Entrada 96. Publicada 25-12-2017
Sección N-S del Pozo Peña de El Porvenir "donde se demuestra la gran concentración de labores sobre la denominada brecha Peña (según dibujo de Manuel Álvarez Álvarez de principios del siglo XX"). Plano y texto publicado por Luque/Gutiérrez en La minería del mercurio en Asturias. Restos históricos. Oviedo, 2006, pág. 182). La marca de agua se refiere a la reedición de la imagen digitalmente, de la que se indica su primera publicación. |
4.5 Manuel Álvarez Álvarez (cont. 15)
(Antepasados técnicos industriales de Benxa)
Años 1890. Etapa del Mercurio en la sociedad El Porvenir y
diversificación de la actividad profesional.
La prosperidad
de los años ochenta es superada por las campañas de los noventa que se
identifican con el período más álgido del mercurio decimonónico de Asturias.
Capital y accionariado de las empresas reparten beneficios y la oferta de
empleo informa de una ampliación de plantilla, siempre dentro de los modestos
efectivos adscritos a este sector. En Mieres la compañía de El Terronal (El
Porvenir) aventaja a su vecina La Unión. La suma de una acertada gestión
administrativa (Stuyck) y técnica (capataces Rodríguez/Álvarez) explican en
buena medida esta década dorada y última también, al cabo de la cual se invertirá
este signo ascendente.
En calidad de
técnicos Rodríguez/Álvarez fueron los responsables directos de materializar la
espléndida situación de la empresa: aumentar el volumen de producción, abaratar
costes y ampliar beneficios. Lo indicaba el ingeniero consultor Gascue (abajo),
pero también Manuel Alvarez con anterioridad, en el informe de 1883 sobre la
modernización del pozo Esperanza [Entrada 11-9-2017]. En realidad no era más
que una máxima dentro de la teoría empresarial propia de la segunda revolución
industrial, impulsada hacia el máximo crecimiento del beneficio vía
concentración de capitales y empresas (latifundismo)
o magnificando los ingresos de las más pequeñas dimensiones como las
mercuríferas en Asturias.
Para alcanzar
tales objetivos era precisa una organización de los procesos específicamente
técnicos, exigidos desde la cúpula administrativa de la compañía, ajena a los
conocimientos especializados. Correspondería pues a los expertos actualizar los
métodos de explotación en las minas y los de beneficio del mineral en los
hornos de la planta metalúrgica. En el departamento de minas, ello supuso la
exigencia de equipos mecánicos –años 80, adquiridos en este caso- y la modernización de las instalaciones subterráneas y de
superficie : construcciones de nueva planta para albergue de la maquinaria
instalada y edificios complementarios. Con ellos Manuel se inicia como proyectista
y constructor, actividad que ampliará desde este mismo decenio a otros campos y
clientes. Pero será su labor y adecuada gestión como responsable de la
producción de azogue de las minas El Porvenir la que distinga a esta compañía con
las medallas de oro y plata en las exposiciones de Londres y Gijón [Entrada
18-12-2017], “ganando en la universal de París celebrada en el año 1900 otra de
oro, por el concepto [específico] de Explotación de Minas” [Luque/Gutiérrez,
58, remitiendo a un estudio de Rafael Fuertes Arias, 1901, sobre las entidades
dedicadas a la producción de mercurio en Asturias].
Con todo
resultó mucho más relevante y de muy superior difusión geográfica y siempre en
medios especializados los equipos de transformación del mineral de mercurio en el
líquido metal, investigados y diseñados por Ramón Rodríguez en la casa, en la misma empresa que
dirigía técnicamente. El alto rendimiento que supuso su puesta en
funcionamiento revirtió, esta vez por encima de otros
factores, en el muy significativo
crecimiento productivo que distinguió esta década, tanto para El Terronal como
para otras compañías. En este caso los hornos no se adquieren a fabricantes
europeos, como resultaba habitual en la mecanización de las labores
extractivas. Ahora se invierte el procedimiento: equipos de horneado de
cinabrio diseñados en Mieres son
adquiridos por su alto rendimiento en empresas asturianas, nacionales y
europeas. A finales del XIX La Soterraña, La Unión, La Explotadora y Pelúgano
contaban con hornos Rodríguez o con el otro modelo, oficialmente bautizado
Rodríguez-Gascue. El mismo ingeniero belga Alfonso Dory (Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería,
1894) al referirse a El Terronal, centra su atención en dos nuevos modelos de
hornos, uno de retortas ideado por
Rodríguez y otro de cuba para gruesos conjuntamente
inventado por Gascue y Rodríguez. Precisamente este último modelo, al
transformar sin interrupciones diarias grandes piezas de mineral, contribuía
con máxima precisión a la producción intensiva y masiva que la industria del
momento reclamaba, en palabras de Gascue: “(…) utilizando los medios que
proporcionan el gran adelanto de todas las ciencias y los maravillosos
descubrimientos modernos” [Luque/Gutiérrez, 48, 50-51].
“Maravillosos
descubrimientos modernos” producto de la ciencia, investigación y diseño de
equipos industriales desarrollados desde una empresa, empresa-laboratorio,
inventos y patentes made in Mieres
constituyen un producto de la cultura tecnológica a la postre superior al
máximo beneficio alcanzado por El Terronal en 1898 y de cuyos dividendos -tras 25 años sin ser percibidos por el
accionariado menor- participaron los
capataces Ramón y Manuel, que un año más tarde figuran con un sueldo anula de
3.500 y 2.000 pesetas respectivamente [dato Fernández Gutiérrez]. Este
momento eufórico y otros similares debieron intervenir en la imagen vaga
transmitida por la familia a Benxa (n.1907) sobre la industria del mercurio
como una fuente extraordinaria de riqueza directa y prosperidad social inducida, no tanto a
título exclusivamente económico, pues sobrevivió tras la desvinculación de El
Porvenir con el Terronal y las significativas pérdidas de ingresos inherentes.
Durante este último proceso y hasta el final de su vida, Manuel Álvarez no dejó
primero de defender la viabilidad de esta industria frente a sus opositores, y
después de demostrárselo a sí mismo manteniéndose informado de la evolución mundial
de esta industria. Le hubiera colmado de satisfacción leer ese “Y aún quedaba
lo mejor de la planta del Terronal”, titulando uno de los capítulos sobre la
reactivación de su yacimiento amantísimo desde los años 1940 a cargo de la Sociedad
Astur Belga de Minas, en el mismo estudio especializado que desveló tantas
noticias sobre su implicación y la de su cuñado Ramón Rodríguez en la historia
del mercurio decimonónico asturiano [Luque/Gutiérrez, 267].
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