Entrada 163. Publicada 20-10-2018
Interior de la cocina de la vivienda de Benxa en Santa Marina.
Su mujer, el hijo menor, la flamante máquina de coser y las dos ventanas, aunque sólo figure una en la imagen. La primera es una ventana invisible, es puro texto, el que se le dedica en la entrada principal en cuanto elemento fundamental que supuso dentro de las teorías higienistas desarrolladas desde el siglo XIX. La segunda es la ventana a la vista, la ventana tipo y la original que se instaló en Santa Marina, artífice en la fotografía de esta escena al contraluz de esmerada calidad estética.
Columna "Tendal" (cont. 22). Parte segunda.
La industrialización fabrica en serie uno o más artículos que repiten su forma respecto al modelo. La industria de la construcción opera de forma similar, máxime cuando se trata de un barrio para la clase trabajadora. Si en Santa Marina ya se expresó en forma de síntesis esta formulación y se dedicaron numerosos párrafos al tratamiento de pabellones seriados, dentro de ellos a las unidades de habitación o portales de vecinos igualmente homogéneos, cabe suponer que la célula de todo este entramado residencial haya sido objeto de uno o un reducido número de proyectos-tipo de viviendas contenidas dentro de los pabellones.
Se sabe que Benxa ocupó sucesivamente dos viviendas en la misma calle A, la más próxima al río Caudal, que corre en su misma dirección norte-sur. A la llegada al barrio la familia se estableció en la acera de impares, en el número cinco de la denominada actualmente calle del Río Caudal, en un piso bajo. Allí permanecieron al menos hasta 1953, el año de la riada [Rara avis 31] próximo] y en la misma vivienda nació el quinto de los hijos del matrimonio. Al poco tiempo Benxa solicita y se le concede otra vivienda, un bajo derecha en el número 10, cuyo patio, a diferencia del de la anterior, daba directamente a los terrenos inmediatos al río Caudal. En este patio se tomó el grueso de las fotografías publicadas, quedando reflejada la fachada trasera de la vivienda que ilustra indirectamente la distribución interior. Sobre el motivo del cambio de una a otra vivienda únicamente se aludía a una razón: quedaba demasiado reducida para el tamaño de la familia [oral].
La progresiva pérdida de las dos primeras generaciones de ocupantes del barrio también afectó a la familia de Benxa, desapareciendo con los mayores los numerosos detalles de interés que aquéllos podrían aportar. A duras penas y con riesgo de error pudimos reconstruir el plano de la última vivienda ocupada, pero dado que respondía a un prototipo de mayor superficie, queda pendiente la configuración de la menor -la de tres dormitorios-, incluso la existencia de una aún inferior que contaría con un cuarto de dormir menos. Este último modelo lo suponemos excluido o residual en el barrio, dado que poblados como éste se habían proyectado para familias jóvenes en edad de reproducción, conducentes al crecimiento demográfico que precisaba España para compensar las pérdidas ocasionadas por la guerra civil.
El tema de los dormitorios define un aspecto esencial en la vivienda obrera a raíz de consolidarse la sociedad industrial. Los cuartos de dormir, o los cuartos como meras divisiones de un espacio mayor, se manejan como uno de los posibles orígenes de la denominación de cuarteles para los primeros alojamientos colectivos de obreros solos o con familia. Pero el cuarto único como alojamiento de una unidad familiar entraña el extremo opuesto al de las viviendas de barrios más evolucionados y recientes como el de Santa Marina. Esto es, el cuarto único, uno más entre los integrantes de una vivienda mayor, una pieza de la casa alquilada donde vive en condiciones infrahumanas una familia entera. Desde esta situación insostenible, teóricos higienistas, reformadores sociales y algunos patronos comprometidos propondrán como mínimo una vivienda por familia, integrada al menos por un dormitorio separado para la pareja reproductora y otro para la prole. Una medida que pronto será reemplazada por el tripe dormitorio que se impuso en los barrios obreros desde la autarquía hasta la actualidad, incluso en la vivienda básica de cualquier modalidad de promoción. Esta vivienda de triple dormitorio suponemos que se correspondería con la primera asignada a la familia de Benxa, pues la siguiente ya contaba con un cuarto de dormir más.
El progreso de la higiene moral y la física a lo largo del siglo XIX había sido transferido a los proyectistas de la vivienda económica. Los tres dormitorios separaban al matrimonio, los hijos varones y las mujeres. Se ha consumado la vivienda por familia, los dormitorios independientes como la moral imponía para sus usuarios, pero todavía quedaba lejos el lecho unipersonal -dado el modelo de familia numerosas que el régimen propiciaba-, y lo mismo la habitación individual para cada hijo.
Las medidas de higiene entendidas como prevención y curación de enfermedades comenzaban teniendo en cuenta la orientación cardinal de las unidades de vivienda, Dos tercios aproximadamente de los pabellones de Santa Marina disponen sus ejes en sentido norte sur, la orientación recomendada para edificios de vivienda colectiva. Siempre a partir de la planta abierta, la primera ley de obligado cumplimiento, las dos fachadas paralelas al exterior (calle y patio) proporcionarían a todas las piezas de la casa sol durante todo el día; las orientadas al este durante la mañana y las opuestas desde el medio día hasta el oscurecer.Se otorgaba prioridad al soleamiento por encima de la luminosidad, a juzgar por el formato de ventana utilizado, heredero del vano vertical o puerta-ventana de la vivienda burguesa del siglo XIX. El sol penetrando en la vivienda contribuía a su estado seco y en consonancia a combatir la humedad, medio propicio para la proliferación de microorganismos causantes de enfermedades infecciosas. Similares postulados imponían una ventana por cuarto, pero esta vez a efectos de ventilación y renovación natural del aire viciado. Ya un siglo antes de estrenarse Santa Marina los tratados de construcción de viviendas económicas ofrecían en tablas los cálculos de la superficie adecuada del vano o ventana en relación a la volumetría de la habitación a la que debía mantener en el mejor estado saludable posible.
En la segunda vivienda ocupada por la familia de Benxa los cuatro cuartos contaban con ventana propia a los efectos indicados. Presentaban un formato propio de la posguerra, a pesar de su amplia difusión desde los años veinte. Sustituía a la puerta-ventana del balcón, restándole ciertamente dignidad, pero a cambio ofrecía un vano más práctico y racional, que no reclamaba el mantenimiento del balconero y que satisfacía holgadamente los cánones exigidos de ventilación y soleamiento. Se trataba de una ventana de doble hoja, todavía tendente al formato vertical y en la que los cristales se fragmentaban entre los travesaños intercalados en bastidor. Una ventana cuya tendencia a la vertical todavía restringía la iluminación a la manera de la rasgada hasta el suelo y que en lo sucesivo acabaría por sustituirse por el vano de tendencia apaisada que amplía a lo ancho el espacio interior iluminado.
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