor cantidad de masa: le quiero un tipo fino, ligero, ingrávido.[Pág. 32].

Hizo su primera salida de casa (5). No había de abandonar el techo natal hasta que su madre le llevase a ofrecer a la Virgen […] No sabemos aún si el nene será rubio o moreno; el color de sus ojos es indefinible: es un pardo subido y lechoso, y que cuando sea mayor me perdone la comparación, pero son, a mi parecer, del color del ciénago de esas charcas donde los renacuajos […] pero tuve que recurrir a este ejemplo en el trance de buscar una imagen exacta.[Págs. 33-34].



NOTAS

  1. Figura en la última página fechado el 17 de febrero de 1942, el día en que cumple el año el hombre de la historia. Se citan algunos títulos de los epígrafes en que se divide el reportaje. Dominan los títulos a la medida del contenido sobre las entradas simplemente fechadas, más propias de un diario, lo que no se corresponde con la naturaleza de reportaje como tal, si bien el mismo autor refiere algunas veces el texto como memorias del pequeño. Elogio de la cobardía. Campanadas. Do-re-mi-fa-sol. El miedo. ¡Ea, ea...!. El bohemio. La camisita de rayas azules.. El hombre de carrera. El cura que le bautizó. El bien y la idea del bien. Paso a la prole (descendencia numerosa). Hermanitos de leche. La hermosura de los hijos. La tentación de Baruch Espinoza. Literatura de ida y Literatura de vuelta. Monaditas. La moral comparada. Borona. Lo que dijo el doctor angélico. Los idiomas y el mar. Primer golpe. Travesuras tardías.
  2. Su padre no veía con buenos ojos los primeros escritos de Benjamín adolescente, dígase su inclinación por la escritura. Le reprochaba a la par su mala caligrafía, lo que Benxa defiende como una virtud de quién escribe mucho. Ambos datos figuran en este mismo reportaje.
  3. Se refiere al curso pasado en Madrid preparándose para obtener el título de aparejador, en régimen de excedencia laboral, pues ya ejercía como topógrafo de mina en Olloniego en vida de su padre.
  4. Y el reportaje va en este punto por la página número 32, con escasas menciones, intercaladas, dedicadas al bebé. No constituye sorpresa alguna, el mismo autor lo anunció al comienzo y al hacerlo convierte el texto, entre otras cosas, en unas memorias dobles y compartidas: la del hijo, la del padre y la proyección del padre sobre el hijo.
  5. En el texto aparecen con frecuencia la mentalidad, costumbres, rituales y tradiciones vigentes por esos años -y procedentes de las décadas anteriores- en torno a la crianza de los neonatos. Por ejemplo, admirar el sobrepeso -más acentuado aún en un momento de escasez y racionamiento de alimentos-, el momento establecido para la primera salida del bebé de casa, pautada a partir de cumplir el mes; abrigarlos con numerosas mantas, vestirlo de corto a determinada fecha, la expectación que causaba los bebés en una sociedad más ruralizada de lo esperado en una región industrial debido a la situación histórica puntual en que se desenvuelve el reportaje.















lunes, 15 de abril de 2019

232. Reportajes

Letra>Reportajes
Entrada 232. Publicada 15-4-2019








A la izquierda Benxa con el trasfondo de la puente vieya de Olloniego.
Una toma feliz cuando en el frente proseguía el enfrentamiento
más cruento en los últimos territorios republicanos más estratégicos
(Ebro, Cataluña y Madrid).





Reportajes (1934-1983). Autobiografía, cultura tradicional, historia de familia, historia social, literatura popular.

Reportaje Tabor1936-37.

Fragmentos, introducción y notas

Su presentación física repite la de todos los ejemplares de la colección, un simple cuadernillo confeccionado por el autor, mecanografiado a un espacio, lo que repercute en la densidad del contenido de sus 41 páginas con formato de cuartilla apaisada, escritas a doble cara. Resuelve la encuadernación del lomo con cinta de papel adhesivo re-aprovechado de las hojas de sellos de correo postal, reforzándolo con grapas. No figura fechado, pero no hay duda de que fue escrito en veces a lo largo de 1937 ó 1936 y 1937, a diferencia del titulado Revolución del 34 (el primer reportaje conocido de la serie), que redacta apenas pasados unos días tras la reducción del conflicto. Aparece firmado con un seudónimo inusual y exclusivo para este texto, nombre y apellidos que figuran y responden a las iniciales O.V.F. El texto relata los distintos episodios vividos durante la guerra civil, con menos intensidad emocional y más racionalidad que el tono que se aprecia en el anterior centrado en sus vivencias durante la revolución del 34. 
_Me (nos) incluyeron en el bando nacionalista, como franquistas, porque eramos religiosos e íbamos a misa. Era el comentario verbal más repetido respecto a su posición en el conflicto civil. Todo lo contrario a la expresión dilatado y exhaustiva que obtiene con la lectura del reportaje Tabor. Más que un diario -género que nunca cultivó- se trata de un reportaje por episodios o capítulos, cada uno con el título apropiado a lo que en él se cuenta. De oídas apenas conocíamos un dato más, con el anterior las únicas alusiones a su vida durante la guerra. Citaba el periodo de privación de libertad en la iglesia del Sagrado Corazón de Gijón y el inminente fusilamiento de los reclusos con él allí encarcelados. La experiencia emocional previa queda descrita en el documento con el estilo preciso y a la vez trascendental y reflexivo, si bien finalmente no se procedió a la ejecución. El templo gijonés tan sólo fue uno de los múltiples destinos impuestos durante el conflicto. Reclutado en batallones disciplinarios, lo mismo fue destinado a proyectar un tramo de carretera que a realizar trabajos forzados. Permaneció encarcelado en varios centros, pero consiguió evitar el alistamiento en los batallones del ejército de Franco, y entre episodios de cárcel, aislamiento y los antedichos se intercalaron periodos prolongados de ocultamiento en casa de familiares o amigos de tendencia republicana. El texto recoge cómo progresivamente va considerándose integrante de la facción que inició el conflicto armado y tomando forma la consideración de los republicanos como enemigos. No sólo escribe sobre sí mismo en tales circunstancias, como cabe esperar de su tendencia natural al individualismo; sus reflexiones personales se trasladan universalmente al hombre y por ende a la fractura social que entraña un conflicto de tal magnitud. Aunque pueden leerse algunas referencias de clara animadversión hacia el ejército popular, su formación cultural, sensibilidad, espíritu crítico y filosófico-especulativo impiden calificar el reportaje como una exaltación fanática ni estrictamente partidista del bando fascista. Más bien puede decirse que sorprende la moderación y la ausencia de odio visceral hacia el bando en que la división social lo había situado. Todo parece indicar que el antecedente de la revolución del 1934 lo había fortalecido y preparado mentalmente para enfrentarse a una guerra que se presentía como inevitable.
Vivía sólo, soltero, aislado de familia y amistades, pero supo conducirse con moderación entre la tragedia de la guerra. Los párrafos seleccionados dejan testimonio de cómo sus recursos culturales o su patrimonio personal inmaterial amortiguaron los efectos dramáticos y le permitieron sobrellevar sin desfallecer intelectualmente y sin traumas el año abundante que duró la guerra en Asturias. Así consta al menos en alguno de los párrafos que siguen.





[Cita que abre el reportaje].

Oh, que divina alegría
la que nace del dolor 
en una rosa de olor 
que en el Calvario se cría
y florece en el Tabor.   

(Verdaguer)




Horas de encierro. Muchas veces combatía el tedio cultivando temas de Arqueología, dilecta afición mía, y mientras tomaba notas de la erudita obra “Asturias Monumental, Epigráfica y Artística de […]. [Pág.3].


[…] exponía un articulista: “la criminalidad de los pueblos -decía literalmente- está en razón inversa de su cultura artística” ¡Qué verdad y qué sarcasmo! [Pág. 4].


Revolución y regresión. La revolución tenía sus coladuras. En su afán de romper con el pasado y establecer normas inéditas, a veces nos pone frente a frente con circunstancias pretéritas que la evolución paulatina había hecho desaparecer. Llegamos a hacer uso diario del pan de maíz, a improvisar jergones de hoja, a mendigar fuego por las casas para encender la lumbre y a alumbrar con candil (1). Todo ello de un uso simple, patriarcal y remoto. A mi me alegraba esta retrogresión porque siempre fue tradicionalista [de gusto por la forma de vida y la cultura tradicional] en el sentido académico de la palabra. [Páginas 11-12].


[Referido al batallón disciplinario donde sirvió] formaba aquel sector de la juventud ilustrada que había tenido el infortunio de ser sorprendido en dominio rojo […]. [Pág.19].


Yo, tímido, sin saber disparar un fusil, inepto en absoluto para las cosas de la guerra y con un peso de sesenta kilos escasos me sentí avergonzado al considerar que era sobrino [de Fernando, hermano de su padre] de un héroe de aquella guerra, gigante, atlético, que tras de sufrir la campaña de Marruecos fue a la Gran Antillas a hacer proezas guerreras y recorrió la isla, a pie, de punta a punta. Hoy figura su retrato como tipo de soldado español en un salón del Centro Asturiano de La Habana (2). [Pág. 25]. 


Una tertulia de melómanos que nos congregábamos en el dormitorio de un chico abogado, muy inteligente en música. Está enfermo y tan consumido [...][Pág. 27].


[Desde] la quinta de los escudos flordelisados fui destacado a un pintoresco [categoría estética que repite incesantemente en trabajos letras y aplica insistentemente también en los Laminariums] pueblecito ribereño del Nalón. [Pág. 29].


[…] campesino de leche y heno (3). [Pág.30].


CASTILLO DE PRIORIO. El castillo de Priorio es hermoso. Une a la silueta medioeval de sus torres el aspecto formalmente de su moderna construcción. Cuando íbamos a bañarnos al río o a lavar nuestra ropa admirábamos la altanera mole reflejándose en un remanso. A lo lejos el Aramo ingente y azulado sirviendo de fondo a un panorama de variados tonos verdes y foliáceos (3)[Pág. 31].


[Encadenados, camino del puesto de destino:]
_He perdido un chanclo, dijo S.G.
_¿Qué? preguntó V. sin comprender
_Que he perdido un chanclo. Tengo frío. [Pág. 32].


(L. Andreiev, “Los siete ahorcados”. [Pág.32].


[…] me dieron un fusil. _No lo sé manejar. _No importa; tampoco te damos munición. Vas de patrulla, que una patrulla siempre parece muy bien en la población. [Pág. 41].


[En el parque de la ría de Avilés, ante monumento a Pedro Menéndez de Avilés ¡el primer veraneante de Palm Beach! (3). [Pág. 41].




NOTAS
  1. En la sección del blog Cuadernos de notas Benxa recoge un listado de artículos objeto de trueque durante los años de la guerra, así como su valor, tanto el de los productos alimenticios del campo como el de los que canjeaban los residentes en núcleos urbanos.
  2. En sección Cuadernos de notas, pone a su tío Fernando Álvarez como una especie de bandolero, en cambio aquí aparece heroizado. 
  3. Formas de supervivencia. El arte como trinchera imaginaria, o purgatorio. (Lo literario, lo poético, el humor, el sarcasmo, la crueldad].