Entrada 151 Publicada 24-9-2018
1.8 Colaboraciones en prensa (III).
Columna "Tendal" (cont. 10). Parte segunda
2. El barrio de Santa Marina
Benxa aporta, a título individual y como autor de la columna “Tendal”, una fuente de naturaleza periodística sobre el barrio de Santa Marina (parte primera). Su familia, con la experiencia directa de diez años de vecindad en el barrio, material de información oral y fotográfica que se incluyen en esta parte segunda. También desde el ámbito familiar se amplía este punto sobre la barriada, lo mismo que el siguiente centrado en el modelo/tipo de vivienda que lo integra, con un tratamiento rápido de carácter más técnico o especializado.
Santa Marina deviene pues en denominador común, concentra la atención, amplía la dedicación y resume o esboza un tratamiento monográfico, un apéndice más de los que abundan en este blog. Así se concibe partiendo de Benxa como desencadenante y con el propósito de presentar el barrio como un caso concreto y a la vez representativo o genérico de las numerosas y primeras promociones de alojamiento obrero de alta densidad edificadas en la posguerra, durante aquellos años iniciales de la autarquía, dentro y fuera de Asturias (1).
El “Tendal” de Benxa recoge el estado del barrio y el vivir de su vecindario en el momento de su publicación (1953-¿?), sincrónicamente; o lo que es lo mismo, informa del medio físico, el espacio y, en términos generales, también incluye materiales de naturaleza sociológica. Pero pese al interés de aquél por la historia y el patrimonio construido o su formación como aparejador, posiblemente rechazara por tratarse de un efecto más de la modernidad el temario y los penúltimos campos de conocimiento por los que viene interesándose la historia, algunos de ellos convocados aquí para el tratamiento del barrio en el que residió e inspiró aquella su columna periodística, a pesar de que poco a poco fuera mezclando en ella la defensa de Santa Marina, en forma de crítica y realismo social comprometido, con recursos literarios que derivarían en su estilo posterior como articulista.
No se trata de la gran historia, la medieval en la que se inició en su juventud [Entrada 41, 26-1-2017] ni de la moderna que puebla sus Laminariums [Entrada 23, 18-19-2016], esto es, las etapas objeto de la historiografía tradicional, las aceptadas por la generación del BNX joven, llamadas a ampliarse posteriormente. Se hace referencia ahora a un abanico de historias que enriquecen la contemporánea, integrando campos de conocimiento hasta entonces desconsiderados y más próximos al ser humano del común, por tanto equivalentes al interés de B. por la cultura popular aunque él la circunscribiera al medio rural y no al industrial. Citar estas historias, con menos años de desarrollo que los de la generación de BNX y que la misma vida del barrio de Santa Marina, obliga en parte a repetir la mención ya recogida en la entrada anterior. Resulta obligado no obstante, tanto porque adelantan el índice de aspectos a tratar en la barriada en cuestión, como por ampliarse sensiblemente exigiendo su diversidad una clasificación oportunamente coincidente con los dos mismos campos de información que ofrece la columna periodística “Tendal”. De una parte las hijas de la historia social, producto de la actividad colectiva (al caso, el vecindario de Santa Marina); de otra la historia de los espacios donde se desenvuelve la vida, el ubi, el dónde, el lugar, o con más precisión, los asentamientos humanos, siempre intervenidos físicamente mediante procedimientos constructivos, sean a escala territorial, el espacio urbano (la figura del barrio, dotada de una concepción diferente a la de la era preindustrial) o la edificación cerrada, los edificios (en los barrios los pabellones o colominas y su célula básica, la vivienda). Del primer apartado temático e historiográfico se recurre a la historia de la vida cotidiana, la privada, la de familia, la de género. Del segundo, a la historia urbana (la villa de Mieres y la barriada de Santa Marina), la historia de la construcción y la historia de la vivienda obrera (terminología del siglo XIX), la vivienda de productores, estatal o de promoción oficial (autarquía y periodo de estabilización o desarrollismo) (2), hoy denominada vivienda social.
En lugar de recurrir al tan difundido término de transversalidad, optamos por el de coordenadas para la organización de los materiales a tratar para el barrio entonces más meridional de la villa de Mieres. Los componentes de la primera coordenada, ya referidos, serán combinados con los del otro eje, como no podría ser otro modo la historia de España del momento, más determinante e incidente por entonces, dadas las características del régimen, en todos los aspectos concernientes al barrio minero. El régimen franquista pero selectivamente, restringido a registros propios de la autarquía que incidieron en la dimensión social y el espacio intervenido constructivamente, los mismos que centraron la columna “Tendal” de Benxa y los que, ahora en diferido, entendemos como los dos marcos de ensayo de historiación del barrio concreto y de sus numerosos hermanos dispersos dentro y fuera de Asturias.
NOTAS
(1) Otras iniciativas igualmente de promoción oficial más tempranas adoptaron figuras de poblamiento diferentes, por ejemplo a imagen de los pequeños núcleos de asentamiento rural. Por sus reducida dimensión y capacidad de alojamiento, muy inferiores a la de los barrios propiamente dichos como el de Santa Marina, pronto se revelaron como iniciativas utópicas abocados al fracaso y rápidamente sustituidas por operaciones de alojamiento proporcionales a la urgencia acuciante de la demanda de vivienda para la clase trabajador. Y en sentido contrario, en las grandes capitales del país, los barrios superaron con creces los índices de alojamiento hasta alcanzar los miles de viviendas. Para las primeras iniciativas se manejó el término de colonias, aunque no exclusivamente ceñido a los proyectos de las características indicadas arriba. Para Santa Marina insistimos en la propiedad de las voces barrios o barriadas -esta última prácticamente extinguida en la actualidad y con connotaciones un tanto despectivas. La terminología utilizada, por sí misma, ya resulta un tema monográfico de la vivienda social durante el franquismo, más aún si se la confronta con su equivalente previa a la guerra civil, la de un periodo de casi un siglo que no puede desconsiderarse en calidad de antecedente y referente obligado.
(2) Durante el régimen de Franco fueron numerosas las fórmulas de intervención del Estado en materia de vivienda, en correspondencia con la política de signo clara y generalizadamente intervencionista. En los distintos grados de apoyo y fomento (desde la promoción directa a la protección parcial de las iniciativas particulares) intervinieron diferentes organismos y todo un corpus legislativo. Como producto de ambos resultan las diferentes calificaciones y denominaciones de los proyectos: grupo, colonia, patronato, barrio, cooperativa, etcétera, a lo largo de las dos grandes etapas económicas adoptadas durante el franquismo: la autárquica (1940-59) y la del Plan Nacional de Estabilización Económica (1959-75). Con una relación tangencial con el léxico de la vivienda social de estos periodos y especialmente con el primero, viene a colación la denominación de productor que sustituye, o lo pretendía, a la de obrero. Era el trabajador manual, la base de la fuerza humana de trabajo, el operario que calificamos hoy. Se percibía un reparo ideológico a usar la voz obrero por asociarla a toda clase de ideología y acción de dicho colectivo situado en el espectro de la izquierda reformista o revolucionaria.
(1) Otras iniciativas igualmente de promoción oficial más tempranas adoptaron figuras de poblamiento diferentes, por ejemplo a imagen de los pequeños núcleos de asentamiento rural. Por sus reducida dimensión y capacidad de alojamiento, muy inferiores a la de los barrios propiamente dichos como el de Santa Marina, pronto se revelaron como iniciativas utópicas abocados al fracaso y rápidamente sustituidas por operaciones de alojamiento proporcionales a la urgencia acuciante de la demanda de vivienda para la clase trabajador. Y en sentido contrario, en las grandes capitales del país, los barrios superaron con creces los índices de alojamiento hasta alcanzar los miles de viviendas. Para las primeras iniciativas se manejó el término de colonias, aunque no exclusivamente ceñido a los proyectos de las características indicadas arriba. Para Santa Marina insistimos en la propiedad de las voces barrios o barriadas -esta última prácticamente extinguida en la actualidad y con connotaciones un tanto despectivas. La terminología utilizada, por sí misma, ya resulta un tema monográfico de la vivienda social durante el franquismo, más aún si se la confronta con su equivalente previa a la guerra civil, la de un periodo de casi un siglo que no puede desconsiderarse en calidad de antecedente y referente obligado.
(2) Durante el régimen de Franco fueron numerosas las fórmulas de intervención del Estado en materia de vivienda, en correspondencia con la política de signo clara y generalizadamente intervencionista. En los distintos grados de apoyo y fomento (desde la promoción directa a la protección parcial de las iniciativas particulares) intervinieron diferentes organismos y todo un corpus legislativo. Como producto de ambos resultan las diferentes calificaciones y denominaciones de los proyectos: grupo, colonia, patronato, barrio, cooperativa, etcétera, a lo largo de las dos grandes etapas económicas adoptadas durante el franquismo: la autárquica (1940-59) y la del Plan Nacional de Estabilización Económica (1959-75). Con una relación tangencial con el léxico de la vivienda social de estos periodos y especialmente con el primero, viene a colación la denominación de productor que sustituye, o lo pretendía, a la de obrero. Era el trabajador manual, la base de la fuerza humana de trabajo, el operario que calificamos hoy. Se percibía un reparo ideológico a usar la voz obrero por asociarla a toda clase de ideología y acción de dicho colectivo situado en el espectro de la izquierda reformista o revolucionaria.
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