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Entrada 76. Publicada el 1-8-2017
4.4 Ramón Rodríguez Álvarez (cont. 3)
(Antepasados técnicos industriales de Benxa)
2 / Director de
producción (Sociedad El Porvenir, La Peña-El Terrenal, Mieres)
NOTICIAS PARALELAS | SOBRE RAMON RODRÍGUEZ ÁLVAREZ |
. Mercado del mercurio en alza, ventas nacionales y
exportación, incremento de la producción hasta niveles
anteriormente desconocidos, lo mismo que los beneficios y el
reparto de dividendos a los accionistas. Constituyen la tónica de
la sociedad El Porvenir en el decenio de 1880 y en el que le
sigue. . En paralelo a tan buenas expectativas se asiste a dos novedades destacadas a las que las publicaciones de referencia atribuyen en buena medida el éxito de esta etapa. Una, la contratación como fijo en plantilla de un director gerente, Juan Stuyck Reig, de ascendencia belga-catalana. Otra ,la contratación puntual de los servicios de dos ingenieros ilustres por entonces actuando en la industria asturiana: Jerónimo Ibrán y Mulá (de origen catalán) y el donostiarra Francisco Gascue Murga. Ambos en calidad de ingenieros consultores, a prestar servicios puntuales. . Lo avanzado del proceso industrializador exige cargos directivos modernos y especializados (caso de Stuyck), adaptados a una industria moderna y sobredimensionada -aunque no sea este último el caso de la de Mieres- respecto a las múltiples y reducidas de la revolución industrial. Y lo mismo técnicos superiores, ingenieros por entonces en número y demanda crecientes. |
La incorporación de Stuyck como director administrativo o
gerente suscitó tensiones internas [Luke/Gutiérrez], que
suponemos que enfrentarían al recién contratado con Ramón
Rodríguez, hasta el momento desempeñando en solitario la
dirección de la empresa.
Stuyck contaba con parientes en el consejo de dirección, que a su vez formarían equipo de apoyo hacia él en calidad de vocales de dicho consejo. Se daba la peculiaridad de que el nuevo directivo entrante disponía de la titulación en Derecho, no en ingeniería de minas, como era habitual. En este caso la supuesta susceptibilidad del facultativo mierense habría carecido de sentido. Y lo mismo si el nuevo gerente se integrara en una dirección bicéfala, especializándose en función de su titulación en la gestión administrativa y Rodríguez en la técnico-productiva. Es decir, un vértice repartido en la pirámide del personal en plantilla, todavía vigente en algunas empresas actuales. Si efectivamente surgieron discrepancias cabe interpretarlas como producto de la superioridad del abogado Stuyck sobre el facultativo de minas que hasta entonces responsable único de la dirección de El Porvenir. Parece que Juan Stuyck procedía de Madrid y al menos en 1905 (documento inédito familiar) figura como residente en dicha capital. De hacerlo de forma continuada durante la gerencia en la empresa asturiana, cabe suponer frecuentes viajes a Asturias. No resultaba extraño por entonces que los directivos vivieran fuera del establecimiento industrial, de ahí las llamadas Casas de Gerencia, alojamientos temporales de técnicos y sede de reuniones con la cúpula del Consejo. De todos modos no resulta generalizable. Son numerosas en Asturias las viviendas de empresa del director, precisamente a pie factoría o instalaciones mineras. En cualquier caso, el control directo y permanentemente de minas y planta fabril de El Porvenir debió de recaer sobre Ramón Rodríguez, antes de disponer de Manuel Álvarez como auxiliar. De otro modo la labor del gerente entrante, contratado en 1880, fue determinante. Más destacada por unos autores que por otros, entendemos en el caso primero por el elitismo que entonces -como ahora- acompañaba a ciertas titulaciones, las privativas de las clases más favorecidas, y que a su vez, con efecto similar, actuaban como garantes del ascenso en el escalafón social. En la misma línea puede interpretarse la figura de los ingenieros respecto a los asturianos titulados en la Escuela elemental de Mieres. Pero la superioridad de su formación no deja lugar a dudas. Lo mismo que con el nuevo director de El Porvenir, con el ingeniero consultor Ibrán (colaboración en 1879, recién nombrado director de Fábrica de Mieres), y un años antes Gascue, penetra no sólo la ingeniería superior en esta empresa de tradición vinculada a técnicos menores. También se abre el personal cualificado y de responsabilidad fuera de los límites de Asturias a los que parecía por tradición abocado. En absoluto se atribuye a la sociedad El Porvenir esta tendencia, aunque a la postre le resultaría beneficiosa por reducir costes de personal. De haber sido una voluntad consciente correspondería a los directivos nativos, a los dos Rodríguez. Del primero ya se publicaron indicios [Entrada 70, 19-7-2017] de ese, efecto, hoy llamativo e impensable, de considerar la empresa como cosa propia, negocio de su propiedad o como su misma casa familiar. De Ramón suponemos un vínculo más que profesional por una empresa en la había dado comienzo, ya con su padre, la orientación industrial de la familia, y a juzgar por su labor global lo industrial entendido como identidad, vocación y motor de su obra industrial como diseñador o inventor de innovadores equipos de obtención de mercurio. Por lo demás, tras las tensiones iniciales, no hay señales de discrepancias entre Juan Stuyck y Ramón Rodríguez. Una carta inédita , remitida por el primero desde Madrid al facultativo que permanecía al frente de la empresa en Mieres, año de 1887, informa en este sentido y confirma que, de hecho, el directivo más reciente se ocupaba de los asuntos propios de un director administrativo. En lo que a la vez constituye un documento que refuerza la hipótesis de la ausencia de ingenieros en plantilla de El Porvenir, el gerente informa a Rodríguez de que ya ha recopilado en la sede social madrileña de la empresa todos los planos e informes que éste precisaba para un estudio de la mina Esperanza. Le encarga que los calque y devuelva los originales a Madrid -indicio de sus estancias en La Corte, lejos de la empresa-, así como otros que se encuentren en la gerencia de Mieres, para una conservación ordenada y efectiva. Finalmente, antes de indizar los documentos que le remite, le recuerda el objetivo encomendado a Ramón: a partir de dichos documentos “hacer los estudios convenientes de acuerdo con el Sr. Ingeniero consultor”. Un “de acuerdo” interpretable más como de igual a igual que de superior a subordinado, y un “hacer los estudios pertinentes” respetuoso y con clara conciencia del talento del destinatario. Hasta aquí todavia la semblanza se refiere a un Rodríguez hijo ocupado en trabajos extractivos. Pero para la fecha su labor ya figuraba desdoblada en las minas y el departamento metalúrgico, en la transformación más provechosa posible del cinabrio en mercurio. La planta de El Porvenir venía haciendo las veces desde casi diez años de un laboratorio de investigación tecnológica y en los dos años siguientes en el marco de consecución de los hornos Rodríguez (pendientes de tratar). Entre tanto, el ingeniero consultor al que se refiere Stuyck en la carta, debía corresponderse con Francisco Gascue quién en alguna medida tomó parte en el diseño de uno de los hornos luego patentados y comercializados por Ramón Rodríguez. También por los años 1880 se produjeron dos nuevos fichajes de empleado y técnico capataz, respectivamente. Se incorporan José Álvarez Closse (Close y Clos luego), de origen francés -ya mencionado por casar con una de las hermanas de Ramón- como jefe administrativo, lo que invita a atribuir su inserción en plantilla a Stuyck. Y Manuel Álvarez Álvarez (padre de Benxa), casado con otra hermana de Ramón. Éste para la jefatura de las minas, sin duda ante la dedicación especializada de su cuñado a la investigación y experimentación con los hornos dentro de la empresa. En suma, Stuyck y Rodríguez, a efectos de este último punto y de la carta referida, parecen haber conciliado posiciones de equilibrio en el organigrama de la empresa. Y otras referencias, más, de exposición al público o imagen externa, lo confirman. El equipo por excelencia de El Porvenir desde los años 80 avanzados, el que pasó a la historia en buena medida por la acción de la célebre fotografía publicada para conmemorar el centenario de la Escuela de Mieres, fue el tripartido integrado por Juan Suyck, en el centro; Ramón Rodríguez, a su (mano derecha), y Manuel Álvarez, izquierda. |
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