Entrada 202. Publicada 23-1-2019
Mi Olloniego. Benxa, 1952 |
Dibujos de Benxa. Etapa juventud-madurez
Años cuarenta-sesenta. Mi Olloniego [3].
Según cita el poema corresponde a la línea intermedia poner imagen al pasado histórico-monumental (puente y palacio) y al cementerio de los antepasados. Las tres edificaciones se ordenan según su situación real, pero sin prescindir de cuidar la localización centrada u tomando los dos tercios de la derecha para subrayar la importancia de estas imágenes del pasado. Estos omiten el tratamiento de dibujo objetivo y normalizado al servicio de la arqueología. Ya se ja publicado el boceto del mismo puente medido a detalle por Benxa [Entrada 197, 16-1-2019], pero desconocemos si se levantó a partir de él un dibujo acabado. En cualquier caso, la imagen del puente medieval que figura resulta claramente identificable aunque liberada de toda precisión arqueológica, y ésta sustituida por una factura libre a mano alzada. Del mismo modo se traza el ruinoso palacio, con desigual resultado, desfavorable a los cuerpos inmediatos al puente, de dubitativa ejecución por contraste con el torreón opuesto. En lo primeros volúmenes aparece una trama rayada en diagonal, sobrepuesta dibujada a lápiz. Ignoramos si puede tratarse de una autocensura del autor a una representación desacertada o si con ella ensaya otro efecto distinto de sombra inherente a la noche. Más probable lo primero, a sabiendas de la lenta evolución que acompañó a Benxa en el dibujo de la arquitectura popular hasta llegar a la soltura alcanzada en los laminariums.
En la base de la escena queda registrado el primer plano de la composición, antepuesto a la esfera diríase superior, evocadora de la historia monumentalizada en apariencia real, y condición disciplinar, pero también como objeto de ensoñación. En cambio lo que se le antepone, a modo de ilustración tal de alguno de los versos, expresa la sociedad tradicional de la que emana la cultura popular integrada en el programa de categorías de expresión de Benxa que no en balde se conformaron durante su vida en Olloniego. Los motivos de los que se sirve (ganado, aldeanas, vara de hierba) coinciden con los añadidos anecdóticos que el autor gustaba de insertar en composiciones serias o mayores, siempre figuras y tipos populares, muy de su agrado al trato, pero que desmerecían respecto al asunto principal y que pese a las críticas -incluidas las de su familia- insistió en insertar con criterios pendientes de tratar.
En la mitad superior de la escena un cielo nocturno se agranda, se crece a sí mismo y hasta puede decirse que sublima sentido y forma de la composición. La acapara y aún reducido por la cartela que acoge el texto del poema continúa magnificando su dimensión. La mancha en negro plano como recurso dibujístico para el celaje nocturno, la llamada silueta cuando define una figura (cabras), y en especial su contraste con los blancos netos de las construcciones -aquí no puros- ya fue trabajada por Benxa en 1947 para la portada del libro minero [Entrada 200, 21-1-2019]. Se trata de una recurso dibujístico atractivo a la vez que sencillo pero sin continuidad en entre los estilos del autor. Toda la bóveda del cielo de Mi Olloniego recurre a esta fórmula. Pero a diferencia de la portada del libro, lo representado manifiesta una identidad desconocida, una abstracción con referencias reales posibles (humo, viento) que no consideramos procedentes. Como tal ámbito celeste en plena oscuridad de la noche se ofrece propicio como un espacio de subreal en el que le es posible al autor imaginar, desplegar la fantasía; y más aún concentrar y concretar la emoción, una realidad no icónica que se esfuerza en hacerse visible. Cabe asociar estas formas con destellos, estelas, fenómenos del cielo espacial y espiritual, o con fragmentos del áurea con que Benxa idealiza Olloniego como lo hace un artista de vanguardia con París o Nueva York. Extrañan estas formas enigmáticas y trascendentales en sus dibujos, lo que impone abandonar los términos interpretativos referentes a lo que, conociendo a Benxa, posiblemente representaran lo humos que despiden las chimeneas de los hogares de Olloniego, un entubaje deshilachado o algo siempre más terrenal. Al margen de su identificación tales motivos, lo mismo que la línea curva de los murciélagos en vuelo, desempeñan un cometido estrictamente formalista. Constituyen elementos que acentúan la expresividad del cielo en la obra, pero especialmente consiguen amplificar su espacio, a costa de acentuar la lejanía y dotarlo de profundidad con una solución singular representar la perspectiva. Aún más, porque sometidos estos elementos al diseño curvo ondulante, introducen movimiento y un contrapunto a una escena quieta, sin acción.
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