Entrada 235. Publicada 21-4-2019
Reportajes (1934-1983). Autobiografía, cultura tradicional, historia de familia, historia social, literatura popular.
Reportaje Historia de un hombre de un año. 1942 (final).
Fragmentos, comentarios y notas
El miedo. ¡Duerme mi ninín, que vien el coco! ¡Duerme mi ninín que vien el papón! ¿Quién es el papón? El papón es el coco de los nenes de Asturias. El coco no existe en ninguna parte […]. Los niños asturianos son privilegiados para la formación de su coco. Allí donde el clima es seco y la atmósfera diáfana, no se ve más que el mundo real: en este país de cendales de niebla, de llovizna y de sombrajes, en el paisaje opaco y borroso, se ve otro mundo además del real y la misma Naturaleza ayuda a la imaginación a albergar en la fantasía infantil este engendro que es el papón.[Pág. 87].
A los cuatro meses su madre pesó al niño […]. A su edad le correspondía [un peso inferior], según tabla que figura en un libro que prestaron [a la madre] y que trata de la crianza de los niños. La madre tomó muy a pecho la lectura de este libro y continuamente le consulta. Yo, aunque también tengo fe en sus máximas e instrucciones, me rió de ella porque hizo de su texto un artículo de fe […]. Para su estado apreciar / debes al niño pesar. / Pésalo cada semana / y así sabrás lo que gana. [Pág. 93].
Ayer se me ocurrió llevarle al cuarto donde doy clase y los dos chicos a quienes explicaba celebraron mucho verme aparecer con el bebé en el cuello, pero yo me arrepentí de dar este espectáculo porque parecía quitar seriedad a la labor ¡con la importancia que doy yo a esto de la enseñanza!. [Pág. 95].
Hoy le (1) llevamos a Gijón donde pasamos el día. Tenía yo muchas ganas de que lo conocieran los primos […]. A nuestro nene Minerva [hermana de Benxa] le tenía hecho un abriguito azul con caperucha. [Relación con el apodo del bebé y el traje con el que aparece fotografiado recortado en silueta en la página de cortesía que sigue a la portada del reportaje (Entrada 234, 20-4-2019)][…].Hace unos días recibimos las fotografías que le hizo Rómulo [en el mismo viaje] […]. Cuando me entregó Emilia las fotografías me olvidé […]. Nunca gocé tanto viendo un retrato como entonces y creo en aquel momento sentí esa alegría que me anunciaban mis amigos, que esperaba recibir al nacer el niño y que sin embargo entonces no experimenté. [Págs. 97-99].
No sé donde leí acerca de una tesis que una estudiante defendió o rebatió sobre el porqué el cariño de los hijos hacia los padres es inferior al inverso […] Yo estaba convencido de esta verdad y celebraba, para no pagar a mi hijo con mayor cariño que el que él me habría de profesar, para curarme en salud, ser una excepción, no queriendo exageradamente, con amor paternal, al nene y dando así una patada a esta injusta correspondencia del amor filial con el paterno. [Pág. 99].
No sé lo que Caperuchito estimará el día de mañana estas memorias; dependerá de la clase de espíritu que revele; si ha de ser un utilitario nada las apreciará, pero si ha de parecerse a mí, es decir, si va a ser un platónico y un romántico, encontrará en ellas un venero inestimable para su autobiografía. Yo quisiera legarle, en vez de unas memorias, una porrada de miles de duros o mejor las dos cosas, pero no podrá ser porque yo no sé ganar duros, soy un platónico y no puedo triunfar en la vida. [...]. Pero esto de ser triunfador de la vida [“de la vida” aparece subrayado]es una fortuna intransferible y lo más que puedo hacer en atención a mi hijo, es desearle que tampoco tome en serio las cosas de este mundo bajo y fugaz. [Pág. 101].
¿Será travieso o será formalito? No; que sea travieso, que sea travieso, que sea por lo menos durante una temporada travieso para cumplir con su condición de niño. […] Yo de niño era casero y aposentado. Llegué a ser travieso tarde, como también me casé tarde: soy en todo un “serondo” como decimos, empleando una voz itálica, los asturianos. Cuando vine de Mieres para Olloniego fue cuando comencé a salir de casa y del cascarón y a eso creo que debo la salud. [un maestro de Olloniego le decía:]”_Si hubieras seguido en Mieres te hubieras muerto” (2).[Pág. 106].
Este día le llevamos a una huerta que su abuelo cultiva […] y estuvo allí la mar de contento. Tendrá más afición que yo a la horticultura: siempre fui muy apático para esto […]. De pequeño, en Mieres, iba con mis hermanos a la huerta de Ultramar y me aburría viendo pasar la máquina de la mina Baltasara. [Pág. 111].
Casi de repente notamos en él un cambio, un progreso psicológico notable. Atiende mejor a las cosas y cuando algo le llama la atención se fija mucho y se queda pensativo. También se ríe y llora con más oportunidad; antes prodigaba sonrisas y lloriqueos sin ton ni son; ahora sólo ríe o llora cuando viene al caso y se ve que las cosas le hacen más afectos. Hasta ahora era casi como una célula, un ser organizado y sensible, pero con ausencia de tonalidad afectiva; ahora va apareciendo ésta y perfilándose su personalidad; es cuando comienza a hacer gracia, cuando empieza a “engañar” a los padres, como dicen aquí en la aldea […] este progreso lo notamos de un día para otro […]. Yo creo -lo creo a medias, desde luego- que se trata de un fenómeno de “mutación” verificado en el espíritu, un salto adelante en la naturaleza […]. [Pág. 113].
Todavía no sé lo que es ser padre de un adulto pero creo que en este caso el cariño que se profesa al hijo, hombre hecho, está íntimamente implicado con el recuerdo de cuando era pequeñín: aquél -el mío de hoy- es un entusiasmo perspectivo, el del padre del adulto un entusiasmo retrospectivo; en ambos casos la distancia en el tiempo, jugando un gran papel complicador del afecto como lo juega en el efecto artístico la distancia espacial entre un observador y un lienzo. [Pág. 119].
La sinceridad. Como todos los caminos pueden llevar a la adversidad, si uno llega a ella por ser sincero tiene el lenitivo de la honradez, pero si cae en la desgracia por la doblez y el fingimiento, el daño es peor […]. Ser sincero es la mayor de las satisfacciones... ¡Cómo te interesan, Caperuchito, estas consideraciones morales! Por lo menos ahora callas ¿Es que ya disciernes?. [Págs. 120-121].
“_Cuándo tendrás más juicio!”, me dice mi mujer. “_Cuándo quiera ser un desgraciado, Emilia”, respondí yo. Hubo quién afirmó que el mundo es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan. [Pág. 130].
En el suelo echado, a gatitas, ¿En qué se diferencia el niño del caracol, del sapo o del perrito? ¿Es más que un animalejo sucio, voraz y molesto? No es nada más. ¿Y por qué en este bichito que es el niño prende la chispa de la razón, la llama de la razón, el incendio de la razón y en los otros no? La razón es maravillosa […]. [Pág. 137].
Le gusta, le gusta la boroña. Y les fariñes también. […] Ya podemos decir que se cría con borona, como los antiguos. Nuestros viejos para explicarse la inferioridad de los actuales mozos, dicen “que no se criaron con borona” como ellos. [Pág. 138].
En la aldea sufre uno el desatinado criterio de la gente sobre los méritos o el valor propios. El medianamente dotado es el pobre tuerto en un país de ciegos, sugestionado con las alabanzas de los indoctos. A mí, por ejemplo, se me hizo creer que pintaba bien. Tuve desde niño gran afición al dibujo y hasta cierta disposición. [Cuando vivíamos en la casa de …], una de las paredes del comedor la llené de dibujos a lápiz. Mi padre veía bien esta inclinación mía, me dejaba hacer y aquella pared tenía ya más interés para los de casa que la de una estancia del Vaticano o la de un abrigo prehistórico. Me acuerdo que una vez la examinó mi primo Vital Buylla y me avergoncé cuando elogió aquellas figuras (3). [Pág. 151].
Hoy cumple el año. Caigo e la cuenta de ello ahora, en la oficina. Por la mañana, antes de venir, le vi en la cuna. Mi mujer también y ambos le contemplamos, como siempre. ¡Pero somos unos padres tan sosos que se nos olvidó lo del cumpleaños y no felicitamos al angelito! [Pág. 156].
NOTAS
(1) Al comienzo del blog ya advertimos del leísmo de Benxa, del que también participaba su padre. No se advierte de ello por primera vez, pues ya fue objeto de mención en una de las columnillas laterales al texto principal de cada entrada, allá por los comienzos del blog, en el año 2016.
(2) ¿A qué razones pueden responder de esa debilidad o supuesta enfermedad que maestro y el propio Benxa atribuyen a su niñez hasta los doce años en Mieres?. ¿Fue real su debilidad física o enfermedad tal? Se hacía eco de la topografía higienista tan difundida durante el siglo XIX que atribuía al lugar y su clima factores determinantes para la salud? Ya se apunta a un Mieres villa industrial y, como era común desde el crecimiento urbano decimonónico, al campo, el medio natural y la aldea como fuentes de salud?. U otras razones tantas posibles. Al respecto mencionar que no sería de extrañar que el menor de los hijos de Manuel y Perfecta enfermara y falleciera. Los siete hijos que sobrevivieron a la pubertad suponen menos de la mitad de los habidos en el matrimonio. Mortandad alarmante por tardía (desde fines de 1880). El año de nacer Benxa falleció un hermano de unos once años y los demás no lo hicieron precisamente de neonatos, sino en los primeros años de vida. Los sentimientos de cariño que progresivamente va expresando Benxa sobre su entonces unigénito, no caben en la mentalidad de sus padres cuarenta-cincuenta años atrás. La muerte infantil era un miembro familiar en casa de los Álvarez Rodríguez. Se convivía con la muerte de ataúd blanco con naturalidad, resultando en cambio un dolor insoportable para Benxa el pensarla para su hijo a propósito de unas fiebres, igualmente contado desde las páginas del mismo reportaje.
(3) En este pasaje descubrimos con sorpresa el origen de las pinturas murales que por iniciativa de Benxa, pintaban sus hijos mayores, lo mismo en la cocina (bisontes de Altamira, juicio final osiríaco del antiguo egipto), que en las habitaciones de estar (figuras prehistóricas esquemáticas del Levante español). Figura al comienzo del blog una referencia a las mismas acompañada de ilustración [Entrada 35, 18-12-2016]. En todos los casos, los originales de las reproducciones seleccionadas por Benxa coincidián con su naturaleza mural, lo mismo que en el datar de las dos eras más antiguas de la civilización humana: la Prehistoria y la Edad Antigua. Del interés de Benxa por la primera en los años de juventud, remitimos a [Entrada 196, 13-1-2019].
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