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lunes, 4 de junio de 2018

134. Contexto familiar (II). Manuel Álvarez (cont. 42)

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Entrada 134. Publicado 4-6-2018










La flecha indica la dirección descendente del río Caudal donde se abandona su representación tras el
límite con el consejo de Morcín. El detalle se presta a precisiones del texto principal de la entrada. Una, que en este tramo us aguas aparecen ligeramente dibujadas, lo que en modo alguno es habitual a lo largo de su recorrido; explicable en función del prolongado periodo de ejecución y constantes interrupciones del trabajo de gabinete, con los consiguientes cambios de estilo y de acabado que también citamos para la representación del río Aller. Dos, otra singularidad en la tónica general: a esta altura el valle se estrecha y el cauce del río figura prácticamente encajado en un relieve de rocas que permite mostrar esta figura del relieve apena atendida y de aparición escasa en el plano. Y tres,  el ancho del valle coincide con la caja del río, conviviendo a dos alturas diferentes la corriente natural y el ferrocarril del Vasco que no precisa obras de defensa por el suelo rocoso. 






4.5 Manuel Álvarez Álvarez (cont. 42)
(Antepasados técnicos industriales  de Benxa)

1900-1906. Trabajos de entretenimiento. 
El concejo de Mieres y sus alrededores a vista de pájaro, 1906 

18. Descripción topográfica del fondo de valle. La cuenca del Caudal (cont.)

Se prioriza la representación topográfica del valle principal del río Caudal, cuya desarrollo longitudinal presenta un ancho medio superior al resto de los valles fluviales secundarios, resultando por ello más accesible su lectura debido a la escala reductora empleada (1:20.000). En cuanto valle ofrece el nivel más bajo respecto a las laderas que lo flanquean y en cuanto modelado por un río adopta las características de valle fluvial receptor de las aguas de las vertientes que lo delimitan. Coincide por su terreno allanado y profundo por el que cursa un río con la figura de vaguada que da nombre a la línea inferior del relieve en la disciplina topográfica. La corriente de agua en descenso presupone un desnivel a lo largo de su recorrido por el piso basal. Por consiguiente sería susceptible de representarse, como actualmente, dotado de curvas de nivel, sin embargo ausentes en la topografía del siglo XIX y en su lugar precedida por los procedimientos gráficos observados para las elevaciones montañosas en el plano de Mieres. Es cierto que de haberse trabajado la altimetría del valle fluvial supondría trasladarse a otros campos de la topografía especializados en el relieve costero y submarino, lo que no procede en este caso. Desconocemos si en por los años del trabajo sobre Mieres y alrededores a vista de pájaro los valles fluviales debían someterse a las descripciones altimétricas imprescindibles en el relieve terrestre elevado. Lo cierto es que en el plano tratado, salvo contadas excepciones y mínimos detalles aislados, la forma geográfica de valle se representa como si de un plano de planta se tratara; como las planimetrías urbanas trazadas por el mismo M. Álvarez sobre el crecimiento de la villa de Mieres [Entradas 98, 100 y 101, 5, 18 y 21-1-2019, respectivamente] o los planos de construcciones industriales de empresa y edificios menores para particulares. Efectivamente, en la representación concreta del área de valle se reúnen procedimientos propios de la planimetría. Tales son la figura alargada del valle que se ofrece como un plano a una sola altura, la desaparición de la trama descriptiva de los distintos niveles y su sustitución por un trabajo casi estrictamente lineal, línea recta o curva pero continua, que destaca sobre el fondo claro de la tela, o los mismos elementos integrantes del conjunto representados en dos dimensiones (planos sobre fondo plano y resultante plano, no mapa), precisando su lugar de emplazamiento y sus medidas reales, como si se tratara de un plano a gran escala, es decir, a inferior reducción y más efectiva en él la representación de los detalles de tamaño menor. 

Valle, cauce y río, realidades bien diferenciadas, constituyen elementos de representación del medio físico -de mapa físico ya se calificó este trabajo. Precisamente tales condiciones naturales por resultar favorables dieron origen a otras figuras, esta vez vinculadas al paisaje humano, actividades también reflejadas en la planimetría del valle y como las formas naturales de desarrollo lineal continuo. La descripción de los elementos naturales nada o poco ayuda a precisar el tiempo de realización de la obra, al contrario que el dibujo de las redes viarias e instalaciones industriales o la misma configuración urbana de la villa de Mieres. Y entre unos y otros, la imagen del valle dibuja un entresijo de líneas continúas de apariencia diversa, sumamente entretejidas en algunos tramos de su recorrido y cuyo trazado individualizado debió suponer un fuerte obstáculo para el autor, sumido en su interés por registrarlas con exactitud y precisión; cualidades ambas más factibles en un plano de superficie visto en planta que en otro de relieve montañoso. Cabe por lo antedicho volver sobre la dilatada dedicación y perseverancia del topógrafo y ello ciñéndose exclusivamente a la fase de conformación o dibujo del plano en el estudio, aquel fondo de galería de la casa de La Pasera [Entrada 121, 3-5-2018, ilustración]. 

La descripción del valle del Caudal lo reproduce encajado, desahogadamente, por ambos costados por lo que constituyen sus límites, la base de las laderas montañosas, y en el interior no sólo por el curso fluvial ni las figuras que éste generan a lo largo de su recorrido. Se constata igualmente una superficie significativa de terreno llano, susceptible de dividirse en dos tipos de suelos: los estériles y anegables en época de incremento del caudal y las vegas propiamente dichas, por excelencia la vega de la villa de Mieres (1), área donde el valle alcanza el ancho superior de todo su recorrido. Esta porción del valle figura retirada hacia la base de las laderas y resulta fácilmente detectable por tomar asiento sobre ella pequeños núcleos de población, ferrocarriles, carreteras y caminos, así como instalaciones industriales. Se presupone segura frente a las avenidas del río y a una altura superior a la del cauce. Y allí donde el río se le aproxima a estas zonas de suelo de aprovechamiento para los asentamientos, las empresas parecen haber efectuado obras de defensa que el topógrafo representa con negros netos en forma de líneas gruesas o filetes irregulares. En cambio para su descripción mediante dibujo utiliza la misma solución para vegas (usos agrarios, núcleos de población, infraestructura industriales) y suelos sin utilidad (llerones) (2) situados al borde exterior del curso del río, incluso con frecuencia en su interior, determinando las islas o isletas que se forman entre sus brazos al bifurcarse. La solución gráfica responde a un punteado combinado con un rallado corto trazado a pluma de finísimo grosor, cuya levedad apenas se diferencia del tono más claro con que cuenta toda la superficie del plano, el aportado por la propia tela del soporte, y que, por supuesto, no oscurecen el tono general con que se resuelve la figura alargada del valle. En busca de la legibilidad de los múltiples elementos representados, y contrastadamente con la variedad tonal y negros que modelaron los montes [Entradas 128-132, 22 al 27-5-2018], todo el valle se resuelve en el tono inmediatamente superior en intensidad al natural aportado por el fondo de la tela. Prácticamente el más claro posible, habida cuenta de que sobre él la descripción exigía un trabajo de detalle minucioso, aunque fuese a línea continua. En definitiva, el tono asignado al valle resulta afín al de la vertiente iluminada de montes y sierras, donde también el dibujo de trama fina obligaba a un sombreado de baja graduación. Ello sin alcanzar nunca No se alcanza, sin embargo, la luminosidad máxima situada en la línea de cumbres, donde impera el tono natural del soporte. En suma, exigencias y limitaciones propias del dibujo topográfico a una sola tinta o en blanco y negro, confeccionado a mano alzada, trazo a trazo milimétrico. 

Por su parte el río Caudal, responsable junto con las laderas de las formas montañosas de la morfología fluvial del valle, se describe como muy accidentado, en curso libre, en estado natural y previo a su encauzamiento y defensa pospuesto durante más de medio siglo de cartografiarlo Manuel Álvarez. Con las excepciones de las obras de contención en algunos tramos concretos, entre ellos para la protección de los ferrocarriles o de la planta de Fábrica de Mieres, discurren las aguas del Caudal formando numerosos meandros, derivaciones en brazos que encierran islas e isletas en las que se dibujan también a línea única negra pequeños regueros coincidentes con las corrientes menores que descienden libres e independientes de los afluentes del río principal. Su trazado se plasma a base de líneas de contorno sinuosas, más gruesas y ennegrecidas donde lo exige una descripción clara por saturación de elementos representados o, más raramente, para infundir efecto de relieve y mayor altura en el borde de una isla interior. En cambio el curso del río carece de dibujo interior. La coloración a mano con lápiz azul -el único punto del mapa que prescinde del blanco y negro- ya se encargaba de definirlo (3). También el curso del río ofrece un supuesto convencionalismo, o acaso una medida descriptiva del propio topógrafo: unas flechas indicativas de la dirección de la corriente hacia el norte. Se dibujan para el río Aller en su aparición por la base del mapa y al Caudal antes de desaparecer tras superar el límite con el concejo con Morcín. Queda por saber si otro aspecto más responde a ley topográfica o a elección del autor. Por la abundancia de superficies de aluvión dentro de la caja del cauce y de la corriente del río cabe pensar que se lo describe en periodo de estiaje. De ser así y a voluntad particular del cartógrafo estaría incrementando la dedicación al plano definitivo, al multiplicar las formas hidrográficas complementarias a reproducir al dibujo. En cualquier caso la información ceñida a río y cauce, a juzgar por el tiempo empleado en elaborar el trabajo, permanecería como una imagen fija y única, a pesar de los cambios estacionales anuales y de los años empleados en su dibujo.




  1. Vega representa una voz viva y que abunda en la toponimia del concejo y específicamente en la capital. Vega de Arriba, calle de La Vega o Sobrelavega, nombres con referencia común a la vega agraria que dio paso al ensanche de Mieres y las infraestructuras industriales. Pese a su importancia, frecuentemente aparece sustituida por valle (y valles secundarios de la cuenca), incluso por llanura (también en alusión a la fértil vega fértil Mieres), término de significado más general y extraño en nuestro toponimia por efecto de resultar muy selectiva su presencia en nuestro relieve.
  2. Llerones, voz de uso local, al menos en Mieres, que no figura en diccionario RAE. Refiere estos terrenos de cantos rodados y arenas que los ríos dejan vistos a la superficie durante el estiaje. 
  3. “Que Benjamín, que tiene tiempo de sobra, coloree los ríos”, insinuaba alguien -cita no literal- por carta a Manuel Álvarez a propósito de otro trabajo cartográfico posterior, haciendo ver que este complemento resultaba esencial y mejoraba técnica y estéticamente el acabado. [AMA, Cartas, finales años 1920].













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