Entrada 100. Publicada 18-1-2018
4.5 Manuel Álvarez Álvarez (cont. 19)
(Antepasados técnicos industriales de Benxa)
Años 1890.
Integrante del equipo redactor del ensanche de la villa de Mieres
dirigido por el ingeniero Eugenio Ribera en 1900
Con anterioridad
a los ensanches propiamente dichos otras iniciativas urbanas, no de
su estricta calificación, contribuirán de forma más espontanea a
gestar operaciones menores que vinieron igualmente a ampliar y
modernizar el suelo urbano. Podrían denominarse
pre-ensanches y en Mieres deja
testimonio de ellos el plano de 1895, que examinamos ahora antes de
hacerlo del siguiente, el del propio ensanche de 1900. Además este
anticipo del documento urbanístico tal detecta cierta relación con
los capataces Álvarez/Rodríguez. Con el primero por delinear el
plano donde se insertan ya operaciones asimilables al recrecido de
Mieres de 1900, y a ambos porque para los años 1890 ya figuran
domiciliados en La Pasera, enclave que junto con Sobrelavega ya
fueron presentados como barrios especiales por su clara orientación
urbana respecto a los demás núcleos orillados a la carretera
Adanero-Gijón, aldeas de origen campesino pero para las fechas
dominados ya por un vecindario de ocupación industrial.
La Pasera no
resultó producto del ensanche de 1900, pero sí el núcleo principal
de entre los dos antiguos recién indicados. Exactamente su suelo o
superficie sería tomado como referencia para el trazado principal
del nuevo callejero, resultando éste como soldado a La Pasera y
producto más directo de su crecimiento. Signo inequívoco, pues, de
su jerarquía urbana y centralidad dentro del Mieres anterior a 1900.
Asimismo a La Pasera le correspondería un lugar preeminente en este
anticipo del ensanche en función de su uso residencial de nivel
medio, del buen caserío todavía heredero de las maneras
constructivas del Antiguo Régimen y de la presencia de buena parte
de los servicios [Entrada 5-1-2018]. Distribuida a ambos lados de la
carretera de Jovellanos, aunque situadas a desigual distancia de la
misma la zona principal oeste y la este, el plano de 1895 recoge
otros dos áreas de interés de este seudoensanche. Una en el límite
sur de La Pasera, la calle de Camposagrado o de la estación,
trazada en los 1870 uniendo ésta con la carretera que articulaba los
distintos nucleolos que integraban Mieres. Calle de otro modo con
cierta analogía con la de Campomanes en Oviedo, también proyecto
adelantado de crecimiento movido por la necesidad de unir el casco
antiguo con la estación del ferrocarril. Y dos, retornando a La
Pasera y vecina de ésta por el norte, la iglesia parroquial de San
Juan Bautista, patrono de la villa, de cuyo imafronte arrancaría el
trazado (todavía ausente) de la otra gran calle del ensanche tal,
orientada en sentido paralelo a la de la estación y limitando por el
norte y sur, respectivamente, el trazado del futuro Mieres del nueva
planta proyectado por Ribera cinco años después.
Y restan otros
dos enclaves donde más espontánea que planificadamente, fueron
tomando cuerpo tipologías edificativas que luego se impondrían en
el ensanche propiamente dicho. Se trata de Sobrelavega, barrio de
nueva creación a raíz de la construcción de la Casa Consistorial
en los años 1860, y del tramo comprendido entre la avenida de la
estación (surcada por la vía del ferrocarril minero de El Peñón)
y todo a lo largo de La Pasera, pero precisando que en su acera
oeste, donde se desplegaba la vega de cultivos. En torno al
Ayuntamiento y en formacionón entre medianeras se sucedía en esta
área un caserío moderno en altura, el que se erigirá luego en
prototipo de edificio urbano habitual en los ensanches del XIX, de
ocupación dominantemente plurifamiliar, de dos a cuatro alturas
sobre rasante, elegante balconaje presidiendo la fachada, de otro
modo austeramente decorada, y la omnipresente galería acristalada en
al alzado opuesto, con función múltiple además de servicio de la
cocina. Sin abandonar La Pasera y en una de estas viviendas de clases
medias ocupada en régimen de alquiler residió el capataz Álvarez
con sus hijos tras enviudar en 1910 [AMA]. Las condiciones de
habitabilidad de la vivienda superarían con creces el anterior
domicilio en El Mesón -también en La Pasera, unos metros más hacia
la iglesia y en la acera de enfrente-, un caserón destinado al uso
que su nombre apunta y del que resulta destacable su carácter
representativo del caserío original que conformó este punto
neurálgico a la hora de establecer la conexión entre el antiguo y
el nuevo Mieres en su primera fase de crecimiento planificado.
En el terreno de
las decisiones sobre el futuro de la villa de Mieres no extraña que
Manuel Àlvarez efectuara una modesta inversión en este espacio de
La Pasera. A finales de los noventa o en el decenio siguiente
adquirió la casa conocida como de “José el Zapatero” [Benxa,
Una Comarca…, pág. 27], pero continuó residiendo de alquiler y
hasta los últimos años de su vida no trazó un proyecto de
ampliación y reforma orientado a mejorar la situación económica de
los hijos pendientes de emanciparse. A colación de lo anterior y
como testimonio de su poco más que simbólico patrimonio
inmobiliario, pese a su actividad en un sector altamente lucrativo,
se tiene noticia de otra vivienda por él mismo proyectada en 1899 en
La Peña, al pie de los hornos de la Sociedad La Unión [AMA]; casa
exenta que llegó a edificarse y posiblemente a arrendarse.
Hasta aquí
algunas observaciones de naturaleza urbanística a partir del plano
de la villa de Mieres de 1895 atribuido a Manuel Álvarez, aunque no
firmado por tratarse de un documento administrativo al servicio del
Ayuntamiento. Precisamente la firma de Álvarez, cuando figura,
constituye uno de los recursos para calificar sus trabajos
cartográficos de personales o de autor, esto es, surgidos de motu
propio; lo mismo que los planos
anónimos pero a él atribuidos se corresponden con levantamientos
contratados y remunerados. El o el conjunto de planos que siguen al
de 1895 integrarían el proyecto de ensanche de 1900 (el primero de
Mieres, pues hubo otros posteriores) “presentado”
[Pistono/Burgos] por el ingeniero Ribera a la corporación municipal
local. En su defecto –al menos creemos que no se encuentra
publicado- se impone recurrir al siguiente por orden cronológico,
también sin firmar ni fechar. O precisando, firmado por R. Pérez,
el autor del capítulo sobre geografía urbana de Mieres [Referencias
abajo, Pérez
González], fechado por éste en
la segunda mitad de los años 1920 y por otros [Pistono/Burgos] en el
precisp año de 1920.
Por segunda vez
en esta sección del blog atribuimos un plano urbano de Mieres al
capataz Manuel Álvarez [Entrada 5-1-2018]. Trazos, figuras de
edificaciones, líneas, ferrocarriles, huertos, ríos y rótulos
resueltos en distintas tipos de letra se corresponden con sus maneras
gráficas, y más aún, muestran semejanzas evidentes con sus
equivalentes en el plano de 1895 –véase la reproducción casi
exacta de la manzana edificada en la acera de en frente de La Pasera,
la del caserío desordenado y más antiguo. Para 1920 Álvarez
Álvarez ya se había trasladado a Olloniego, pero tal y como ocurrió
con otros trabajos planimétricos suyos, encargados en fechas tardías
y cuando ya desempeñaba otro puesto y actividad profesional, se le
buscaba allí donde se encontrara para, en calidad de experto en el
tema en fechas anteriores, solicitarle planos actualizados
garantizados por su conocimiento directo y la documentación de
origen guardada entre los materiales de su archivo. Noticias en este
sentido constan tanto a efecto de planos de la población de Mieres
como de cartas geológico-mineras.
Volviendo al
ensanche de Mieres de 1900, un recorte del plano más moderno
mencionado, unas dos décadas posterior [figura de cabecera de la
entrada], permite acercarse con fidelidad a la evolución morfológica
del Mieres nuevo, máxime perteneciendo ambas representaciones
urbanas (1895 y 1920-1925 o más, respectivamente) al mismo dibujante
en calidad de delineante. No procede aquí ahondar en este primer
proyecto de crecimiento planificado para el futuro de la villa en los
años iniciales del siglo XX. Su reducido tamaño, el sensible
retraso en abordarse, la reproducción fiel de los intereses
económicos prioritarios y de los principios formales que a gran
escala se venían aplicando en las grandes capitales, u otros
aspectos por el contrario atípicos del núcleo preexistente de
Mieres y demás análisis ya fueron tratados o lo serán en trabajos
complementarios de precisión. En su lugar únicamente destacar el
escaso margen de acción con que contó su artífice Ribera, aquí
limitado a un trabajo que desmerece su talla singular como diseñador
de puentes de innovación tecnológica para su tiempo. Y a la
inversa, dejar constancia de la oportunidad que para el capataz
Álvarez, como subordinado de un técnico superior de destacado
talento, entrañaría esta colaboración, pues aunque desenvuelta en
una materia ajena a la minería, las inquietudes plurales del
ayudante beneficiarían su interés por la diversificación de los
conocimientos técnicos.
No se descarta
que a raíz de este contacto Manuel se interesara por la proyección
y dirección de edificios modernos para la villa, coincidiendo
igualmente con su labor como constructor de hornos sistema Rodríguez.
Su hijo menor, Benxa, dejó constancia del orgullo sentido por su
padre durante esta etapa de trabajo a las órdenes del ingeniero “D.
Eugenio Ribera”. En más de una ocasión había comentado en su
casa aquel dato que luego resultaría objeto de confusión para
alguno de quienes se interesaron por él. Escuchar : “Mi padre hizo
el plano del ensanche de 1900”, literalmente se prestaba a
sobreentender en calidad de autor,
cuando la participación a la que Benxa se refería se ceñía a
título de dibujante o delineante dentro del equipo responsable. Pero
también citaba curiosidades como la de que todas calles del primer
proyecto del nuevo
Mieres
guardaban una orientación casi exacta norte-sur y este-oeste, y
también en algún artículo extraviado dejó declarado cómo en
algunos aspectos del diseño el ingeniero de obras públicas había
tenido en consideración y aplicado ciertas sugerencias advertidas
por el capataz minero, lo que no resulta extraordinario dada su
condición de vecino y buen conocedor de Mieres, su misma formación
y el perfil curioso y observador que lo caracterizaba.
Como una fortuna
inmaterial, la del saber ampliado, fue interpretado por Manuel este
periodo de Ayudante de Obras Publicas en el Ayuntamiento de Mieres.
A esta valoración no resultó tampoco ajena la oportunidad de
aproximarse a otro campo de la representación planimétrica del
espacio, la urbana.
Referencias
.
Álvarez “Benxa”, B., Una comarca a punta de lápiz.
Laminarium de Mieres y Lena. Oviedo, 1975.
.
Pérez González, R., “Mieres”, cap. II, Geografía de Asturias,
vol. 2, págs. 75-133. Avilés, 1982.
.
Pistono Favero, J./Burgos Fernández, E., “Influencia del
ferrocarril en el ordenamiento urbano. Asturias: Mieres y los
ferrocarriles mineros”, Historia Ferroviaria. Gijón,
2003. (PDF).
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