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Aproximación a la obra de "Benxa" (1907-1989) por Baltasar y Covadonga Álvarez Quintana se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Este blog está bajo una licencia de Creative Commons: Reconocimiento No Comercial - Sin Obra Derivada./ Se permite copiar, distribuir y citar públicamente esta obra, con la doble condición de que se reconozca y mencione a los autores y no se utilice con fines comerciales. Tampoco, y en modo alguno, se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de ésta. Es voluntad expresa de los autores.

jueves, 4 de octubre de 2018

156. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 156. Publicada 4-10-2018









Eje compositivo y avenida principal de Santa Marina. Camino obligado de salida al núcleo urbano de Mieres del que dependía prácticamente a todos los efectos. Amplia avenida que a las puertas de la concentración residencial se estrechaba en un pequeño puente que salvaba las aguas del canal.
No es esta imagen del barrio ni la vida a partir de la reforma que le dio el aspecto actual de la
que se trata aquí, sino sus primeros años de vida a partir de que Benxa lo convirtiera en el objeto
de su columna periodística "Tendal" y, a partir de su contenido social, surgiera el interés por
reconstruir algunos aspectos vividos directamente o en parte estudiados por sus hijos,
por aquellos tiempos también niños de Santa Marina.




1.8  Colaboraciones en prensa (III). 
Columna "Tendal" (cont. 15). Parte segunda

A Mieres a todo. Santa Marina, un barrio no autárquico durante la autarquía
Una barriada no autosuficiente, dependiente del núcleo de Mieres a efectos de servicios tanto públicos como privados. Las autarquías, insistimos en el plural sobre el singular por referirnos aquí distintivamente a dos. A los años de desenvolvimiento de ambas ceñimos exclusivamente el caso monográfico de la barriada de Santa Marina -extensible como ya se indicó a otras coetáneas-, tratado contextualizadamente. La demarcación y prioridad cronológica de los dos sub-periodos de una etapa bien definida del régimen se fundamenta en el hecho de coincidir con el momento previo de concepción-edificación del conjunto y los años en los que Benxa se domicilió en él. Pero recordando que siempre por encima del aspecto biográfico y social, por el hecho de convertir Santa Marina en el tema central y de inspiración de su columna periodística “Tendal”.
Autarquías dos; la primera (años 40 o estricta posguerra), la dura y rígida en lo ideológico y en el planteamiento de uno de sus pilares, la economía, y la segunda autarquía (años 50, primer decenio de vida de la barriada en cuestión), un tramo mixtificada por mantenerse el planteamiento ideológico pero abrirse, ante el fracaso del proyecto económico absolutamente cerrado, a la ayuda exterior de los Estados Unidos, con la consiguiente mejora mínimamente repercutida en la clase trabajadora. Autarquía, ahora en singular, como planteamiento rector de Estado y para todo su territorio, autosuficiencia económica, funcionamiento hacia adentro, rechazo de toda conexión con el exterior. Pero en materia de poblamiento, los barrios no se plantean sobre tales principios, se conciben como áreas residenciales dependientes en nuestro caso del núcleo de Mieres. A pesar del ideario nacionalista o herméticamente cerrado y económicamente regresivo, el régimen siguió tendencias urbanísticas procedentes del exterior, lo mismo en la concepción de conjunto del poblado de nueva planta que en los prototipos de vivienda básica europeos, concretamente en los primeros ejemplos de barrios industriales y experiencias en vivienda social de entre-guerras, especialmente de los llevados a cabo en Holanda -indiscutible adelantada en este ámbito- y Alemania.
A Mieres era obligado acudir (“caer”, “lugar de caída” en expresión popular y luego técnica) para todo tipo de servicios. Bastaba cruzar la barrera del ferrocarril del Vasco que abría las puertas al núcleo de la villa y dejaba atrás el recinto de extrarradio zonificado como residencial-obrero. No sólo funcionalmente. También morfológica (esquema de trazado urbano), edificativa y socialmente Mieres evidenciaba sus diferencias y jerarquía de superioridad respecto al barrio. El crecimiento demográfico repercute en el espacial. Si se habían ocupado las alas del Mieres destinándolas al aluvión de productores industriales, el casco urbano estaba concebido para absorber sus necesidades, las de la población domiciliada en la villa y la del resto de las áreas mineras de la cuenca del Caudal (Aller, Lena, Riosa, Morcín). En consonancia el tercer ensanche de Mieres, proyectado en la primera autarquía, ampliaba sustancialmente el suelo urbanizable respecto a los dos anteriores [Entradas 97, 28.12-2017 y 98, 99 y 100, 5,14 y 18-1-2018 respectivamente], acaso más de lo debido para la situación de estancamiento propia del momento y teniendo en cuenta que los dos ensanches anteriores a la guerra civil permanecían escasamente ocupados (1). En cualquier caso, en manzanas cerradas por edificios adosados de viviendas en altura (el modelo de poblamiento urbano instaurado en el siglo XIX y no exactamente aplicado en Santa Marina) se llevaría a cabo en Mieres núcleo la construcción de viviendas de promoción particular, igualmente protegidas por el Estado (las denominadas “acogidas” a los beneficios de la Ley...), de desarrollo moderado al inicio pero creciente en el transcurso de la autarquía y, a la par, los servicios de los que dependería el vecindario de Santa Marina y que habían atraído al barrio a tantas familias, la de Benxa incluida [Entrada 150, 18-9-2018].
En ese Mieres que continuaba como el de los tiempos de la colaboración urbanística del padre de Benxa (1895-1905), segmentado por las vías de los ferrocarriles industriales a modo de costuras doblemente férreas (de hierro los raíles, de acero por inamovibles), condicionantes del planeamiento y aprovechadas aquí, como en toda la urbanística occidental, como barrera para una zonificación social divisoria de clases, se abordan ahora las infraestructura de aproximadamente dos tercios del suelo urbanizable de la villa, excluido el de los barrios de Santa Marina y San Pedro. Se mantiene la ordenación en damero y la orientación de calles siguiendo con casi exactitud las dos orientaciones cardinales norte-sur y este-oeste que tanto ponderara el padre de Benxa y que, efectivamente, singularizó desde el primer ensanche el plano urbano de Mieres respecto al grueso de los núcleos de su categoría (2) .
El Mieres-Mieres (3), residencia de clases medias y locales de servicios, pasó a contar, en términos cronológico-espaciales, con una especie de tres distritos urbanos determinados por los tres planes de crecimiento que acabarían por integrar, entre la segunda autarquía y el desarrollismo posterior, el Mieres preindustrial de figura alargada y curva al arrinconarse a la pendiente del extremo este de la vega agraria (núcleos primitivos de Oñón, Requejo, La Pasera y La Villa). El primer distrito ocupado por esta originaria composición lineal de borde y su reducida expansión en damero hacia el oeste (ensanche de 1905). Distrito segundo, ampliación del primero en los años veinte en dirección al sur. Ambos espacios figuraban infra-ocupadas con anterioridad a la guerra civil. Finalmente, el tercer distrito, anexo de los años 40, traspasa la barrera impuesta por el ferrocarril minero que conectaba la explotación hullera de Mariana-Barredo con Fábrica de Mieres (sociedad titular de la mayoría del suelo local urbanizable), tomando esta vez la dirección oeste, justo hasta las inmediaciones del río Caudal. Aunque muy inferior en superficie a los dos anteriores, aproximadamente la mitad, lo que supondría un tercer cuadrante de la villa, acercó el centro de la misma a los barrios que a modo de alas lo flanquearían por el norte, caso de San Pedro, y a mayor distancia, por el sur, al de Santa Marina. En él tomaron asiento el matadero municipal, el consultorio médico y el parque Jovellanos (hacia 1955-56).
A estos tres espacios urbanos consecutivos de la villa acudían los vecinos de Santa Marina en búsqueda de lo que el barrio carecía. Al médico del seguro, a los centros de enseñanza, al servicio telefónico radicado en un edificio monumental desaparecido (ensanche 1905); a comprar al mercado cubierto (1907), más abastecido que laplacinade Santa Marina, al economato de Fábrica de Mieres, para productores mineros y siderúrgicos. Y a medida que despuntaba la oferta comercial (ropa, calzado, papelerías, etcétera, así como la librería del editor del semanario Comarca), muy por encima de la demanda, más que para adquirir, por la distracción supuesta por mirar los artículos inaccesibles expuestos en los escaparates. El pequeño e incipiente comercio moderno se instaló primeramente en La Pasera por la inercia del de principios de siglo, pero acabaría por trasladarse a las calle inmediatas a la plaza de abastos (primer ensanche) y a la ahora llamada avenida de Jose Antonio o “el paseo”. Resultaba obligado acudir a esta calle principal de la villa para recrearse en otra forma gratuita de tiempo libre para la sacrificada clase trabajadora de los barrios, tanto los productores como sus mujeres carentes de remuneración alguna por servir en sus propias casas. Matrimonios y jóvenes del barrio acudían al “paseo” (hoy avenida de Manuel Llaneza) los domingos como lo hacía la familia de Benxa, sin prescindir de llevar a los niños al parque Jovellanos recién inaugurado (colección nutrida de fotos del archivo de Benxa que prueban el extraordinario que supuso aquella dotación pública para la Mieres). Los jóvenes acudían a la pista de baile al aire libre de la calle La Vega (suelo urbano de los años veinte), a bailar agarrado y a buscar pareja si no se iniciaba con el cruce de miradas “paseo” arriba “paseo abajo”, como en losbombésdel siglo anterior. Pero el espectáculo por excelencia, esta vez de pago, dirigía a todos al cine que vivía por entonces un momento pletórico del que dan fe los varios cinematógrafos radicados en las calles del primer ensanche. Y para viajar, las dos estaciones, la del Norte y la del Vasco, siempre por necesidades administrativas y en dirección a Oviedo.
Los viajes a la playa los domingos todavía constituían un lujo más bien propio de los años sesenta. Barrios nacionalizados, ferrocarriles nacionalizados. Todo desplazamiento desde Santa Marina al centro de Mieres resultaba de proximidad. La autarquía, o autosuficiencia, quedaba circunscrita a la capital del concejo, tanto para los residentes en los barrios dirigidos como para la población de los términos municipales integrantes del valle del Caudal. Proximidad que se salvaba a pie o por ferrocarril en este periodo en el que el vehículo familiar, hoy prácticamente individual como el teléfono, resultaba impensable en la economía de mínima ajustada a las necesidades mínimas del vecindario del barrio. Acaso por eso escribimos por tercera vez que Mieres empezaba a ser lo que fue en los años siguientes al Plan de Estabilización, “mucho Mieres”. Lo que dejó de ser con la difusión del transporte privado y la dependencia de Oviedo que sustrajo una parte sustancial de los servicios satisfechos por la villa de Mieres de la época en cuestión. 
  1. El mismo padre de Benxa, Manuel Álvarez, en el plano Cómo se transforma Mieres, otro entretenimiento más firmado y fechado en 1927, ilustra algunos aspectos relacionados con lo tratado en la entrada y especialmente con la procedencia de construir Santa Marina en los terrenos donde se llevó a cabo veinte años más tarde. En cuanto a lo primero ofrece un instrumento de comprobación del estado consumado de los dos primeros ensanches, si bien sitúa el rótulo de ENSANCHE DE MIERES en el área de lo que aquí llamamos distrito segundo o crecimiento sur, entre la carretera Adanero-Gijón y la hoy calle de La Vega en curso de fusionarse con el barrio antiguo de La Villa. Otro dato de interés lo aporta la previsión de la ampliación del núcleo urbano hacia donde se orientó tras la guerra, pero ocupando una extensión notablemente superior que sobrepasaba incluso el suelo ocupado por el barrio de San Pedro, prolongándose hacia El Batán hasta unirse con La Peña. Curiosamente este orientar el desarrollo urbano de Mieres hacia el norte fue el defendido siempre por el editor del semanario Comarca, quién detentó varios cargos en el gobierno municipal de Mieres sin lograr imponer su criterio respecto al opuesto y actual, la de consolidarse como suelo industrial respondiendo a los intereses de Fábrica de Mieres, consumados con las instalaciones de El Batán. En último lugar, el suelo urbanizable tal, representado con un trazo en cuadrícula esbozada, contrasta con otras amplias áreas de terrenos tratadas gráficamente con un interlineado rápido en el que se incluyen llerones o tierras anegables dentro o en los bordes del río Caudal, como dando a entender que se trata de suelo inapropiado para el asentamiento humano. Dentro de estas extensiones figuran precisamente, y a diferencia del llamado a ser barrio de San Pedro, los terrenos sobre los que se levantó el de Santa Marina, según su representación un llerón de borde del Caudal, incluso una isla sin consistencia comprendida entre dos cauces fluviales, el del río principal y el arroyo industrial que luego constituiría la línea de comienzo de Santa Marina y la divisoria con el núcleo de Mieres. En definitiva, que para Manuel Álvarez los terrenos elegidos para Santa Marina no reunían condiciones naturales para el crecimiento urbano sin obras previas de consolidación y defensa del suelo. Así lo confirma el tratamiento gráfico que dio al futuro espacio residencial-obrero, el mismo otorgado a los grandes islotes que inundaba o dejaba a la vista el río Caudal en función del volumen de sus aguas. 
  2. Pocos mierenses tienen conocimiento de lo excepcional del trazada regular en damero con el que cuenta Mieres. En cambio los estudiantes universitarios de geografía dentro de la materia de urbana, se los trasladaba a Mieres para que comprobaran sobre el terreno la singularidad de su plano. Se lo presentaba como un ejemplo raro de traslación de los planos ortogonales que se impusieron en los ensanches de las grandes ciudades europeas del siglo XIX a la reducida villa Mieres, lo que no se repitió en otras poblaciones de su categoría, en gran medida debido a la disponibilidad de una amplia superficie de suelo llano que la industrialización transformó en suelo urbano a partir de una vega fértil, primero cerealista y más tarde de pradera cuando se impuso la reorientación vacuna del campo asturiano.
  3. El desarrollo minero e industrial de Mieres se llevó a cabo de manera dispersa por todo el municipio, aprovechando los valles del Caudal y sus ríos tributarios. Y de la misma manera crecieron los núcleos de asentamiento de la clase trabajadora. De forma que en la medida que la villa de Mieres crecía se estableció una cierta superioridad entre el suelo residencial de la capital y el situado al pie de las explotaciones. Mieres, bien conocido entonces por su posición destacada en el mapa industrial del país, se prestaba a una distinción entre el Mieres ciudad residencial y de servicios y el disperso productivo asociado a un tejido residencial ausente de organización y planificación más que urbana territorial.





Todos las variantes que se observan en el diseño gráfico de cada entrada responden a interferencias a distancia ajenas a la voluntad de los autores de mantener estrictamente la unidad formal trazada a su comienzo. Se reitera, una vez más, las injerencias malintencionadas que sufre este blog, no sólo en esta materia  de apariencia visual, sino también a otros efectos de obstrucción mayores de los que aquí únicamente se deja constancia de tiempo en vez. Nota de la redacción.















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