Dibujos>Etapa juventud-madurez
Entrada 210. Publicada 8-2-2019
Dibujos de Benxa. Etapa juventud-madurez. Las raíces de los laminariums (cont.)
Años cuarenta-sesenta. Incorporación y sentido del dibujo de la arquitectura tradicional.
El expediente académico de Benxa incluía numerosas asignaturas del tronco del dibujo técnico en sus diversas modalidades en función de las distintas titulaciones: topografía primero, perito industrial y finalmente aparejador. Ello contrasta con la ausencia, aunque fuera a nivel de iniciación, de un conocimiento del dibujo artístico. Este vacío no le impediría sin embargo adentrarse en esta otra dimensión de la imagen gráfica por cuenta propia y de una forma manifiestamente personalizada. Los conocimientos de la representación técnica le permitieron afrontar trabajos de partes o fragmentos de edificios (escudos, portadas) o edificaciones completas sobre los que ahora procede tratar. Vista, punto de vista, medidas, proporciones, detalles los resuelve con la corrección de un profesional cuando así se lo propone. Vinimos identificando esta clase de obras como arqueológicas [Entradas 198, 200, 201, y 204, 18, 21, 23 y 27 enero 2019 respectivamente], siempre teniendo en cuenta la fecha de su realización y el concepto-técnica vigentes entonces para la copia de restos históricos.
No obstante se impone la creación de otro apartado específico en el que se iniciará posteriormente, si bien constituirá una de las manifestaciones más frecuentes dentro de las tipologías incluidas en los futuros laminariums. No se trata tanto de los elementos monumentales ya tratados como de construcciones de signo tradicional, como aquéllos edificadas con materiales y técnicas a la manera antigua, por contraposición a la arquitectura industrializada y estandarizada que acabará por imponerse y desplazar a la de tradición secular. Incluye construcciones religiosas o laicas, las más de las veces de carácter humilde y popular (capillas, molinos, viviendas, cuadras) y más puntualmente edificios de superior porte y dimensiones (palacios, casonas, templos parroquiales), sin que dicha variedad tipológica o su envergadura física impida su inclusión en lo que se entiende por arquitectura tradicional. Copias de edificaciones de tales características las encontramos tanto en los laminariums ( mesón de La Pasera, Mieres, ilustración inferior) como en dibujos muy anteriores (capilla de El Cristo de La Peña, Mieres, ilustración arriba) a la fecha de ejecución a las primeras láminas integradas por numerosos motivos localizados en las salidas de campo llevadas a cabo expresamente con tal fin. En estos, como en los dibujos especiales de monumentos, la ejecución se muestra meticulosa, lenta y medida en su procedimiento, coincidiendo con los rasgos de lo que denominábamos estilo A [Entrada 206, 1-2-2019].
Pero las inquietudes de Benxa le impedían permanecen detenido en estos principios de reproducción, en mayor medida aún cuando se trataba de enfrentarse a la representación de piezas propias de la construcción tradicional, ni que decir tiene de las de naturaleza más humilde. Una acusada inclinación a superar los rígidos principios de la representación técnicamente correcta [Entradas 207-209, 2 y 4 enero 2019, Desviaciones de la línea de los futuros laminariums] pero aséptica e incongruente con el tema a tratar acabará por imponerse con fuerza en esta parcela gráfica de la construcción artesanal.Tales principios y los procedimientos gráficos consiguientes desvían el dibujo hacia una interpretación, una versión libre e individualizada del objeto a representar o de una parte del mismo. El resultado deviene similar al calificado de dibujo estilo B, letra muy a propósito para su referencia por coincidir, ella a solas, con uno de los seudónimos, o con la inicial del sobrenombre más utilizado por Benxa, pero también por delimitar el estilo más personal y genuino del autor, claramente distanciado del de otros dibujantes activos en este mismo ámbito de la arquitectura.
Pues bien, esta línea de ejecución del dibujo ya se detecta en reproducciones de construcciones tradicionales anteriores a las publicadas en el más antiguo laminarium de 1975. Los principios teóricos sobre los que se sustentaba su actitud postulaban -a juzgar por los argumentos escuchados- la coherencia formal entre el original y la imagen dibujada, lo que a la vez parecía entrañar una reafirmación de los criterios propios por unos años (de los setenta en adelante) en que otros dibujantes con estilo más purista y formación académica estaban o comenzaban a ocuparse de representaciones de este mismo campo del patrimonio.
Benxa concibe el dibujo de la arquitectura popular basándose en la síntesis de dos miradas diferentes. Una es la puramente visual, óptica, que procura a la edificación los elementos básicos de su forma e identidad específica. En respuesta a ella desarrolla una labor descriptiva básica de los elementos fundamentales: volúmenes, cuerpos, cubierta, vanos y otros elementos de fachada. La otra componente que interviene remite a un concepción propia, entiéndase una mirada mental -no exenta tampoco de una componente emocional. Entiéndase como su personal comprensión de la arquitectura tradicional exigente, a su juicio, con una manera acorde de representarla. Ambas nociones explican el planteamiento con que resuelve gráficamente las formas tradicionales. En el terreno de las ideas, concibiéndolas como creaciones elementales y rudimentarias, que responden a un estricto sentido práctico; por su factura artesanal y tosca, basada en técnicas y materiales autóctonos manejados por canteros y carpinteros artesanos, considera que su representación debe abordarse con un lenguaje gráfico en consonancia con todos estos principios. Para Benxa, por ejemplo, estas construcciones se encuentran más cerca de los organismos vivos que de la geometría ortogonal, sus ángulos tienden a desplazar la escuadra, las esquinas y lineas de aleros se inclinan bajo el tejado siempre con signos de inequívoco deterioro, los edificios insinúan defectos de construcción y precario estado, cuando no inestabilidad o amenaza de ruina; exteriores sucios, negruzcos afectados por el humo de los hogares, la antigüedad y la humedad ambiente. etcétera.
Esta es la imagen interior que Benxa trasladó al dibujo de la construcción tradicional y por antonomasia a la más humilde -no así cuando registra casonas o palacios. No concebía otra manera de describirla que resultara consonante con lo que consideraba su esencia, tan alejada de la construcción moderna estandarizada. Reconocía (y conocía) la existencia de otras formas bien diferentes a la suya de representar este patrimonio, dibujos brillantes, pulcros, asaz detallistas, exactos, precisos. Pero las asociaba con una suerte de dibujo especializado que respondía a otros cometidos, fueran estéticos o aplicados al estudio técnico de este repertorio. También tuvo en consideración la presencia en estos últimos de la fotografía que, pese a tratarse de trabajos gráficos, contribuyó a los esmerados resultados obtenidos. En cambio Benxa se mantuvo fiel a la copia directa del original, sin mediar la toma fotográfica como apoyo, persistente en la recopilación de datos in situ, en una posición más próxima al cuaderno de campo de los viajeros y científicos del siglo XIX, la centuria con la que por enésima vez lo consideramos más afín que con su propio siglo XX.
Más tarde, cuando Benxa se introduzca plenamente en los trabajos de campo de sus laminariums, este su particular concepto de la imagen tradicional de la arquitectura se afianzará aún más, ampliándose al efecto de síntesis figurativa y abocetamiento deudores de la densidad de motivos a reproducir y la restringida disponibilidad de tiempo. Así pues, el dibujo rápido, el apunte distanciará más aún a Benxa de aquellos otros dibujantes objeto de muy superior consideración como tales. Pero la capacidad de registrar tan amplio repertorio de restos antiguos y curiosidades populares -no sólo de construcciones tradicionales- en tan corto periodo de tiempo, consiguiendo una imagen suficientemente descriptiva e identificable del objeto y sin la ayuda de la fotografía, le atribuiría otros méritos. Sólo por citar algunos, su concepto especialmente abierto del patrimonio o la creación de un repertorio de fuentes gráficas sobre el mismo de referencia obligada para quién se interese por los restos del pasado en aquellos concejos en los que desplegó su actividad.
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