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Aproximación a la obra de "Benxa" (1907-1989) por Baltasar y Covadonga Álvarez Quintana se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Este blog está bajo una licencia de Creative Commons: Reconocimiento No Comercial - Sin Obra Derivada./ Se permite copiar, distribuir y citar públicamente esta obra, con la doble condición de que se reconozca y mencione a los autores y no se utilice con fines comerciales. Tampoco, y en modo alguno, se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de ésta. Es voluntad expresa de los autores.

domingo, 21 de octubre de 2018

164. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 164. Publicada 20-10-2018









Tres generaciones de la familia de Benxa posan de nuevo en el patio trasero y una vez más también en presencia de los tendales y la colada. ¿Por qué esta segunda reincidencia en la colección de 
fotos de Benxa por los años de residencia en Santa Marina? Desde la perspectiva de género
resulta evidente la asociación de los elementos representados. Periodísticamente,  la coincidencia del tinglado para el secado de la ropa y el título de la colaboración periodística. Pero habría lugar a más. Una interpretación, por ejemplo: el gusto de Benxa por la literatura costumbrista o de género y sus cuadros populares. Otra, un análisis constructivo de estos tendales colectivos de Santa Marina, -sustituidos actualmente por otros unifamiliares-, con el fin de  insertarlos en las diferentes tipologías de estructuras y espacios donde se colocaba la ropa para secarla; o justamente lo contrario, extender las prendas blancas directamente sobre el verde del suelo para blanquearlas.






1.8  Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 23). Parte segunda. 

… y en los pabellones, las viviendas.

Fueran tres o cuatro los dormitorios de las viviendas de Santa Marina estos rodeaban en escuadra la cocina teniendo acceso directo desde ella. Ya aparece el primer indicio de la importancia reservada a la estancia donde se situaba el fuego y, a la vez, el espacio del que nace la vivienda humana. El programa funciones preestablecido para los dormitorios [Entrada 163, 20-10-2018] constituye respecto a la cocina una realidad de incorporación mucho más reciente dentro del marco de la vivienda popular. Ni la casa primitiva ni la vivienda de la sociedad rural concedieron la importancia indiada a unos espacios destinados únicamente al descanso. Los dormitorios -ahora regresando a la vivienda de Benxa y sus vecinos- eran los responsables de una compartimentación excesiva y rígida de un espacio doméstico reducido a una media de unos 55 m2., y ello a pesar de su destino repartido en dos únicas funciones: el descanso nocturno y, en muy inferior medida, a guardarropas. 
Por el contrario la cocina en esta clase de alojamientos sociales concentraba numerosas funciones, no en vano procedentes de las propias de la vivienda tradicional popular y en consecuencia distanciándose de la casa de posición desahogada, pero también de la futura orientación que le estaba reservada a la cocina en el curso de los años siguientes. Frente al programa de usos tan restringido atribuido a los dormitorios, la cocina era el escenario donde discurría la vida diaria de todos los miembros (efecto de cohesión pretendido), tanto el tiempo libre como como y por excelencia los trabajos femeninos (cocinar, fregar los cacharros, planchar, remendar y reformar las prendas de ropa, clasificarla tras la colada; tejer, dar de comer y atender por separado a los menores). A falta de comedor se comía en ella y en ella se recibía a las visitas y se celebraban los bautizos, comuniones y bodas. Sobre la mesa de la cocina los niños hacían los deberes y Benxa tomaba citas de los libros leídos o escribía sus colaboraciones para Comarca. La superficie de la mesa era un bodegón de objetos heterogéneos en cambio constante, una agrupación de documentos de la densa y plural vida escenificada en la cocina. De ahí que en el plano de estas viviendas de Santa Marina figure como la pieza de superiores dimensiones y su situación, sino ocupando el centro geométrico, sí dispuesta en posición de centralidad excéntrica. El paso por ella resultaba obligado en cualquier trayecto que se llevara a cabo en el interior por la casa (efecto de control interno). Pero sobremanera su posición focal respondía a irradiar a las diferentes piezas de su contorno las calorías que emitía el fuego cerrado de la cocina económica.
Resultan muy escasas las noticias en torno al equipamiento con que se entregaron tanto la cocina como la pieza higiénica por excelencia. En la primera, arrimada a un tabique del baño, se instaló la cocina bilbaína que se alimentaba con el cupo del carbón que correspondía a cada productor. En línea con ella un fregadero de granito artificial (cemento y piedra menuda tipo arrocillo) y una o un par de mesetas. Sin duda la disponibilidad de agua corriente constituía el servicio más ventajoso, incluido el suministro de agua caliente que proporcionaba la misma cocina de carbón. 
En cuanto al cuarto de aseo primitivo -notablemente actualizado durante la reforma del barrio- se sabe que contaba con retrete y lavabo, pero desconocemos si se incluyó la característica bañera reducida provista de asiento -la primera popularización de este sanitario hasta entonces considerado de lujo- o si, según otras noticias, se instaló una simple pila o cubeta de cemento con el doble cometido de bañera y lavadero, aunque extrañamente desprovista de toma agua propia. En cierta medida el lavado de la ropa en estas barriadas no parece haber mejorado sustancialmente las condiciones de la faena semanal más sacrificada encomendada a las mujeres de la casa. La disponibilidad de agua corriente en todas las viviendas hizo caso omiso de las instalaciones colectivas específicas de los lavaderos tradicionales. Y en su lugar las pilas que se instalaron en las viviendas -o el mismo fregadero- no ofrecían las condiciones de las antiguas instalaciones públicas de lavado.
















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