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Aproximación a la obra de "Benxa" (1907-1989) por Baltasar y Covadonga Álvarez Quintana se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional. Este blog está bajo una licencia de Creative Commons: Reconocimiento No Comercial - Sin Obra Derivada./ Se permite copiar, distribuir y citar públicamente esta obra, con la doble condición de que se reconozca y mencione a los autores y no se utilice con fines comerciales. Tampoco, y en modo alguno, se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de ésta. Es voluntad expresa de los autores.

sábado, 11 de agosto de 2018

147. Muestra 1. Colaboraciones en prensa (III). Columna "Tendal"

Letras>Artículos prensa
Entrada 147. Publicada 11-8-2018












 Barrio de Santa Marina, hacia 1954-55. Parte de los hijos de Benxa y amigos jugando 
"el pinchu" en lo que llamaban patio, en realidad el espacio natural sin pavimentar situado ante la fachada trasera de la manzana de pabellones del barrio más próximos al río. Terreno de ribera
 y primero en anegarse en caso de desbordamiento del río. En este borde se le asignó al autor 
de "Tendal" la vivienda.  El espacio libre conoció por entonces numerosos usos, entre ellos el de 
campo de juegos y el de lugar en el que se situaban los tendales colectivos, acaso los que 
inspiraran a Benxa el título de su columna. Así describe uno de sus hijos la esencia del juego practicado en Asturias que se registra en la fotografía. "Dentro de un círculo que se dibujaba 
en tierra, se clavaban palos puntiagudos y se trataba de derribar los de los contrarios". 
(Fotografía si no tomada por Benxa, posiblemente por algún familiar).







1.8  Colaboraciones en prensa (III). 
Columna "Tendal" (cont. 6). Parte segunda.




El vecindario asoma repetidamente en lo que podría considerarse también, a la par que una columna periodística, una crónica de una barriada obrera -barrio minero, en expresión de Benxa. Un barrio de trabajadores de promoción oficial, levantado de nueva planta en los difíciles años finales de los cuarenta. Es cierto que contraviene a la crónica en la falta de precisión temporal y en la definición clara de una secuencia cronológica de los hechos, incluso también por la escasa entidad de la acción como hecho propiamente dicho. Sin embargo circunstancias, datos, indicios de comportamientos y reflejos de la vida cotidiana, ello dentro del marco de lo ordinario o el día a día, a lo que se suman los sucesos críticos de las graves inundaciones y el temor anticipatorio -hoy ansiedad- a que se repitan. 

De lo uno y otro se informa en la sección, aunque en lo tocante a las embestidas del río Benxa se expresa con superior detalle y a título monográfico en esa especie de cuadros costumbristas que integran otro apartado de sus trabajos, el de lo que él llamaba Reportajes (seguido del número y sin titularlos) o primeramente Teatrinos, cuadernillos a cuartilla apaisada de ambientación y destino exclusivamente familiar (1). Queda pendiente para otra entrada desglosar los componentes que intervinieron en la imagen del barrio que transmitió en la columna, el fondo (personal o individual y el cultural) y la forma de expresión consonantemente empleada .

De los fragmentos que se recogen en “Tendal” sobre los moradores de las colominas (2) cabe suponer un necesario proceso de adaptación que no debería pasar inadvertido a poco que se profundice en estos fenómenos de movilidad de colectivos numéricamente significativos. Sin duda hubo de dejarse sentir entre un vecindario procedente del medio rural o poblaciones muy inferiores al tamaño que Mieres comenzaba a tomar. Una comunidad de nacidos en lugares distantes donde habían dejado en ellos sus raíces y antepasados para poblar un espacio periurbano en nada similar al hábitat rural de origen. Benxa mismo -aunque nada exprese en este sentido en las columnas revisadas-, quien llegó a Mieres para domiciliarse directamente en Santa Marina, sufrió el desarraigo que se supone generalizado en estos casos. Con frecuencia se le escuchaba referir, años después de abandonar el barrio, la nostalgia sentida a raíz de dejar Olloniego, la que pudiera considerarse su ideal de población, a la medida de las necesidades de su entorno vital: escala reducida, núcleo de población rural pero dotado de servicios mínimos (tren, médico, pequeño comercio) y un vecindario donde no sentirse un desconocido ni desconocer -primer capítulo de La mina abandonada, el protagonista camina desolado por una ciudad deshumanizada-, o lo que en otras palabras parece haber sido su concepción de los vecinos, algo similar a la prolongación de la familia. 

Hasta aquí la Santa Marina de Benxa, descrita en párrafos cortos, equivalentes a las tiras gráficas crítico-humorísticas de la prensa de rotativa, y al unísono las necesidades básicas reivindicadas con las maneras literarias que le eran propias. Cierto, pero más allá de él en qué términos se desenvolvió la experiencia de su familia y muy especialmente la de su mujer, referente con matices de las vecinas del nuevo Mieres de barrios obreros que crecía hacia el sur, hasta la orilla del río. Allí, sobre suelo de la vega secularmente cultivada, donde unos veinte años atrás de ponerse en marcha la fábrica de los pabellones de viviendas para mineros el arquitecto Teodoro Anasagasti, circunstancialmente en Mieres, proyectara un extenso parque que uniría la ribera con el ensanche revisado por la década de los veinte. ¿Qué impulsó a quién tomaba las decisiones familiares a solicitar vivienda en el barrio minero? No se descarta que las condiciones ofrecidas por la vivienda de nueva planta, de las que, dicho sea de paso, no efectuó crítica alguna el cronista espontáneo y oficioso de Santa Marina entre 1950 y 1960, fecha ésta en la que la familia traslada su domicilio fuera de las colominas. Desentrañar tales aspectos supone igualmente adentrarse en otra dirección paralela pero imbricada en los contenidos de la columna de Benxa en Comarca. La de la historia de estos alojamientos masivos -mucho más aún en las capitales de provincia del momento, Madrid, la Barcelona de larga tradición industrial- con los que comienza a resolverse el problema de la vivienda básica en España a lo largo del tercer cuarto del siglo XX. 


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  1. Al menos uno de estos trabajos centra la acción en las inundaciones. Únicamente se cita aquí de memoria y de oídas, a razón de pasajes aislados de la riada -acaso la de la primavera 1953- que se comentaban en casa, lo que por su parte constituye otro testimonio más de la integración de la familia en el barrio. Por el momento no se han localizado estos reportajes entre los papeles de Benxa. En cualquier caso, el dedicado a la riada de Santa Marina y cómo fue vivida por él y los suyos, lo entendemos ahora como un material de doble interés potencial. Uno por la recreación del siniestro natural en sí, siempre construido a través de la mirada del autor, pero también vecino y afectado; otro, por las curiosas reflexiones sobre sí mismo dentro del naufragio, ciertamente peculiares -pintoresco era el término que acostumbraba a emplear- y por ello retenidas nítidamente en la memoria. Desde ella y con la distancia en el tiempo de por medio podrían calificarse de referencias de apoyo para entender el Benxa en la mitad de la cuarentena biológica y, sobre todo, la estrecha relación entre su forma de ser y el estilo literario, aunque hubiera quedado circunscrito a varios cientos de colaboraciones en prensa.
  2. Por colominas se entendió en Mieres hasta bien entrados los años sesenta estos barrios de Santa Marina y San Pedro. Hasta ese tiempo en que comenzó a entrar en vigor para promociones similares más modernas el sobrenombre de Tocotes, denominación común a las numerosas promociones de viviendas sociales abordadas por buena parte de las villas de Asturias. Conocido es el origen de los Tocotes, que supusieron sensibles novedades propias de la modernidad arquitectónica, como la organización espacial de los ya considerados bloques en vez de pabellones,o la revisión de las tipologías de vivienda respecto a los barrios más anticipados de la autarquía. En cambio para el sobrenombre popular más antiguo de las colominas -igualmente trasladable a las poblaciones más temprana y densamente industrializadas de comienzos de la posguerra civil- se baraja la hipótesis del apellido del constructor a gran escala responsable de su erección, a juzgar por el apellido posiblemente de ascendencia catalana. El Vive en les colomines resultaba una expresión harto repetida en el caso concreto de Mieres.













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