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Entrada 73. Publicada el 30-7-2017
4.4 Ramón Rodríguez Álvarez (hc.1850-1905)
(Antepasados técnicos industriales de Benxa)
Ramón Rodríguez
Álvarez murió en Águilas (Murcia) en 1905, aproximadamente a la edad de 55
años. Se había trasladado allí a efectuar estudios técnicos en unas minas de
cinabrio previos a su adquisición por parte de la empresa El Porvenir (Mieres),
donde desempeñaba el cargo de director de producción. Concluía una trayectoria
profesional en la que Ramón integraría uno de los lados de un cuadrilátero,
correspondiendo los otros tres, respectivamente, a la industria decimonónica del mercurio, al
desarrollo de la minero-metalurgia del mismo en Mieres, y a la empresa El
Porvenir, acaso la más fuerte de las radicadas por entonces en Asturias.
Recibió sepultura
en Águilas el más capacitado y brillante antepasado técnico industrial de los
que precedieron a Benxa, al que éste no llegó a conocer directamente y de
haberlo hecho en nada hubiera modificado la inclinación de su sobrino directo
por las Humanidades. En cualquier caso, confrontando la obra de uno y otro
dentro de sus ámbitos respectivos y a razón de lo publicado –coordenada ésta muy
desigual-, la aportación del tío Ramón supera con creces la de Benxa. No
parecen comparables la labor de un aficionado que trabaja en su tiempo libre y
la resultante de un profesional directivo que desde tal plataforma favorable
construye una obra científica y de investigación tecnológica que concluye en el
diseño de innovadores equipos de condensación del cinabrio para la obtención de
mercurio. Un inventor de hornos patentados que elevaron el rendimiento de la
producción del metal líquido cuando éste ocupaba un sector importante dentro de
la industria minero-metalúrgica mundial. Un autor de ingenios (inventos o máquinas en voz propia de la época) patentados, publicados
en revistas nacionales y europeas, objeto de premios en exposiciones.
Fallecía fuera de
Asturias, en tierras de la rica minería mediterránea, un capataz nacido en
Mieres. Un técnico medio excepcional hasta que otros contemporáneos a él sean
documentados. No sólo por la autoría de patentes de equipos industriales (en el
Registro de las mismas, por entonces, sólo una de cada diez o doce figuraba
atribuida a ingenieros españoles y el resto a europeos). Cuenta igualmente el
protagonismo –compartido como se verá-
en la buena gestión y alta productividad de la empresa ejercidos desde el
puesto de director de producción. Lo mismo que su posición como elemento de
cohesión de un equipo técnico integrado por oriundos de Mieres –Ramón y su
cuñado Manuel Alvarez, padre de Benxa- que supieron sacar el máximo provecho de
los conocimientos aportados por los ingenieros consultores (Gascue e Ibrán) que
El Porvenir contrató para mejorar el rendimiento productivo. Entender también a
Ramón como un producto del alto nivel alcanzado por la Escuela de Capataces de Mieres –en la que
no en vano ejerció luego como docente, secretario y co-redactor de planes de estudios-, en un momento de madurez del centro, tras superar los primeros cursos de rodaje impartidos.
Ramón Rodríguez
Álvarez ¿capataz-ingeniero, ingeniero de
hecho a juzgar por la trayectoria arriba esbozada? No, los cuerpos
profesionales superiores no lo aceptarían y muy probablemente ni el mismo Ramón
lo pretendiera. Sí un entusiasta de la industria del mercurio y una autoridad
en la materia. Un moderno ejecutivo de empresa, por reunir las cualidades de
innovador tecnológico y espíritu emprendedor. Un técnico medio movido por el empeño
de mantener la sociedad de mercurio a la
que servía vinculada al capital, tecnología y personal especializado asturiano
y nacional, por contraposición al dominio europeo creciente durante las dos últimas
décadas del siglo XIX. A la postre esto último, un desafío malogrado.
[Véase Entrada 14-9-2016, donde aparece
Ramón Rodríguez por vez primera en el blog]
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