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Aproximación a la obra de "Benxa" (1907-1989) por Baltasar y Covadonga Álvarez Quintana se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Este blog está bajo una licencia de Creative Commons: Reconocimiento No Comercial - Sin Obra Derivada./ Se permite copiar, distribuir y citar públicamente esta obra, con la doble condición de que se reconozca y mencione a los autores y no se utilice con fines comerciales. Tampoco, y en modo alguno, se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de ésta. Es voluntad expresa de los autores.

miércoles, 31 de octubre de 2018

166. Muestra 5. Cuadernos de notas. Benxa "annotator"

Letras>Cuadernos de notas
Entrada 166. Publicada 31-10-2018









Nota nº1. Resumen
Canje de artículos entre Benxa, acompañado por tres sobrinos niños, y vecinos de Lavandera y La Felguera (Noreña ) durante la guerra civil, 9 y 10 de febrero de 1937. Ida y regreso a pie con los artículos objeto de trueque. En la columna de la izquierda, lo ofrecido por los desplazados, a la derecha el concepto por el que se llevó a cabo el canje. Los “géneros” que ofrecieron los primeros y los “víveres” que entregaron a cambio los vecinos de las aldeas consistieron: 1 caja de cerillas: 3 panoyas, 1 botella de petróleo: 3 huevos y 2 panoyas, otra botella de petróleo: 2 huevos y un pedazo de boroña, 1piedra de carburo y una caja de cerillas: 3 panoyas, 1 caja de cerillas: 3 panoyas, 0,75 ptas: 2 huevos, 2 ptas.: 1 botella de leche para tomar y 3 para llevar, 1 chaqueta de mahón usada y 4 ptas.: 2 conejos, 1 piedra de carburo: 2 panojas. 

(Libreta nº 1, página 145. Comparte espacio en la página con 
otras tres notas más, procediendo a separarlas entre sí por rayas horizontales). 





    Nota nº3. 
    Complementaria y relacionada con la anterior.
    También fuimos a Muñó de Siero el 24 de Febrero del mº año, no se si los mismos. También dormimos en un pajar, sintiendo toda la noche el fuerte ataque a Oviedo y allí cumplí yo los treinta años. Otra vez fuimos al monte por esa parte. E[ ] iba con nosotros y nos dejaba atrás. Hacía un frío terrible. Entramos en una cuadra y yo me abracé a un xatu para “calecer”. En Muñó nos servía la leche un tal F[ ]. Más tarde se incorporó cunado yo, me parece que en el Asturias 29, del Máximo Gorki. Nos llevaron a la posición de La Verruga y F[ ] se mató haciendo prácticas de bombas a mano.

(Nota mecanografiada a posteriori, suelta e inserta en la Libreta Varios, l
a más antigua. Transcripción literal, excepto nombres de personas que se omiten).















lunes, 29 de octubre de 2018

165. Muestra 5. Cuadernos de notas. Benxa "annotator"

Letras>Cuadernos de notas
Entrada 165. Publicada 29-10-2018










Tenía gran curiosidad y retenía muchos datos de la minería y aún de temas distintos, 
máxime de lo concerniente a Asturias. El ingeniero D, Manuel Santa María, decía: 
Preguntad a D. Manuel Alvarez cualquier cosa por rara que sea y enseguida saca 
de su cartera un papel un tanto mohoso, pero con el dato exacto” (1)

[Fragmento publicado en la Entrada 82, 20-8-2017]





 Descubrimiento de una nueva sección en el repertorio de trabajos de Benxa.

Nos equivocamos. Aquella torreta de libretas forradas con papel de estraza y numeradas que veíamos por casa no contenían únicamente lo que suponíamos. No eran una recopilación en volúmenes (en formato escolar) de los fragmentos seleccionados por Benxa de las lecturas de libros, que previamente había marcado al margen con lápiz y a posteriori trasladado a mano a las libretas. El error ya queda patente en la parte segunda de este blog, de título Repertorio (de trabajos), donde lo más próximo al género que posteriormente descubrimos figura como Memorias Lecturas para diccionario de citas (en preparación). Entre aquéllas libretas encontramos cuatro unidades -más exactamente tres manuscritas, una de ellas doble, y un reportaje mecanografiado- que contenían exclusivamente notas. Notas y más notas, un volumen considerable de ellas pese a concentrarse en pocos cuadernos, por lo reducido y apretado de la letra y el aprovechamiento de la superficie del papel. Anotaciones de distintos periodos (al menos cuatro), con indicios que permiten datarlos aproximativa mente. Asunto y temática moderadamente heterogénea, como corresponde a un autor concentrado -que no disperso- en el cultivo de facetas afines que se complementan entre sí deviniendo, a lo largo de su producción, en un todo unitario, estrechamente unido, además, a su manera de ser. El contenido deja de manifiesto su nexo con los apartados que consideramos más interesantes de su labor, bien precediéndolos, bien complementándolos tan extensivamente que acaban por generar una sección independiente. Pero sobre todo resultan destacables dos aspectos de esta colección de cuadernos manuscritos. Uno, el descubrimiento de una faceta desconocida de su producción, un hallazgo paralelo al periodo de articulista, pero dotado de naturaleza propia. Y dos, la inclusión en su repertorio de un género nuevo, el de las notas, de naturaleza menor, pero en su caso y dentro de su modesta dimensión de creador aficionado, autodidacta y de ámbito local, posiblemente de un interés no inferior al de los otros apartados ya tratados o pendientes de examinar.
Hasta aquí pura presentación del Benxa annotator o anotador (2). Anotador cultural -entre tantas clases de notas posibles-, faceta hondamente arraigada en él, que por referencias también se le supone a su padre, Manuel Álvarez (1) y que, de otro modo, tampoco se perdió como hábito familiar en la siguiente generación. 
En comentarios fraccionados y breves se irán desglosando algunos rasgos característicos de esta sección hasta ahora desconocida, dando prioridad a la lectura de las notas reproducidas o transcritas, dada la ilegibilidad de la caligrafía de quién escribe de continuo, como fue el caso de Benxa.



_______

NOTAS
(1) Palabras clave del texto referidas al padre de Benxa e igualmente comunes o relacionadas con la colección de notas de éste. Únicamente se mencionan, aunque se presten a comentarios posteriores por formar parte del conjunto de notas de Benxa: curiosidad, (y, muy especialmente en plural, curiosidades); retener (más bien preservar por escrito del pasado...); temas distintos (algunos ciertamente peculiares); concernientes a Asturias (99%), papel un tanto mohoso de la cartera (la anotación original a trasladar posteriormente a libreta).
(2) Anotador restringe su significado en castellano a una sola figura u oficio. Remite a quién toma notas al servicio del director de cine en el momento de la filmación de una escena. Por la reincidencia de Benxa en este tomar notas de todo, consideramos que anotador le corresponde de hecho, al margen de que el diccionario restrinja su uso. Por el mismo motivo recurrimos al origen del término en latín, annotator, para respaldar la denominar a Benxa como tal anotador. A fin de cuentas, sus trabajos de dibujos y notas de antigüedades también los bautizó inicialmente como Laminariums, a la manera latina.













domingo, 21 de octubre de 2018

164. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 164. Publicada 20-10-2018









Tres generaciones de la familia de Benxa posan de nuevo en el patio trasero y una vez más también en presencia de los tendales y la colada. ¿Por qué esta segunda reincidencia en la colección de 
fotos de Benxa por los años de residencia en Santa Marina? Desde la perspectiva de género
resulta evidente la asociación de los elementos representados. Periodísticamente,  la coincidencia del tinglado para el secado de la ropa y el título de la colaboración periodística. Pero habría lugar a más. Una interpretación, por ejemplo: el gusto de Benxa por la literatura costumbrista o de género y sus cuadros populares. Otra, un análisis constructivo de estos tendales colectivos de Santa Marina, -sustituidos actualmente por otros unifamiliares-, con el fin de  insertarlos en las diferentes tipologías de estructuras y espacios donde se colocaba la ropa para secarla; o justamente lo contrario, extender las prendas blancas directamente sobre el verde del suelo para blanquearlas.






1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 23). Parte segunda. 

… y en los pabellones, las viviendas.

Fueran tres o cuatro los dormitorios de las viviendas de Santa Marina estos rodeaban en escuadra la cocina teniendo acceso directo desde ella. Ya aparece el primer indicio de la importancia reservada a la estancia donde se situaba el fuego y, a la vez, el espacio del que nace la vivienda humana. El programa funciones preestablecido para los dormitorios [Entrada 163, 20-10-2018] constituye respecto a la cocina una realidad de incorporación mucho más reciente dentro del marco de la vivienda popular. Ni la casa primitiva ni la vivienda de la sociedad rural concedieron la importancia indiada a unos espacios destinados únicamente al descanso. Los dormitorios -ahora regresando a la vivienda de Benxa y sus vecinos- eran los responsables de una compartimentación excesiva y rígida de un espacio doméstico reducido a una media de unos 55 m2., y ello a pesar de su destino repartido en dos únicas funciones: el descanso nocturno y, en muy inferior medida, a guardarropas. 
Por el contrario la cocina en esta clase de alojamientos sociales concentraba numerosas funciones, no en vano procedentes de las propias de la vivienda tradicional popular y en consecuencia distanciándose de la casa de posición desahogada, pero también de la futura orientación que le estaba reservada a la cocina en el curso de los años siguientes. Frente al programa de usos tan restringido atribuido a los dormitorios, la cocina era el escenario donde discurría la vida diaria de todos los miembros (efecto de cohesión pretendido), tanto el tiempo libre como como y por excelencia los trabajos femeninos (cocinar, fregar los cacharros, planchar, remendar y reformar las prendas de ropa, clasificarla tras la colada; tejer, dar de comer y atender por separado a los menores). A falta de comedor se comía en ella y en ella se recibía a las visitas y se celebraban los bautizos, comuniones y bodas. Sobre la mesa de la cocina los niños hacían los deberes y Benxa tomaba citas de los libros leídos o escribía sus colaboraciones para Comarca. La superficie de la mesa era un bodegón de objetos heterogéneos en cambio constante, una agrupación de documentos de la densa y plural vida escenificada en la cocina. De ahí que en el plano de estas viviendas de Santa Marina figure como la pieza de superiores dimensiones y su situación, sino ocupando el centro geométrico, sí dispuesta en posición de centralidad excéntrica. El paso por ella resultaba obligado en cualquier trayecto que se llevara a cabo en el interior por la casa (efecto de control interno). Pero sobremanera su posición focal respondía a irradiar a las diferentes piezas de su contorno las calorías que emitía el fuego cerrado de la cocina económica.
Resultan muy escasas las noticias en torno al equipamiento con que se entregaron tanto la cocina como la pieza higiénica por excelencia. En la primera, arrimada a un tabique del baño, se instaló la cocina bilbaína que se alimentaba con el cupo del carbón que correspondía a cada productor. En línea con ella un fregadero de granito artificial (cemento y piedra menuda tipo arrocillo) y una o un par de mesetas. Sin duda la disponibilidad de agua corriente constituía el servicio más ventajoso, incluido el suministro de agua caliente que proporcionaba la misma cocina de carbón. 
En cuanto al cuarto de aseo primitivo -notablemente actualizado durante la reforma del barrio- se sabe que contaba con retrete y lavabo, pero desconocemos si se incluyó la característica bañera reducida provista de asiento -la primera popularización de este sanitario hasta entonces considerado de lujo- o si, según otras noticias, se instaló una simple pila o cubeta de cemento con el doble cometido de bañera y lavadero, aunque extrañamente desprovista de toma agua propia. En cierta medida el lavado de la ropa en estas barriadas no parece haber mejorado sustancialmente las condiciones de la faena semanal más sacrificada encomendada a las mujeres de la casa. La disponibilidad de agua corriente en todas las viviendas hizo caso omiso de las instalaciones colectivas específicas de los lavaderos tradicionales. Y en su lugar las pilas que se instalaron en las viviendas -o el mismo fregadero- no ofrecían las condiciones de las antiguas instalaciones públicas de lavado.
















163. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 163. Publicada 20-10-2018








Interior de la cocina de la vivienda de Benxa en Santa Marina.
Su mujer, el hijo menor, la flamante máquina de coser y las dos ventanas, aunque sólo figure una en la imagen. La primera es una ventana invisible, es puro texto, el que se le dedica en la entrada principal en cuanto elemento fundamental que supuso dentro de las teorías higienistas desarrolladas desde el siglo XIX. La segunda es la ventana a la vista, la ventana tipo y la original que se instaló en Santa Marina, artífice en la fotografía de esta escena al contraluz de esmerada calidad estética. 







1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 22). Parte segunda. 

... y en los pabellones, las viviendas.
La industrialización fabrica en serie uno o más artículos que repiten su forma respecto al modelo. La industria de la construcción opera de forma similar, máxime cuando se trata de un barrio para la clase trabajadora. Si en Santa Marina ya se expresó en forma de síntesis esta formulación y se dedicaron numerosos párrafos al tratamiento de pabellones seriados, dentro de ellos a las unidades de habitación o portales de vecinos igualmente homogéneos, cabe suponer que la célula de todo este entramado residencial haya sido objeto de uno o un reducido número de proyectos-tipo de viviendas contenidas dentro de los pabellones.
Se sabe que Benxa ocupó sucesivamente dos viviendas en la misma calle A, la más próxima al río Caudal, que corre en su misma dirección norte-sur. A la llegada al barrio la familia se estableció en la acera de impares, en el número cinco de la denominada actualmente calle del Río Caudal, en un piso bajo. Allí permanecieron al menos hasta 1953, el año de la riada [Rara avis 31próximo] y en la misma vivienda nació el quinto de los hijos del matrimonio. Al poco tiempo Benxa solicita y se le concede otra vivienda, un bajo derecha en el número 10, cuyo patio, a diferencia del de la anterior, daba directamente a los terrenos inmediatos al río Caudal. En este patio se tomó el grueso de las fotografías publicadas, quedando reflejada la fachada trasera de la vivienda que ilustra indirectamente la distribución interior. Sobre el motivo del cambio de una a otra vivienda únicamente se aludía a una razón: quedaba demasiado reducida para el tamaño de la familia [oral]. 
La progresiva pérdida de las dos primeras generaciones de ocupantes del barrio también afectó a la familia de Benxa, desapareciendo con los mayores los numerosos detalles de interés que aquéllos podrían aportar. A duras penas y con riesgo de error pudimos reconstruir el plano de la última vivienda ocupada, pero dado que respondía a un prototipo de mayor superficie, queda pendiente la configuración de la menor -la de tres dormitorios-, incluso la existencia de una aún inferior que contaría con un cuarto de dormir menos. Este último modelo lo suponemos excluido o residual en el barrio, dado que poblados como éste se habían proyectado para familias jóvenes en edad de reproducción, conducentes al crecimiento demográfico que precisaba España para compensar las pérdidas ocasionadas por la guerra civil.
El tema de los dormitorios define un aspecto esencial en la vivienda obrera a raíz de consolidarse la sociedad industrial. Los cuartos de dormir, o los cuartos como meras divisiones de un espacio mayor, se manejan como uno de los posibles orígenes de la denominación de cuarteles para los primeros alojamientos colectivos de obreros solos o con familia. Pero el cuarto único como alojamiento de una unidad familiar entraña el extremo opuesto al de las viviendas de barrios más evolucionados y recientes como el de Santa Marina. Esto es, el cuarto único, uno más entre los integrantes de una vivienda mayor, una pieza de la casa alquilada donde vive en condiciones infrahumanas una familia entera. Desde esta situación insostenible, teóricos higienistas, reformadores sociales y algunos patronos comprometidos propondrán como mínimo una vivienda por familia, integrada al menos por un dormitorio separado para la pareja reproductora y otro para la prole. Una medida que pronto será reemplazada por el tripe dormitorio que se impuso en los barrios obreros desde la autarquía hasta la actualidad, incluso en la vivienda básica de cualquier modalidad de promoción. Esta vivienda de triple dormitorio suponemos que se correspondería con la primera asignada a la familia de Benxa, pues la siguiente ya contaba con un cuarto de dormir más.
El progreso de la higiene moral y la física a lo largo del siglo XIX había sido transferido a los proyectistas de la vivienda económica. Los tres dormitorios separaban al matrimonio, los hijos varones y las mujeres. Se ha consumado la vivienda por familia, los dormitorios independientes como la moral imponía para sus usuarios, pero todavía quedaba lejos el lecho unipersonal -dado el modelo de familia numerosas que el régimen propiciaba-, y lo mismo la habitación individual para cada hijo.
Las medidas de higiene entendidas como prevención y curación de enfermedades comenzaban teniendo en cuenta la orientación cardinal de las unidades de vivienda, Dos tercios aproximadamente de los pabellones de Santa Marina disponen sus ejes en sentido norte sur, la orientación recomendada para edificios de vivienda colectiva. Siempre a partir de la planta abierta, la primera ley de obligado cumplimiento, las dos fachadas paralelas al exterior (calle y patio) proporcionarían a todas las piezas de la casa sol durante todo el día; las orientadas al este durante la mañana y las opuestas desde el medio día hasta el oscurecer.Se otorgaba prioridad al soleamiento por encima de la luminosidad, a juzgar por el formato de ventana utilizado, heredero del vano vertical o puerta-ventana de la vivienda burguesa del siglo XIX. El sol penetrando en la vivienda contribuía a su estado seco y en consonancia a combatir la humedad, medio propicio para la proliferación de microorganismos causantes de enfermedades infecciosas. Similares postulados imponían una ventana por cuarto, pero esta vez a efectos de ventilación y renovación natural del aire viciado. Ya un siglo antes de estrenarse Santa Marina los tratados de construcción de viviendas económicas ofrecían en tablas los cálculos de la superficie adecuada del vano o ventana en relación a la volumetría de la habitación a la que debía mantener en el mejor estado saludable posible.
En la segunda vivienda ocupada por la familia de Benxa los cuatro cuartos contaban con ventana propia a los efectos indicados. Presentaban un formato propio de la posguerra, a pesar de su amplia difusión desde los años veinte. Sustituía a la puerta-ventana del balcón, restándole ciertamente dignidad, pero a cambio ofrecía un vano más práctico y racional, que no reclamaba el mantenimiento del balconero y que satisfacía holgadamente los cánones exigidos de ventilación y soleamiento. Se trataba de una ventana de doble hoja, todavía tendente al formato vertical y en la que los cristales se fragmentaban entre los travesaños intercalados en bastidor. Una ventana cuya tendencia a la vertical todavía restringía la iluminación a la manera de la rasgada hasta el suelo y que en lo sucesivo acabaría por sustituirse por el vano de tendencia apaisada que amplía a lo ancho el espacio interior iluminado. 























miércoles, 17 de octubre de 2018

162. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 162. Publicada 13-10-2018








Entre calles, plazas  y patios: pabellones
Aspecto original de un área del barrio de Santa Marina. Se visualizan algunos aspectos incluidos en el texto: espacios públicos amplios e inter-comunicados; los insistentes pabellones que, al figurar cortados, no exhiben  la longitudinalidad que les fue asignada; la dignidad que proyectan las fachadas pese a tan reducidos recursos: encuadre blanco de los huecos destacando sobre el fondo oscuro del muro; el realce del piso último a partir de la inserción de una pieza abierta o corredor  de madera así como los cierres exteriores con postigos de las ventanas; o el mismo portal que aparece  coronado por arco que encierra un óculo de iluminación y dignificación de este elemento de entrada. A juzgar por lo reflejado en la imagen, se trataría de un espacio urbano de cualquier núcleo de población. Pero si se sustituyera esta fotografía por otra tomada en el mismo lugar pero con una perspectiva más amplia, la situación resultaría diferente: la repetición de volúmenes construidos, los  pabellones homogéneos y  elementos repetitivos evidenciarían que no se trata de un espacio urbano tal sino un barrio social, con el significado diferencial y jerárquico que ello entraña a todos los efectos. Nótese igualmente que las tomas del barrio en calles y plazas presentan un aire más urbano, tanto por los edificios y elementos fijos como por la misma actitud de los transeúntes (Entrada 160, ilustración,  o ésta misma). Compárese con las fotografías tomadas en los patios traseros de los grupos de viviendas publicadas en las entradas anteriores (150, 158, y 159), en cuyos pies de texto ya se indica otra clase de vida que discurría en paralelo con ésta dentro de Santa Marina.






1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 21). Parte segunda. 

Entre calles, plazas y patios: pabellones. 

El tema de los pabellones, alas o cuerpos alargados que en la arquitectura de vanguardia pasarán a denominarse tabletas o barras, compete al ámbito de las tipologías y considera para su definición tanto el exterior atendido hasta aquí, como la distribución del espacio interior que se completará al tratar por separado las viviendas de Santa Marina. Por el contrario el estilo en los temas constructivos de carácter prioritariamente funcional y práctico como el que nos ocupa, queda reducido a la presencia o ausencia de determinados elementos externos de cometido estético y/o simbólico. A su tratamiento formal, a la fuente de inspiración -en caso de recurrirse a componentes entresacados del pasado, recursos historicistas o tradicionales que tiende a rechazar la vanguardia- y, en regímenes políticos como el vigente, al significado simbólico que se les otorga. Pero en promociones como éstas, a gran escala, con presupuesto restringido y necesidad perentoria, tales referentes de estilo quedan reducidos a mínimos, predominando la desnudez de los edificios que de otro modo los aproxima a los planteamientos minimalistas y de sinceridad constructiva propios de una arquitectura digamos más experimental e intelectualizada como es la de vanguardia. 
Con todo, la imagen general de este conjunto de pabellones residenciales, valiéndose de muy limitadas soluciones, exhibe explícitamente una actitud de estilo que pretende por un lado dignificar el conjunto y por otro exaltar valores entresacados del ideario teórico de la primera autarquía. Traducidos pueden resumirse en dos. Por un lado la exaltación de la cultura arquitectónica propia, en una actitud cerrada y excluyente de las referencias a los lenguajes foráneos. Siempre teniendo en cuenta el antecedente supuesto por la irrupción en España durante el primer tercio de siglo de una corriente arquitectónica de amplia difusión y no menor aplicación al campo del proyecto y la ejecución de obras. Postulaba, frente a la dependencia de la cultura arquitectónica exterior del siglo XIX, la exaltación de los estilos nacionales más granados del pasado y, posteriormente, el estudio previo y la recuperación de las variantes regionales de los mismos. 
Por otra parte, el segundo sustrato estilístico que se detecta en Santa Marina se orienta hacia la arquitectura popular o rural -en principio contradictorio con la creación de un espacio urbano o periurbano a gran escala para el momento y el lugar-, seleccionado en función del origen campesino de buena parte de su futuro vecindario. Pero también a efectos ideológicos y económicos. Entendido como una gratificación a la sociedad rural, identificada con la tradición, un valor consonante con el régimen; un sector llamado a convertirse en el granero o sustento alimenticio en los difíciles comienzos del nuevo orden; sin excluir su reconocimiento por el apoyo que la España campesina, a diferencia de la industrial y parte de la urbana, había prestado durante la guerra civil.
Al final todo ello queda materializado en una puñado de formas aisladas, que insinúan más que consagran la presencia de una concesión mínima al estilo, insignificante si se la compara con los edificios de viviendas protegidas para clases solventes edificadas a un mismo tiempo [Entrada 153, 30-9-2018]. Siempre centrándonos en la imagen original de Santa Marina, la previa a la reforma, pueden entenderse como meros apuntes de estilo una relación sumamente restringida de los elementos que se enuncian: 
. Corredores de madera situados en tramos cortos del piso superior de algunos pabellones, al menos de los que flanqueaban la avenida principal. Corredor siempre en madera, tanto su estructura de pies derechos como la barandilla). Inspiración: corredor de vivienda tradicional norteña y solana -una forma específica- propia de la mitad este de la cornisa cantábrica. 
. Contraventanas o postigos exteriores de tabla, únicamente dispuestos, nuevamente, como cerramientos de las ventanas de los pisos más elevados, instalados por un igual en ambas fachadas, la principal a la calle y la trasera al patio. Nuevamente hacen referencia a las tendencias regionales norteñas, especialmente a un diseño tipo de vivienda vasca, recurrente durante los años veinte.
. Coronación del hueco de las puertas de los portales con un arco en el que se inscribe un óculo. Vocablo inspirado en la arquitectura culta de los estilos nacionales más destacados del pasado español.
Pero si se admite otra acepción de estilo, complementaria de la anterior y entendida como cualquier clase de rasgos formales comunes a un grupo de edificaciones capaces de otorgarles identidad propia respecto a otras, deben incluirse en Santa Marina otros elementos o soluciones que, sin abandonar el mismo barrio, no coinciden con las de la fisonomía actual, producto de la reforma integral sufrida a finales de los años sesenta. Precisamente por perdidos cobran interés, más aún comparativamente con los recursos de composición que las sustituyeron, producto de la homogeneización y despersonalización propias del marco temporal y económicamente desarrollista que cursó paralelamente a eclosión del sector de la construcción. Por el principio del ahorro y la seriación impuestos, respectivamente por la autarquía y la consecución de un área de alojamiento intensivo, vuelve a ser estrictamente abreviada la relación de unidades visuales sometidas a repetición continua, destacando precisamente éste proceder como el criterio compositivo principal del conjunto.
. Las fachadas funcionan como lienzos de fondo, superficie extensiva y dominante respecto a los huecos. Reciben un tratamiento económico que abrevia la superposición de carga, enlucido y pintura, resumiéndolo en un acabado de capa de pasta de albañilería ligeramente texturada -muy extendido, con variantes, en la arquitectura tradicional- a la manera de un enfoscado del color natural de la pasta que cubre el ladrillo de los cerramientos verticales exteriores.
. En la fachada igualmente, pero ya dentro de las soluciones de contraste -poniendo énfasis en el contraste como otro recurso esencial- respecto al acabado del muro descrito, desempeña otro papel fundamental dejar a la vista el aparejo tradicional de mampostería (arquitectura popular) en los zócalos de los pabellones, concebidos como prolongación de los cimientos y cámaras de aislamiento del terreno, pero sin excluir el acento formalista indicado. En el apartado de huecos de fachada se recurre a una única fórmula, incluso selectivamente, pues desaparece en las ventanas de las piezas de servicio de las paredes traseras (cuartos de aseo y caja de escaleras), donde los vanos aparecen como huecos al desnudo. Junto al zócalo de piedra vista será este módulo de ventana orlado con un marco plano, liso, pintado en color blanco o claro que viste los cientos de ventanas el responsable de otorgar una imagen dignificada al barrio. 
Los cuarteles obreros que precedieron a los pabellones de la autarquía fueron proyectados como una única unidad de habitación colectiva, definida por un sólo acceso compartido por toda la comunidad de vecinos. En Santa Marina, en cambio, como respuesta a una demanda muy superior de alojamientos, cada edificio o pabellón fue proyectado como la suma de varias unidades de vecinos, cada una dotada de su correspondiente acceso común, recibiendo la consideración de una unidad vecinal autónoma e independiente de las otras que integraban el pabellón. Hoy las bajantes de los canalones y los portales evidencian esta sucesión interna de agrupaciones vecinales menores que se integraban en un pabellón de acusada longitudinalidad en función del incremento total de hogares, muy superior al de los antiguos cuarteles de empresa que les precedieron. En adelante el ingreso a cada unidad menor de habitación colectiva se efectuaba por un portal y escalera interior, situados en el tramo central. A nivel del bajo y en los rellanos de los pisos superiores el acceso se reducía a un par de viviendas, una a cada mano . La suma de varios edificios con su ingreso correspondiente daba lugar a los pabellones, filas, hileras ordenadas que compartía la regularidad, uniformidad, repetición y el orden propios de las formaciones del ejército y de los artículos salidos de los trenes de fabricación industrial. Tres principios coherentes, oportunos e internamente relacionados que se reúnen en el barrio de Santa Marina y en sus homólogos.
Y si la sucesión de portales configura el pabellón, éste se convierte en el elemento determinante de la composición del conjunto del poblado y a la vez en el equivalente de lo que en el plano urbano tipo de las poblaciones del momento conforman las manzanas. Siempre manzanas cerradas, constituidas por edificaciones cortas, continuas y adosadas, cuyas fachadas se alinean al borde de la calle apurando la edificabilidad de las parcelas. En su interior -por los mismos motivos-, se practican angostos patinillos de luces, y en las fachadas traseras se abren patios de manzana con aprovechamiento industrial exento de proceso de transformación (almacenes principalmente).
Por el contrario, en estos barrios como el de Santa Marina la figura del pabellón crea un tejido de suelo edificado claramente diferenciado del urbano condicionado por la especulación. Se presta en mayor medida a soluciones variadas y flexibles en virtud de la disposición de los pabellones, resuelta en base a criterios higienistas y de seguridad. Las figuras que se generan insisten en el mismo precepto del espacio abierto que la planta propia de la arquitectura de pabellones. Formaciones en “L”, en “I”, en “U” y en “C”, siempre determinadas por el pabellón como elemento básico de la composición, ofrecen un diseño de manzana alternativa a la tradicional, siempre abierta por uno o dos lados, incidiendo en la creación de una espacialidad de amplitud desconocida,por ejemplo, en el casco urbano de Mieres; un concepto del espacio diáfano, intercomunicado y fluido a favor e integrador de calles, plazas y patios, donde el suelo sin edificar se multiplica muy por encima del destinado a la edificación cerrada.
A inferior escala e intensidad se repite esta concepción de conjunto en el barrio de San Pedro. Sin embargo aquí resulta obligado el detenimiento en una unidad constructiva que se retrae de la evolución observada en Santa Marina a partir de la utilización del pabellón de planta abierta, tratado como si de un módulo flexible y adaptable se tratara. Por el contrario, hace referencia la excepción conservada en San Pedro a una única manzana cerrada en torno a un patio interior, estratégicamente situada a la entrada del poblado y dotada de un tratamiento monumentalizador. Por partida doble supone una regresión respecto a los planteamientos modernos observados en Santa Marina. Propicia, por un lado, el recuerdo del modelo clásico de tejido urbano y, de otro modo, hace énfasis, mediante un fragmento del total, a los monumentos capitales del pasado más selecto de España (al monasterio del Escorial más concretamente, la referencia por excelencia que reviste todo elemento o edificio que se preste a singularizarse durante el franquismo). De él se retoman aquí los soportales bajo arcos, el contraplacado de piedra regular que amplía la altura del zócalo habitual de mampostería, o en las terrazas, sobre las cuatro esquinas, la rejería entre los escurialenses prismas coronados por bolas [Entrada 159, 10-10-2018]. No se trata de subrayar por subrayar una excepción. Sino de ilustrar la línea de diseño arquitectónico más intensamente ideologizada, como tal reservada a los edificios más representativos del nuevo orden y por lo mismo de escasa propiedad en estas primeras barriadas de acogida de ajustado presupuesto. Y en el mismo sentido y en materia de estilo, contraponer ésta pieza, tipológica y monumental a a los contados acentos de la modesta arquitectura popular aplicados en Santa Marina. 















miércoles, 10 de octubre de 2018

161.Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 161. Publicada 10-10-2018








Entre calles, plazas y patios: pabellones. Vida cotidiana.
Figuras y fondo. Los cinco hijos de Benxa y Emilia posan vestidos de domingo, prefiriendo hacerlo de nuevo el el patio que en la calle. El mismo patio donde tenía lugar la fase intermedia de la faena doméstica más dura de toda la semana para el ama de casa: el secado de la colada. Del lavado en sí se escribirá al tratar la vivienda. El planchado esmerado de géneros todavía naturales sin fibras ponía fin al procesado de siete juegos de cama, otras ropas de casa y las prendas de vestir de diario y de domingo con que aparecen. De ida o de regreso de Mieres, del parque Jovellanos que suponía la salida extraordinaria del barrio -pues la escolar no contaba como tal- dan la espalda real y figurada a esos edificios de pabellones en los que se centra el texto principal. Seguramente nunca repararon ni en ellos ni en sus detalles; no observaron que sus dos fachadas, tan largas y monótonas, prácticamente eran iguales, con la excepción de que las que miraban a la calle resultaban más cuidadas porque contenían los portales, en tanto que las traseras intercalaban un paño central de servicio, con un tratamiento desnudo, el que recibía las ventanas de iluminación de la escalera y los dos ventanucos de servicio de la casa. Parece claro, aunque ellos no lo supieran, que la vida en los espacios públicos del barrio estaba detrás de aquella largas filas de pabellones que preferirían que  fueran tabletas de chocolate, todavía un lujo, muy por encima de la leche americana que para este año de la toma ya se empezaba a tomar gratuitamente en las escuelas a la hora del recreo..






1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 20). Parte segunda. 

Entre calles, plazas y patios: pabellones. (Estudio)

Pero a pesar de su proximidad formal con estos pabellones de los barrios de la autarquía y de los que se puede considerar su antecedente más directo, el ala única de cada cuartel obrero mantiene todavía una solución elemental para los accesos colectivos. Consiste en la disposición exterior de la escalera que comunica con la planta superior-o como mucho las dos plantas-, situada en el costado del edificio y que a su vez precede un corredor igualmente abierto a la fachada principal, dotado del exclusivo fin de dar acceso a cada una de las numerosas viviendas enfiladas. En cambio en estos otros pabellones de las primeras barriadas de la autarquía, ambos elementos se fusionan en un espacio interior que integra la caja de la escalera precedida del portal y en el que los accesos a las viviendas se fraccionan de dos en dos, a ambas manos de cada planta, con el consiguiente efecto de una independencia mayor. En definitiva, una solución más evolucionada para los elementos comunes y nuevamente efecto, esta vez generalizado o popularizado, de las fórmulas procedentes de los edificios de viviendas de las clases más desahogadas del siglo XIX, al tiempo que más adecuada al clima húmedo local que la secuencia de elementos comunes expuestos a la intemperie.
El pabellón como el edificio compuesto de varias alas o pabellones queda asociado a la arquitectura milochocentista de la que constituyó una creación genuina de amplísima difusión y flexible adaptación a diversos programas de usos. Su vida prosigue al menos durante la primera mitad del siglo XX, siempre en constante evolución, bien fuera como continuidad de la versión tradicional, bien prestándose como base de experimentación dentro del ámbito de la arquitectura de vanguardia.
Ni en Santa Marina ni en todos estos barrios inaugurados al mediar el siglo XX [Entrada 155, 1-10-2018] se pierde la dimensión horizontal como dominante. Define ésta otro de sus rasgos morfológicos esenciales, lo que no impide desarrollarse en altura por encima de la planta rasante, una opción por el contrario descartada de estas promociones más modernas donde precisamente se impone el alojamiento intensivo. Si como modelo de edificio de densidad media se evita el pabellón de planta baja, también se limita la altura por encima de los cuatro pisos levantados sobre una planta baja y ésta, a su vez, sobre un semisótano de cimentación y aislamiento que bien originariamente, bien tras la reforma de los años sesenta se destinó a acoger las carboneras donde cada familia almacenaba el pago en especias del salario minero. En función de la demanda local de hogares y de la topografía del terreno, los pabellones oscilaron entre un mínimo dos pisos de viviendas (muy extendido en L´Ará, Riosa, y presente originariamente en Santa Marina) sobre sótano (siempre construido en mampostería vista); las tres plantas vivideras (el prototipo más extendido); y, en menor medida, los pabellones de superior altura (Les Maces de Morcín, debido aquí a la escasez suelo edificable libre de desniveles acusado, así como en algunos bloques de San Pedro). La limitación en el número de plantas vino determinada por evitar la ascensorización de los edificios, un equipamiento fuera del alcance de la economía del vecindario de estos poblados. Pero, en contrapartida, permitió una disposición racional y relativamente cómoda de los pisos altos que poco después, por razones especulativas, desapareció de las viviendas acogidas de promoción particular para clases urbanas de bajos recursos, donde se alca lanzaron las cinco plantas sobre un piso bajo indistintamente destinado a vivienda o locales.









160. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 160. Publicada 10-10-2018







 Entre calles, plazas y patios: pabellones. Vida cotidiana y arquitectura social.
Por la calle A, camino de la calle Canal, circula el carro del panadero que suministraba al barrio. Una persona se asoma a la ventana. Otras dos bien vestidas posan entrando o saliendo del poblado. La calle, aunque soleada, carece en esta instantánea de la vida que se esconde tras los patios. Los auténticos protagonistas de esta imagen son los pabellones, esa su fachada principal larga y repetitiva que se fuga hacia el fondo de naves industriales. Para el vecindario eran sus hogares, el marco de la vida cotidiana. Para otros, 
nacidos en ellos, estimularon su interés por el estudio de la vivienda social, 
pasajes ilegibles por técnicos como los de estas entradas, pero  a que al fin y al cabo
son tributarios de su condición de hijos del barrio.






1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 19). Parte segunda. 

Entre calles, plazas y patios: pabellones. (Estudio)

Infraestructuras y espacios públicos hasta aquí referidos carecían de razón de ser sin la construcción cerrada, es decir, los edificios que contenían las viviendas, siempre teniendo en cuenta que éstas, como unidades de alojamiento familiar, constituían el objetivo capital de tales iniciativas. Como elemento esencial del poblado, justificante del mismo y razón de ser, cabe entender la vivienda como célula básica del tejido del conjunto del barrio, coincidente con el del núcleo de Mieres en su orientación y orden geométrico. Hasta aquí las afinidades, pero no más allá. Observadas en detalle dos manzanas del plano de Mieres y de Santa Marina [Entrada 157, 7-10-2018] resultan evidentes las diferencias, y lo más interesante, la discrepancia del tejido creado en el barrio a partir de prescindir del esquema de manzana cerrada que se impusiera en los planos de las ciudades del antepenúltimo siglo.
Por el contrario en Santa Marina las unidades de edificación adoptaron la forma de pabellones, un prototipo de edificio de características precisas profusamente utilizado en la arquitectura del siglo XIX, destinado a albergar de forma económica, higiénica y organizada (disciplinada también) grandes colectivos de escasos recursos (cárceles, cuarteles, hospitales e internados en general). No extrañe entonces que se adoptara, con la adaptación necesaria, para los barrios populosos de la autarquía, y antes de la segunda guerra europea en las numerosas promociones de viviendas sociales. Ni que resultara un objeto construido propio de la sociedad industrial, basada en la multiplicación y repetición seriada, ello tanto en los productos fabricados como, a los efectos ahora oportunos, en la misma edificación cerrada. A fin de cuentas la nave industrial, la tipología que alberga la producción seriada de artículos, obedece fielmente a estos principios, extensibles a otros temas constructivos nacidos con el maquinismo, ocupando un lugar preeminente entre ellos el edificio con formato de pabellón. Trátese del pabellón como unidad aislada que da forma al edificio o, en el caso más frecuente, producto de la combinación de varios en disposiciones diversas, lo que da origen al edificio de pabellones unidos, incluso a composiciones agrupadas de unidades independientes.
Pabellón, planta de desarrollo longitudinal y estrecha, cuyo interior sin distribuir (nave industrial, salas de los hospitales decimonónicos) o distribuido (sucesión de viviendas) recibe ventilación e iluminación directa por ambas fachadas (tramos largos del volumen), excluyendo las piezas ciegas o interiores. De ahí la califica de planta abierta, contrapuesta a la construcción cerrada, compacta, de formato cuadrado u oblongo cuyo interior se abre a patios reducidos de ventilación (edificio de viviendas colectivo asociado a la burguesía urbana del XIX). Pabellón de una planta, barracón (en construcción militar) y barraca (en Asturias), la tipología básica de vivienda económica, agrupada en varias unidades formando una hilera o pabellón terrero/terreno. Pabellones también, conceptual y morfológicamente, los llamados en Asturias cuarteles obreros, promociones puntuales de empresas fuertes abordadas por los años del cambio de siglos XIX al XX (caso de los localizados en el valle del Caudal). 









159. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 159. Publicada 10-10-2018









Calles, plazas y patios: pabellones. La vida cotidiana
Niños posando en la calle del Canal y fondo de paisaje industrial: dos puntos de enlace con la
situación y entorno del barrio (Entrada 157), con la vida intensa de los patios respecto a las calles (Entrada 158) y con  el último párrafo escrito por Benxa al pie del texto principal. Naves, chimeneas y vías también formaban parte del barrio, para entrar y salir de él o como paisaje de fondo de algunas calles y pabellones donde comenzaba el poblado. En realidad todo era uno, industria y alojamientos de trabajadores industriales. Esta calle del Canal no era una calle cualquiera. Uno, venía a ser la puerta del barrio y aunque estrecha y de segunda o tercera clase, no se había prescindido en ella de los prismas coronados por bolas, procedentes del diseño de El Escorial, con los que el régimen de Franco decoró buena parte de los espacios públicos también de la villa de Mieres (La Pasera, por ejemplo. Dos, su nombre se impuso al de las letras del abecedario desde un principio y así se perpetuó. Tercero, Benxa escenifica en ella la primera reclamación de atención a los responsables municipales de uno de tantos rotos sin reparar que se iban acumulando en un barrio. Estaba a punto de cumplirse los diez años de ocupación y el elemento simbólico del pasado imperial de España ya aparecía en franco deterioro. En él no debió fijarse el autor de "Tendal", aún situándose en su recorrido diario de casa al trabajo. Sería porque no respondía a las deficiencias de orden estrictamente funcional en las que centraba su columna.
 




1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 18). Parte segunda. 

Entre calles, plazas y patios: pabellones. (Estudio)

Calles, plazas y patios delimitados por manzanas definían los espacios públicos al aire libre, dotados de una amplitud subrayable para tratarse de áreas de alojamiento económico y explicable cuanto menos por dos motivos estrechamente vinculados con las aglomeraciones, dentro de la primera edad contemporánea, de las clases más desfavorecidas. De una parte como medida vinculada al higienismo, noción ésta objeto de especial atención en dicha centuria, en gran medida suplementaria del estado pre-científico de la medicina del momento, y con la que se pretendían solucionar los efectos de las grandes concentraciones de población en enclaves industriales y grandes ciudades. Un concepto hoy superado y que en la España de la mitad del siglo pasado aún mantenía las connotaciones diversas que la distancian del significado actual: higiene moral, higiene como prevención, como curación o medicina, como medio de combatir la propagación de enfermedades -especialmente las infecciosas-, también higiene como limpieza. De otra parte, la profusión de espacios libres y de amplia visibilidad vuelve a remitir a la concepción del plano de la ciudad burguesa decimonónica, concretamente al plan-modelo de crecimiento de París impulsado por Haussmann, donde el trazado de calles regulares tenía en cuenta la estrategia de defensa de revueltas revolucionarias (facilitar la entrada de cuerpos de seguridad, contención de las masas insurrectas, etcétera). No extraña por ello su consideración en las iniciativas de poblados de trabajadores industriales europeos desde el primer maquinismo, a raíz del surgimiento de la conflictividad laboral. El panorama general explica por sí mismo la presencia de este criterio de ordenación de los espacios públicos en Santa Marina, acentuándose más si cabe por las características del régimen combinadas con un vecindario integrado en una clase trabajadora de larga y arraigada vinculación con el movimiento obrero internacional. No en vano el cuartel de la guardia civil data de los años de construcción de estos barrios locales, como una infraestructura de seguridad de primer orden, precisamente localizada frente al poblado de San Pedro y a escasa distancia y acceso directo al de Santa Marina. 
No se concibieron espacios verdes como en iniciativas similares de la Europa de entre-guerras o en los modelos de ciudad jardín, impensables tras algunas experiencias iniciales (Colonia GuillénLa Fuerza,en Oviedo). Una pavimentación básica cubrió el suelo prioritario de calles y plazas, procediendo a la plantación puntual de arbolado. Lo más afín a los espacios verdes eran los no pavimentados, donde proliferaban las especies locales de crecimiento natural y espontáneo, convertidos en tierra por el pisoteo constante o, en el caso contrario, en masas de maleza derivadas del crecimiento incontrolado. Si Benxa inauguró su sección “Tendal” precisamente solicitando reparar -justo a la entrada del barrio - un bache cronificado sobre el pavimento y el charco que lo inundaba, no cabe suponer más que como un lujo este complemento de zonas ajardinadas. Según aquél las numerosas quejas sobre el estado del barrio dan a entender un mantenimiento sumamente deficitario en los numerosos capítulos reclamados por una concentración habitacional de tal volumen. El centro de Mieres, en incipiente fase de expansión, absorbía todos los recursos, al decir del periodista y vecino de Santa Marina, deduciéndose el olvido del ayuntamiento o el incumplimiento de sus deberes para un espacio tan de su competencia como el resto del suelo urbano de Mieres.

Hay un bache en la acera de la calle del Canal, de este barrio, entre la calle principal y la calle A, que es un estanque que no podemos esquivar, porque entre la fachada y la barandilla apenas hay sitio para apartarse. No ha mucho, un concejal metió allí un pie, y ni con esas lo remedia, porque el concejal, con no volver a pasar por la calle lo tiene so´ucionado, pero yo y, como yo, mis vecinos, tenemos que dar el salto todos los días. ¿Cuándo lo arreglarán?” (1)

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NOTAS

    (1) El texto inaugura la columna “Tendal”. Lo precede tan sólo un párrafo de dos líneas donde se advierte ya el tono directo, pero también atrevido para el momento, que va a predominar en la sección: “SANTA MARINA. TENDAL. En esta sección colgaremos cada semana los trapos sucios que haya. Primer trapo...” (sigue el que se recoge en el texto principal). Continuarán los testimonios de desatención al barrio creciendo en firmeza, así como el apoyo a ciertas prácticas del vecindario que insisten en mantener vivas sus raíces campesinas reprimidas por las autoridades locales, a pesar de amortiguar la escasez de recursos y la crisis de adaptación a un espacio urbano intensivo contrapuesto al rural de origen. No extrañe que por publicar la columna sufriera dos clases de oposición: la de algunos lectores residentes en el centro y la de los linotipistas, no precisamente por desatención en su oficio [véase la primera errata arriba: “so´ucionado” por solucionado] . El bache en cuestión, que a la vez convierte la primera entrega en una descripción de la entrada al barrio, acabará por convertirse en un motivo literario basado en la reiteración constante, unleit motivcon referencias de la cultura surrealista que cobra interés precisamente por contrapuesto con el neorrealismo que destilan las sucesivas columnas.






158.Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 158. Publicada 10-10-2018









Entres calles plazas y patios: pabellones. Vida cotidiana
Tres de cada cuatro fotos de Santa Marina del archivo de Benxa se ambientan en el patio y como telón de fondo las fachadas traseras de los pabellones. En cambio las tomas en calles y plazas resultan más solemnes, coincidiendo además en ofrecer una imagen más urbana y cuidada del conjunto del poblado. Este patio de la acera de pabellones pares de la calle A, donde residían los Benxa, resulta relativamente representativo, por quedar limitado por el oeste y abierto a la ribera del río Caudal, lo que no impide ilustrar aspectos comunes al resto de patios de manzana del barrio. Talmente parece que este espacio trasero resultaba el más cercano al vecindario, el más popular y entrañable,  a juzgar por los elementos y la concentración de actividades que en él aparecen reflejados. Reunía las funciones de patio de servicio (carboneras, tendales, depósito de enseres, incluso carros); patio como huerto o jardín improvisado (cada portal delimitaba su patio correspondiente con un cierre de empalizada, y si bien no se permitían pequeños huertos familiares, sí aparece alguno arbolado); patio como corral (donde se criaban gallinas y cerdos); patio de juegos de los niños, sin las limitaciones que las ordenanzas imponían en la vía pública (el mismo Benxa conservaba una multa a su nombre por dañar un árbol ornamental uno de sus hijos). El suelo era el natural, a diferencia de las calles y plazas. Tierra, hierba y piedras. ¿Intervenía esta condición natural, lo mismo que su situación más recogida y separada del callejero tan estrictamente regular y ordenado, en su atractivo entre el vecindario, especialmente por asemejarse más a los espacios de aldeas y barrios tradicionales? Aunque de fondo, como telón, siempre estuviera presente la trasera de los pabellones de viviendas y su imagen repetitiva e impersonal impropia de los núcleos rurales. Todo parece indicar que en estos patios, y no las calles y plazas, resultaba más fácil adaptarse a la vida y costumbres de un vecindario objeto de un difícil trasplante de modelo de hábitat.





1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 17). Parte segunda. 

Entre calles, plazas y patios: pabellones. (Estudio)

Los espacios públicos de tránsito, lascalles, se integraron en esta fase inicial de dotación de infraestructuras. A efectos de composición del conjunto resultan determinantes de esa regularidad ortogonal que caracterizó al barrio de Santa Marina, tanto a efectos de las construcciones cerradas o pabellones como a los espacios abiertos de plazas y patios de manzanas. 
Se concibieron tres calles principales de superior longitud que las transversales, en consonancia con la figura alargada que describía el barrio. Tres calles paralelas que se mantienen fieles a la orientación norte-sur dominante en la villa de Mieres y a su vez coherentes con la disposición del área total y los bordes del poblado. Recibieron en un principio como denominación las letras del abecedario, desde las iniciales, adjudicadas a las calles de superior recorrido, hasta la letra correspondiente a la última calle transversal. Por lo antedicho se anticipa ya la misma jerarquía interna característica del callejero de la ciudad burguesa del siglo XIX. Análogamente en Santa Marina se concibió como calle de primer orden y bajo el nombre de “B”, la vía central que atravesaba el barrio de norte a sur. Recibió un tratamiento de avenida, con un ancho superior superior al del resto, una calzada a dos carriles y en el eje una espacio peatonal arbolado. A ambos lados de ella, dos calles dispuestas en el mismo sentido, de inferior rango y estrictamente funcionales. La oeste más próxima la río, de ahí la denominación actual de calle Río Caudal, que sucedió al nombre de calle “A” y donde residió el autor de la columna periodística “Tendal”. Y por el este la primitivamente bautizada como calle “C”, que separaba el barrio del área de naves industriales e instalaciones ferroviarias de La Mallacina. 
Cuatro calles más, también de segundo orden, cruzaban transversalmente a las anteriores, manteniendo por nombre las letras siguientes del abecedario (1). Una nomenclatura que suponemos de utilidad operativa en la fase de construcción, habitual habitual en los conjuntos integrados por alojamientos de grandes colectivos, por excelencia los cuarteles militares. 

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NOTAS
    (1) Tan sólo las dos primeras generaciones de vecinos de Santa Marina recuerdan el nombre original de las calles asociado a las letras del abecedario. Mejor escribir recordaban, pues la primera generación ya ha desaparecido y la segunda se encuentra en curso de hacerlo. A base de preguntar sobre este punto nos percatamos del relevo operado en el vecindario, así como de que el callejero bautizado con letras se utilizó en otros poblados coetáneos, manteniéndose todavía en alguno de ellos. La desaparición de los primeros ocupantes del barrio infunde mayor sentido a su reconstrucción y especialmente a la recuperación de cuantos más datos de naturaleza oral puedan recogerse todavía.