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Emilia Quintana Fernández, esposa de “Benxa”
. Tudela Veguín
1918-Oviedo 1985. Figura capital en la biografía de “Benxa”.
. Hija de
Josefa (padres maestro cantero y pequeño comercio ella) y Severo (capataz de minas
por la Escuela de Almadén). Reaparición y refuerzo en este contexto familiar del
medio ocupacional minero.
. Contrae matrimonio
con “Benxa” recién acabada la guerra civil, el 1 de mayo 1940. Festividad del
trabajo, coincidencia para dos vidas marcadas por la laboriosidad, esa
circunstancia casi siempre forzosa y
menormente elegida que afecta a las distintas clases sociales (interclase).
. Cuarenta y
cinco años de matrimonio que concluyen con la viudedad de “Benxa”, sumido en un
pesar irreversible (véase columna Rara Avis).
Pone el punto final al desarrollo de su obra.
. Familia
numerosa. Seis hijos nacidos entre 1941 y 1957 (muy espaciadamente, lo que dilató
el periodo de crianza y el posterior de educación que recaen sobre la madre). Este punto arroja balances diferentes para ambos cónyuges, tanto a efectos
de la unidad familiar como del número abultado de hijos.
. “Benxa” propicia
la familia numerosa (véase columna de Sueltos) y encuentra en Emilia y el hogar creado la atmósfera óptima
para el desarrollo de su obra, hasta entonces apenas esbozada. Para Emilia,
once años más joven y desde niña, en calidad de primogénita de otros seis hermanos,
de los que se definía como “niñera” [oral], una descendencia directa numerosa
supuso un recorte sustancial de su vida de mujer joven, de la que se reconocía
privada [oral]. Al mismo tiempo y a diferencia de su marido, tan elevado número de hijos condicionó su
desarrollo personal y la vida propia paralela a la familiar. Su trayectoria,
pues, no difiere del estándar de la genérica mujer doméstica (ama de casa) del momento, con algunas excepciones que la
singularizarán (abajo).
. Las cargas
familiares entre Emilia y “Benxa” se especializarán y diferenciarán (cultura
familiar de la época), pero en ambos casos arrojan una sobreocupación no propia de un matrimonio de extracción pequeño-burguesa. El marido
dedicaba unas 10-12 horas laborales
diarias que permitían una economía doméstica moderadamente desahogada, más la
dedicación intelectual vocacional restringida a los fines de semana. En
cuanto padre y esposo aportó una calidez afectiva superior, un sustrato
cultural y un régimen familiar abierto, liberal y de tolerancia. Pero su
inhibición en otras facetas propias del pater
familias, ampliarán el peso de las labores, ya de por sí gravosas, asignadas
a Emilia en cuanto prototipo de mujer doméstica.
. Emilia
desempeñará un papel estratégico en el gobierno de la familia, mixto además, por
sumar las ocupaciones propias de la mujer con las encomendadas tradicionalmente
al marido. Entre las primeras y simplificando, satisfacer las exigencias del
marco físico de la familia, la vivienda, amén de las atribuciones que se engloban bajo
la expresión de mujer reproductora, criadora y cuidadora. Y por otra parte, las responsabilidades y gestión
de asuntos competencia del varón: seguimiento (estrecho) de la educación,
estudios y trayectoria profesional de los hijos; toma de decisiones de toda
clase, administración, economía, inversiones, patrimonio familiar, etcétera.
. Desempeñó igualmente
otras competencias ajenas al papel de ama de casa en sentido estricto. Su formación
elemental, reducida a la Instrucción Primaria (calificación final de matrícula de
honor) y otras circunstancias frustraron las aspiraciones de proseguir estudios
y alcanzar la profesionalización [oral]. Seguía de cerca la producción
periodística de “Benxa”, a la vez que desempeñaba un papel entre intelectual y
preventivo, una especie de primera censura anticipada a la oficial, a razón de
ese estilo hipercrítico de “Benxa” que bien conocía y guiada por su proverbial intuición. Pero acaso lo más
destacable en este sentido resulte su
conciencia sólida de la desigualdad universal de la mujer, impuesta por y
favorable al otro género. Una consciencia raramente presente en las mujeres de su entorno
espacial, temporal, cultural, generacional. Una posición anticipatoria y en cierto grado intelectual por crítica; intuida
y a su modo razonada y hasta teorizada, que la cualifica cognitivamente y la
conduce a una situación de cierto equilibrio con “Benxa”. Pero utópica e inalcanzable en el terreno práctico. Contradicción sin conflicto a la postre, lo mismo que dicho ideario y el orgullo reiterado como madre de seis hijos (excesivos ya para aquellos momentos) y esposa de un hombre responsable y creativo a la vez. Así lo transmitia con frecuencia mediante su carácter sociable y característica expresividad, ambas de nuevo complementarias de la timidez y seriedad propias de "Benxa".
. A los
especialistas en los Estudios de Género correpondería discernir dos posibles
ubicaciones de Emilia en función del resultado global descrito. Situarla más próxima al modelo tradicional
de mujer ama de casa propio de su tiempo y del régimen político vigente. O, por su conciencia anticipada y crítica,
unida a su polivalente funcionalidad, acercarla a la figura de mujer nueva
emergente. Esa que, sin saberlo, dejó suspendida en la atmósfera de su casa
para la siguiente generación.
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Emilia y "benxa" de novios paseando por Meres. 1939 |
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Verano de 1975 |
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En el último domicilio de Mieres, hacia 1981 |
Mujer complemento
y mujer suplemento: mujer y media. La complementariedad entre los cónyuges constituye
un principio universal del matrimonio, sinónimo de plenitud y perfección. No así el suplemento
entendido como un plus o un extra. Creemos ambos presentes en Emilia. Un
allegado al matrimonio destacaba lúcidamente [oral] la superioridad de su valía
y labor infravalorada respecto a la faceta intelectual de “Benxa”. Independientemente
de ello: realismo, pragmatismo, previsión, anticipación, exigencia,
perfeccionismo e intuición especialmente aguda integran otra parte de la dote que
aportó al matrimonio.